DisyuntivasDr. Miguel Angel Rodriguez Echeverria 

 Importancia personal y social del trabajo

La mayor parte de las personas nos desempeñamos como trabajadores en la economía. En la relación laboral la mayoría de las familias realizan su aporte a la producción y generan los recursos para su consumo.

Por esas razones el trabajo, el acceso a buenos trabajos, es una de las maneras más efectivas de superar las condiciones de pobreza, las limitaciones de las familias para satisfacer sus necesidades fundamentales.

El trabajo además nos relaciona con las personas y las instituciones de una manera que nos enraíza, nos da autoestima, y estimula nuestro desarrollo personal en lo individual y en nuestra convivencia.

Por eso es importante el trabajo para abrir la cancha y para que las personas tengan mejores oportunidades de superación y de bienestar personal, material, intelectual, emotivo, espiritual.

La educación, la calidad y facilidades para acceder a la formación y a los conocimientos, las posibilidades de capacitación para el trabajo determinan en buena medida las posibilidades de las personas de acceder a buenos empleos. El otro mayor condicionante es el desempeño del aparato productivo y de su capacidad de ofertar buenos empleos.

 La manera de realizar nuestro trabajo está condicionada -en términos de oferta y de demanda de empleo- por el orden social y económico en el que vivimos, y se afecta por el desarrollo tecnológico.

Como vivimos un acelerado cambio de época las condiciones laborales también están sometidas a importantes cambios, a los cuales la política social debe responder y proporcionar a las personas los instrumentos que les abran las mejores oportunidades para obtener buenos frutos de su trabajo.

Desde hace décadas se viene señalando que, así como pasamos de la economía basada en los recursos naturales a la economía basada en las máquinas y las empresas, ahora migramos a la economía sustentada por el conocimiento.

En el pasado nuestros antepasados supieron responder a los retos de las condiciones económicas y sociales, prever el futuro y adelantar soluciones para preparar a nuestros habitantes a las condiciones laborales que se iban a ir presentando.

Cuando era necesario responder a los retos de construir nuestra democracia liberal y de sofisticar la producción agrícola y los servicios se construyó -adelantándose a muchas naciones- nuestro sistema de educación primaria gratuita y universal. Cuando se previó el desarrollo industrial se amplió muy aceleradamente la educación secundaria y universitaria, se abrió la enseñanza al sector privado, se creó el TEC y nuevas universidades públicas y privadas, se estableció el INA y la educación secundaria técnica, y -con gran sentido previsor- los colegios científicos y bilingües.

Los nuevos retos del trabajo

Ahora que enfrentamos la realidad -ya presente- de la cuarta revolución industrial y de la Inteligencia Artificial nos encontramos desprevenidos, y no por culpa de falta de avisos y llamadas de atención. Por ejemplo, desde 2017 en mi artículo “La educación ante los retos de la automatización, el desempleo y la economía dual” señalé: “Un estudio de Citi y la Universidad de Oxford con datos del Banco Mundial señala que en EEUU un 47 % de los empleos podrían ser reemplazados por la automatización; en la OECD un 57% y en China un 77%. Difícilmente nosotros tendremos un riesgo menor al del promedio de los países de la OECD.” (ver www.rodriguez.cr)

La irrupción en la producción, en el empleo, en la vida social e individual de la Inteligencia Artificial acelera de manera no cuantificable aún el impacto del cambio tecnológico en los tipos de trabajo que estamos llamados a realizar, en cuales desaparecerán y en cuales se abrirán.

Lo que si sabemos es que necesitaremos mejores capacidades de encontrar ocupación en las nuevas condiciones en que vivimos y más aún en las que vivirán las nuevas generaciones.

¿Podremos con previsión y unidad de esfuerzos responder a este nuevo reto como sí lo supieron hacer nuestros antepasados?

La respuesta en mucho depende de las oportunidades de educación, de formación laboral y de readaptación al trabajo que nuestra sociedad ofrezca.

Nuestra educación pública

La pandemia agravó nuestra situación, pero no la creo. Tampoco sus costos en la educación se han sanado.

En cuanto a educación pública no hemos extendido adecuadamente los servicios de estímulo al desarrollo mental de los niños de 0 a 5 años y de facilitar el trabajo de sus madres, educando a sus padres en la necesidad de brindarles estímulos y ofreciendo lugares adecuados para atenderlos fuera de sus hogares. La matrícula de la enseñanza para niños de 5 años que apenas nació en mi gobierno y la de los niños de 6 años no se han universalizado. La enseñanza en primaria se ha debilitado y hoy los alumnos aprenden mucho más tarde a leer y a efectuar las operaciones aritméticas básicas.  

En secundaria las pruebas PISA de OCDE desde 2009 nos muestran el retraso en las habilidades de los jóvenes de 15 años para aplicar matemáticas, ciencia y lenguaje. (Ver en esta misma columna mi artículo de 2023 “PISA nos deja en cueros” en www.rodriguez.cr).

A esto se suman los bajos resultados en exámenes de admisión universitaria y en competencias clave como inglés.

La proporción de matrícula en secundaria técnica y en las carreras STEM en las universidades no ha aumentado adecuadamente.

Como si lo anterior fuera poco también estamos rezagados en cobertura, incluso respecto a países latinoamericanos con menor ingreso per cápita. Según datos de CEPAL (2022), solo el 84,1% de los jóvenes de 20 a 24 años en Costa Rica ha terminado el tercer ciclo de secundaria, por debajo del promedio de 90% en una muestra de 14 países de la región. En educación diversificada alcanzamos un 74,2%, apenas por encima del promedio (73%), pero superados por seis países, cinco de ellos con menos ingreso por habitante. En educación terciaria, apenas el 15,4% de los jóvenes de 25 a 29 años han completado al menos cuatro años, frente a un promedio regional de 22%.

Sobre las limitaciones de nuestra educación pública los invito a ver mi artículo de 2021 “Reflexiones sobre una educación pública para ser mejores” en www.rodriguez.cr

El INA

Como sabemos el avance acelerado de la inteligencia artificial y la digitalización están transformando la naturaleza del trabajo. El Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) ha sido incapaz de responder con pertinencia, flexibilidad y eficiencia a estas nuevas demandas. Como denuncié desde 2015, y reiteré en 2017 y 2020, su estructura rígida y desactualizada impide formar a técnicos y operarios en las áreas requeridas por el aparato productivo.

La reforma al INA introducida por la Ley para el Fortalecimiento de la Formación Profesional para la Empleabilidad, la Inclusión Social y la Productividad de Cara a la Revolución Industrial 4.0 y el Empleo del Futuro en su ejecución no ha dado los frutos esperados. 

En mi opinión las dos reformas más disruptivas en favor de la eficacia y eficiencia de la capacitación laboral fueron la introducción de la educación dual y “la capacidad de brindar la atención a una persona para un determinado servicio … mediante contratación de servicios, el Instituto podrá otorgar becas para cubrir el costo de dichos servicios en centros, públicos o privados”.

La Academia de Centroamérica con el análisis de Jorge Cornick “Estudio sobre la implementación de la nueva ley del INA” señaló desde 2022 las deficiencias de los reglamentos de la nueva legislación. (ver https://www.academiaca.or.cr/download/estudio-sobre-la-implementacion-de-la-nueva-ley-del-ina/)

Para la educación dual en 2022 se presupuestaron 902 becas y solo se ejecutaron 86 (un 9,5%). En 2023 solo se ejecutó una tercera parte del gasto con 208 becas y en 2024 la matrícula apenas subió 284 y solo se graduaron de educación dual 252 personas, lo que es un número ridículo.

Y respecto a la modalidad de contratar servicios apetecidos por el mercado y por demandantes de capacitación solo se han contratado cursos de inglés que han favorecido solo a 75 personas en 2022, a 86 becados en 2023 y subió a un todavía insuficiente número de 1235 en 2024. No es un aumento tan significativo si se compara con los 6101 estudiantes que participaron en uno o más programas impartidos directamente por el INA, en los cuales un estudiante se puede haber graduado en más de un nivel.

El reporte de la Contraloría General de la República de este mes de agosto DFOE-CAP-IAD-00002-2025 señala que no se ha realizado un trabajo detallado para determinar las necesidades insatisfechas, lo que a mi modo de ver es cortar pelos en el aire pues es evidente el gran faltante de formación en inglés. Lo que si señala adecuadamente ese informe es la falta de concreción en las condiciones de los cursos contratados, la competencia de los docentes, y lo más grave, la no evaluación de los resultados obtenidos por los estudiantes.

Los estudiantes que directamente atiende el INA si son evaluados al terminar cada curso. No son evaluados quienes reciben beca, que además se otorgan para todas las etapas de su aprendizaje. Sería mucho mejor aprobar la beca para cada nivel de aprendizaje, evaluar lo aprendido por el estudiante, y, si el resultado es adecuado, automáticamente concederle la beca para el siguiente nivel.

Las tareas pendientes en educación y capacitación laboral son muchas, muy importantes y son urgentes. De cumplir con ellas dependen la justicia social, el crecimiento económico y la paz y felicidad de nuestro país.

Ex Presidente de la República

Fecha de publicación: 18- Agosto-2025

Fuente: La República


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