Alternativas

Miguel Ángel Rodríguez E.

Las llamaradas de los incendios forestales en el Amazonas iluminan con destellante fulgor la realidad de los perjuicios del cambio climático y su crecimiento futuro, y nos obligan a redoblar los esfuerzos de mitigación y adaptación frente a esta grave amenaza a la propia sobrevivencia humana. Los datos son espeluznantes.

Brasil vivió un fuerte aumento en el crecimiento económico en este siglo hasta 2014, fruto de las acciones de ordenamiento y apertura a la economía mundial durante los Gobiernos del presidente Cardozo y al inicio del primer mandato del presidente Lula, y también por la mejora en los precios y en la cantidad demandada de sus exportaciones. Durante este período disminuyó la deforestación de su Amazonía, y los incendios forestales provocados por la acción humana.

Pero con la caída en su crecimiento y el aumento que se viene dando en el desempleo desde 2015, se aceleran los movimientos de personas que, en busca de su sustento, penetran el Amazonas para extraer madera, deforestar y quemar la maleza a fin de cultivar la tierra, establecer ganaderías o para explotaciones mineras.

Esas acciones se dan luego de que el candidato, y luego presidente, Jair Bolsonaro, declarara que la preservación de tierras protegidas de Brasil era un obstáculo al crecimiento económico. En los primeros seis meses de su presidencia la Amazonía brasileña ha perdido unos 3 mil kilómetros cuadrados (casi un 6% del territorio de Costa Rica), con un 39% de aumento respecto a igual período de 2018.

Según la BBC, “Con más de 74.000 incendios registrados, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, se da un aumento de incendios forestales de 83% entre enero y agosto comparado con el mismo periodo del año pasado”.

Vivimos un gran incremento en los incendios forestales en la reserva boscosa más importante del mundo. Los incendios de este año también afectan las zonas amazónicas de Bolivia, Paraguay y Perú.

Según el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía y la Universidad Federal de Acre, en Brasil, el número de incendios en la Amazonía está directamente relacionado con la deforestación. También concluyen que el cambio climático contribuye al problema pues hace más vulnerable el bosque a las llamas.

Esta destrucción de los bosques es pues causa que agrava el calentamiento global por su efecto de liberación de CO2 y también efecto de ese mismo calentamiento.

El reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) “El Cambio Climático y la Tierra” indica que el cambio climático, que incluye aumento en la frecuencia y la intensidad de temperaturas extremas, ya ha afectado negativamente la seguridad alimentaria, ha deteriorado los ecosistemas terrestres y ha contribuido a la desertización y a la degradación de los suelos en muchas regiones.

El continuado aumento de la temperatura de la tierra tornará cada vez más nocivos estos negativos efectos, afectando la provisión de alimentos para una población mundial que seguirá creciendo durante este siglo, lo que demanda acciones mitigadoras del cambio climático, así como medidas para previsoramente adaptarnos para aminorar sus negativas consecuencias.

Este reporte del ICPP señala una serie de medidas de manejo de suelos y de comercialización de gran valía para prever las negativas consecuencias que tendremos, tanto como importadores de granos, como las que ya nos afectan en nuestra exportación de productos agropecuarios tropicales y subtropicales.

Esta es una llamada a que Costa Rica siga ejerciendo un liderato moral a nivel mundial en los esfuerzos para contener el calentamiento de la tierra, y de abocarnos con gran intensidad -no solo a la descarbonización que por nuestra pequeñez tiene más bien un efecto ejemplarizante- sino en mayor medida a la adaptación previsora para menguar los daños que causara en nuestro territorio el calentamiento global.

Miguel Angel Rodríguez

Fuente: diarioextra.com