Los Especialistas » Miguel Angel Rodríguez por Academia de Centroamérica

Setiembre 11, 2020 4:50 am

Estancamiento secular o cíclico

Cumpliendo sus obligaciones constitucionales, el gobierno presentó su proyecto de presupuesto para 2021.

No es tarea fácil preparar ese proyecto en las circunstancias actuales, con los enormes cambios que se han producido en los ingresos al gobierno, con los gastos que para 2021 el COVID-19 puede generar en salud y transferencias a familias con graves carencias por el desempleo y sin conocer ni poder aprovechar los cambios en ingresos y gastos que se vayan a originar en la negociación que ha iniciado el gobierno con el FMI de un convenio de Servicio Ampliado del Fondo (SAF, en español; EFF [Extended Fund Facility] en inglés).

Además, se debe reconocer que dentro de parámetros de una presupuestación normal sin cambios estructurales denota este proyecto un esfuerzo de contención del gasto.

Pero no es un presupuesto para poder enfrentar la pandemia. El Ministro de Hacienda Elián Villegas afirmó: “el Gobierno no puede reducir los gastos al mismo ritmo en que está cayendo la economía.” Considero que se puede hacer más de lo que en este proyecto de presupuesto se hace, pero, sin cambios en la organización del estado, difícilmente se puede alcanzar el resultado necesario para estabilizar y luego decrecer el tamaño de la deuda pública.

En este artículo describo el proyecto de presupuesto presentado. En otro reflexionaré sobre la afirmación anterior.
De conformidad con apropiada legislación se incluyen en este presupuesto 50 órganos desconcentrados a los cuales hasta ahora se les hacían transferencias, y sus presupuestos de otros ingresos y de gastos eran aprobados por la Contraloría General de la República. Los órganos desconcentrados son entes creados para llevar a cabo una tarea específica y con grados diversos de desconcentración. Atienden las más diversas tareas como CONAVI, FODESAF, la Imprenta Nacional, SENASA, Dirección General de Migración y Extranjería, IAFA, Museo Nacional, Centro de la Música.

Como para 2021 se incluye los otros ingresos y la distribución de todos los gastos de los órganos desconcentrados lo que no ocurre en los presupuestos anteriores, se hace necesario ajustar las cifras del presupuesto de este año 2020 incluyendo esos rubros para poder efectuar comparaciones válidas. Por ello cotejo los datos del proyecto de presupuesto para 2021 con los del presupuesto de este año, ajustando este último con los dos extraordinarios aprobados e incorporándole los ingresos y gastos de los órganos desconcentrados.

En cuanto a ingresos el Ministerio de Hacienda estima que a causa del COVID-19 y la recesión económica los tributarios de este año 2020 sufrirán una disminución de 11% respecto a los que se obtuvieron en 2019. Para el año entrante, la recuperación respecto a ese estimado para 2020 se estima en solo un 4,3% y todos los rubros -salvo el IVA- tendrán en colones corrientes un valor menor al de 2019. Como proporción del PIB los ingresos tributarios de 2020 significan 2,06 puntos porcentuales menos que en 2019, y en 2021 aún estarán 0,75 p.p. por debajo de 2019 a pesar de que el IVA estará rigiendo durante todo el año.

Al analizar los ingresos corrientes se debe tomar en cuenta que ahora forman parte de ellos las contribuciones sociales que se destinan a FODESAF y son del orden de 1,03% PIB. Por eso las contribuciones sociales ahora representan 8,7% de los ingresos corrientes, cuando en 2019 solo significaban un 1,8%.
Los ingresos corrientes para 2021 representarían 13,03% del PIB si para hacerlos comparables con el pasado eliminamos los provenientes de órganos desconcentrados por contribuciones sociales (1,03% del PIB), por ingresos tributarios (0,1% del PIB) y por ingresos no tributarios como multas y ventas de servicios (0,23% del PIB). Esto significaría un incremento de 0,53 p.p. del PIB respecto al estimado actual para este año, pero aún serían inferiores a los de 2019 que representaban 14,5% del PIB.

Evidentemente la pandemia continuará limitando gravemente los recursos fiscales el año entrante lo que -con la estructura actual del estado y el gasto que le corresponde- obliga a dependen insanamente del endeudamiento.

Respecto a los gastos me llama la atención que no se contempla recurso alguno para el bono proteger, cuando el nivel de desempleo que afectará a los trabajadores a finales de este año será muy elevado. Tampoco ninguna compensación ni pago a la deuda con la CCSS para paliar la pérdida de ingresos y los gastos extraordinarias que COVID-19 le causa.

Aun cuando el crecimiento del gasto corriente es limitado, su monto no refleja la gravedad de los limitantes fiscales que experimenta el gobierno.

Los gastos totales suben en 0,2% p.p. del PIB. Los gastos corrientes disminuyen en 0,9 p.p. a pesar de que los egresos por intereses aumentan en 0,4 p.p.

Esta disminución de 1,3 p.p. de gastos corrientes sin intereses se explica fundamentalmente por disminución en transferencias corrientes y de capital (después de eliminar en 2020 las transferencias a órganos desconcentrados para hacer los rubros comparables). Las corrientes bajan en 1,2 p.p. y las de capital en 0,2 p.p. del PIB
Las remuneraciones prácticamente no varían respecto al PIB (disminuyen 0,02 p.p.).

Lamentablemente otros gastos que sí disminuyen de su ya bajo nivel son los de capital que bajan de 2% del PIB a 1,5%. Estas disminuciones se ven compensadas con un incremento en las transacciones financieras (casi totalmente amortizaciones de la deuda pública) que suben 1,7 p.p. del PIB. No invertimos en crear infraestructura que incremente la productividad, pero el excesivo endeudamiento acumulado y que ahora se acelera con los costos de atender la deuda y con la pandemia nos obliga a invertir en pagar créditos que por el desequilibrio fiscal deberemos volver a adquirir.

Mi conclusión de esta descripción del presupuesto para 2021 es que sin reformas en gastos y en ingresos no podremos frenar la explosión de la deuda pública. Pero demostrarlo queda para otro artículo.

Fuente: CR Hoy


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