Los Especialistas ? Miguel Angel Rodr?guez por Academia de Centroam?rica


Imagen de archivo. Miguel ?ngel Rodr?guez. EFE

Miguel Angel?Rodr?guez

Desde los noventas, muchos comentarios en los medios y discursos pol?ticos han venido achacando a la apertura de la econom?a nacional el estancamiento de la pobreza y el aumento de la desigualdad. Esta posici?n tambi?n se refleja en los valiosos Informes sobre el Estado de la Naci?n anteriores al del a?o pasado.

Es meritorio que en el Vig?simo Informe, y en especial con la inclusi?n del cap?tulo ?Veinte A?os Despu?s? se cambia esa posici?n. Pero es siempre conveniente refutar erradas conclusiones.

El agote fiscal que result? de los errores acumulados y las condiciones externas que crearon la crisis de 1980-1984, oblig? a reducir dr?sticamente el d?ficit fiscal mediante disminuci?n del gasto. Al hacerlo se cometieron serios errores. Claro que la simiente de esos errores fue sembrada con las pol?ticas que crearon la crisis y que obligaban a la reducci?n del gasto, pero tambi?n se originaron en falta de consideraci?n a los efectos sobre la productividad del sector privado.

Uno de esos errores, claramente identificado por el Banco Mundial en su revisi?n del sector p?blico de 1989, fue recortar el gasto en los servicios de educaci?n y salud dirigidos a los hogares m?s pobres, al tiempo que m?s bien creci? el gasto que iba en esas ?reas en favor de grupos con mayores ingresos. La proporci?n de j?venes matriculados en secundaria no recobr? los niveles de 1980 sino hasta finales de los noventas, y eso caus? que asistiera a secundaria una quinta parte menos. Esos j?venes son ahora la generaci?n m?s numerosa de trabajadores de 30 a 45 a?os, con poco capital humano.

A esta lamentable circunstancia se uni? la muy significativa inmigraci?n de trabajadores no calificados que arribaron en esos a?os como producto de la guerra y las dificultades econ?micas de Nicaragua en los ochentas y noventas. El efecto fue un incremento muy sustancial en la oferta de trabajo no calificado.

Pero tambi?n afecto la pobreza -y m?s tarde la distribuci?n del ingreso-el cambio en la demanda laboral, que con la inform?tica por una parte y el crecimiento de la producci?n industrial China basada en muy bajos salarios por otra, llev? a demandar -para producir exportaciones- trabajadores con niveles mayores de educaci?n, m?nimo con secundaria completa. El pa?s hizo muy bien en adaptarse a esos cambios tecnol?gicos y del comercio mundial, pero eso dificult? a los j?venes de familias pobres con poca educaci?n encontrar empleos formales que paguen el menos el salario m?nimo, y disminuy? el salario real que en otras condiciones se habr?a dado para trabajadores no calificados.

Un segundo error surgido del exceso de gasto anterior, fue recortar la inversi?n en infraestructura, sin luego recuperarla. As? no solo se afectaron costos de transporte, energ?a y otros sino que se dej? de aumentar la demanda por trabajadores no calificados que son usados intensamente en el sector construcci?n, lo que hubiera mejorado el nivel de empleo y los salarios para los trabajadores de las familias pobres.

Otro error fue el sistema de incentivos para disminuir la planilla, que alent? la salida del sector p?blico de muchos de los mejores profesionales. Esto se dio al tiempo que el gobierno pas? de un papel productor a uno de regulador, que demanda profesionales con mucha experiencia.

Al no contar ni con la infraestructura necesaria ni con la capacidad burocr?tica requerida para eficiencia en el sector p?blico, se afect? la productividad en el sector privado.

La adopci?n de las reformas en Costa Rica fue inicialmente r?pida y fuimos considerados por el BID como un reformador pionero. Durante ese per?odo logramos reducir la pobreza y volver a los niveles anteriores a la crisis. Pero luego el debilitamiento de las estructuras del bipartidismo dificult? la toma de decisiones. No se aprob? el PAE 3, ni la apertura de los monopolios estatales, ni la venta de algunos activos gubernamentales para cambiarlos por otros (vender banca y seguros para tener m?s escuelas, carreteras, puertos).

Para enfrentar esos tres errores en la forma de disminuir el gasto se intentaron diversas medidas. Unas exitosas como las reformas a pensiones y al sector salud por los tres gobiernos de los noventas, y el incremento en la educaci?n secundaria a fines de esos a?os. Otras de vida limitada como la descentralizaci?n para ejecutar obra del Tri?ngulo de Solidaridad, los programas de enfoque del gasto social como el SIPO y las concesiones que se aceleraron en su estudio y contrataci?n a fines de los noventas, pero se paralizaron despu?s. Y hasta se agravaron los efectos nocivos cuando -ante la gran recesi?n de 2008- se aument? la planilla estatal y se volvi? a tener d?ficit en cuenta corriente.

De esta forma el efecto acumulado de la carencia de infraestructura y de recursos fiscales y de la ineficiencia gubernamental, se hizo sentir cada vez m?s en su impacto sobre la capacidad de un crecimiento eficiente y compartido. As? lo demuestra el muy pobre crecimiento de la productividad en la primera d?cada de este siglo comparado con los a?os noventa.

Si hubi?semos podido invertir adecuadamente en infraestructura, tener una regulaci?n burocr?tica menos entorpecedora y lerda y servicios p?blicos m?s eficientes y baratos?otro gallo habr?a cantado.

Esta es la agenda incumplida que enfrentamos: calidad y universalizaci?n de la educaci?n secundaria y mayor capacitaci?n laboral, inversi?n en infraestructura y equilibrio financiero y eficiencia en el gobierno.

Escrito por Miguel Angel?Rodr?guez | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Fecha de publicaci?n: 9-Ene-2015
Fuente: crhoy.com

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