Los Especialistas » Miguel Angel Rodríguez por Academia de Centroamérica
Enero 27, 2022 4:13 am
Esta es una pequeña nota para comentar como -especialmente ante los grandes cambios que ha sufrido nuestra economía en estos años de pandemia- es preciso ser cuidadoso con las series que se analizan.
Hemos venido comentando en los últimos años los resultados económicos con mucho énfasis en el PIB y en las exportaciones. Pero en los dos últimos años se ha producido un importante cambio en la composición tanto de la producción como de las exportaciones que ameritan tomar en consideración otros elementos.
El crecimiento de las exportaciones en 2021 fue muy considerable tanto en el régimen definitivo como en los regímenes especiales.
En el régimen definitivo el crecimiento de las exportaciones fue de 16,4% del 2020 al 2021. Habían disminuido en 2019 y de nuevo en 2020. Pero las exportaciones de los regímenes especiales además de que sí crecieron en 2019 e incluso en 2020, en 2021 explotaron con un aumento de 29,7%. Así, de 2018 a 2021 las exportaciones de los regímenes especiales crecieron más de cuatro y media veces más rápido que las del definitivo. (46,3% vs 10,1%). Las exportaciones de los regímenes especiales pasan de representar un 51,9% de las totales en 2018, a ser un 58,6% cuatro años después en 2021.
Con este cambio en la composición de las exportaciones se da también un cambio en la estructura del PIB y aumenta la importancia de la contribución de la producción de las zonas francas y de perfeccionamiento activo. Aunque la proporción del PIB generada por los regímenes especiales es mucho menor a la que tienen sus exportaciones respecto al total exportado, es un efecto que tiene importancia.
Pero la contribución al Ingreso Disponible de ambos regímenes es diferente, y, por lo tanto, también es distinto su aporte al consumo y al ahorro nacionales.
Lo que sigue no se debe tomar como un argumento en contra de los regímenes especiales, cuyo aporte a la economía nacional se ha resaltado durante esta dura época de la pandemia. Sin esa contribución el aumento del desempleo y del empobrecimiento habrían sido mayores. Pero sí como una llamada de atención sobre la inconveniencia de basar en estos años el análisis de la producción y de sus efectos sobre el bienestar solo en las exportaciones y el PIB.
Las ganancias de los regímenes especiales -como es lógico- son en favor de quienes han tomado el riesgo de hacer las inversiones de esas empresas y como son esencialmente inversión extranjera salen del país, y no engrosan los recursos disponibles para que los agentes económicos nacionales financien su consumo y su ahorro. Por supuesto que sí engrosan el Ingreso Nacional Disponible los salarios y los impuestos pagados, y los pagos a los factores de la producción y al gobierno de las empresas que les aprovisionan bienes y servicios a quienes operan en los regímenes especiales.
Al pasar del PIB al Ingreso Nacional se deben sumar los ingresos por pagos a los factores de producción nacional empleados en el extranjero y restar los egresos por los pagos a factores extranjeros ocupados en la producción nacional. En estos últimos años, el segundo componente, que hay que restar al PIB, es de 7 a 9 veces mayor al primer componente, que hay que sumar al PIB. Otro ajuste para pasar del PIB al Ingreso se debe a las transferencias corrientes que los costarricenses hacen al exterior y las que reciben. En este caso el impacto es positivo, pero mucho menor al relacionado con pagos a los factores. Finalmente, el PIB se afecta para llegar al Ingreso Nacional Disponible Bruto tomando en cuenta las ganancias o pérdidas que tengamos por los cambios en los términos de intercambio, que miden como los cambios en los precios de las exportaciones y de las importaciones nos permiten generar más o menor ingreso. En 2021 el efecto negativo del cambio en los términos de intercambio, aunque es muy superior al de años anteriores e incluso había sido positivo en 2019 y 2020, es de un orden varias veces menor al impacto negativo de los otros ajustes.
Según el Informe Macroeconómico del BCCR de octubre mientras en 2021 el PIB se estima crezca un 5,4% para el Ingreso Disponible se esperaba un 3,1%. En ese año recién pasado no solo crecieron los pagos a los inversionistas de regímenes especiales por el extraordinario aumento de su producción (crecieron un 8%), sino también nos vimos afectados por un deterioro del poder de compra de nuestras exportaciones, causado por el importante aumento de los precios del petróleo y sus derivados, de los alimentos y bienes genéricos y de los fletes.
El menor crecimiento del Ingreso se refleja en el consumo, una de las variables más importantes para evaluar el cambio en el bienestar ciudadano. El BCCR en octubre estimó que crecería solo un 2,8% en 2021, no pudiendo compensar la caída en 2020 de 3,7%.
En relación con el desempleo que es sin duda el mayor problema nacional de corto plazo, se nos da una situación similar.
Cuando hay un cambio tan drástico en las condiciones de empleo como que disminuya la población ocupada en casi un 23% como ocurrió en el primer año de la pandemia, es engañoso solo considerar la tasa de desempleo. Es un fenómeno bien documentado que cuando se producen estos drásticos cambios muchas personas que pierden su empleo, abandonan al menos temporalmente la búsqueda de trabajo. De esta manera baja la tasa de participación que mide la proporción de la población con un cierto mínimo de edad que trabaja o desea trabajar. Como la tasa de desempleo se calcula como la proporción de los desempleados entre la suma de quienes están ocupados y quienes buscan trabajo, si la tasa de participación baja se divide el número de desempleados entre una cantidad menor, y se subestima el impacto del desempleo. Por eso con relación al empleo es mejor analizar el impacto del deterioro económico considerando la cantidad de personas ocupadas, y claro, tomando en cuenta la realidad de ese cruel fenómeno en los distintos grupos poblacionales por sexo, edad y regiones del país.
Fuente: CR Hoy