Discurso del Presidente de la República de Costa Rica, Miguel Angel Rodríguez Echeverría, Inauguración de la XXXI Asamblea General de la Organización de Estados Americanos Teatro Nacional
3 de junio de 2001.
Señores Presidentes de los altos Poderes del Estado
Señoras Vice Presidentas de la República
Señores Expresidentes de la República
Señores Ministros de Relaciones Exteriores de los países Miembros y Observadores
Señor Secretario General de la OEA
Señor Secretario General Adjunto de la OEA
Señores Delegados
Señores Ministros de Estado
Señores Embajadores acreditados en Costa Rica
Señores Jefes de Organismos Internacionales acreditados en Costa Rica
Señores Rectores de las Universidades
Señores Invitados Especiales
Señoras y Señoras:
Carpe diem... nos decía Horacio. ¡Y cuánta razón tenía al insistir en la importancia de aprovechar el día, en esta vida fugaz! Son 28.300 los días que logra vivir una persona a sus 77,48 años, la esperanza de vida de un costarricense. No obstante, en ese breve período se renueva profundamente el imaginario colectivo e incluso la escala de valores y las perspectivas de desarrollo de una nación, de un continente.
No solo es sorprendentemente breve y acompañada de acelerados cambios la vida de un ser humano. También es corto el lapso en que suele renovarse el propio concepto de un pueblo sobre sí mismo y el instante en que podemos contribuir al "mejor de todos los mundos posibles", al decir de Leibniz. Ese instante que nos concedió Dios, para que usando el libre albedrío, tuviéramos una ocasión para perfeccionar el mundo en que vivimos.
Entre nuestros países, pocos sobrepasan el borde de los 80 mil días como naciones independientes. Somos, en consecuencia, países peligrosa y prometedoramente jóvenes, por lo que no podemos resistirnos al cambio, menos en este siglo en que el cambio es vorágine. No podemos permanecer indiferentes ante las necesidades de las personas y su derecho a la felicidad. No podemos dejar pasar el momento de contribuir a mejorar su vida. Carpe diem... nos decía Horacio.
Como pueblos jóvenes tenemos el compromiso de dirigir los procesos de cambio, así como de renovar eficaz y profundamente los medios que nos permiten hacer realidad los más preciados sueños. Y el sueño que hoy compartimos es el de un hemisferio de mujeres y hombres libres y dignos, unidos en democracia, con plena vigencia de los derechos humanos y con economías eficientes, abiertas, integradas, justas y solidarias. Un hemisferio que encuentra en esas conquistas la fuerza para construir un desarrollo humano sin precedentes.
Por eso hoy es un día de esperanza para todos. Nos hemos reunido acá para reafirmar lo que queremos ser: pueblos que edifican solidariamente su bienestar, que hacen realidad sus sueños. Estamos reunidos para avanzar en los cambios necesarios para el fortalecimiento de nuestras democracias, del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, de la integración hemisférica y el desarrollo humano en el continente.
Bienvenidos a Costa Rica, al corazón de este continente joven de pueblos que golpean las puertas del futuro. Bienvenidos a esta tierra de libertad, justicia y esperanza, de gente solidaria y trabajadora, de hombres y mujeres que protegen los recursos naturales, que viven la democracia y el respeto a los derechos humanos, que sustentan su convivencia en el imperio de la ley, en la paz y la tolerancia, en la dignidad y la diversidad humanas.
Porque constituyen el modo de vida de las y los costarricenses, es que la política exterior de nuestro país se sustenta, de modo inquebrantable, en la preservación de la libertad, la construcción de la paz, la protección del ambiente como expresión de la defensa de los derechos humanos de las generaciones futuras, la defensa de la democracia y la promoción, respeto y plena vigencia de los derechos humanos.
Señoras y señores:
Hoy, en esta misma ciudad en la que se adoptó la Convención Americana sobre Derechos Humanos o "Pacto de San José" y que alberga con orgullo la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y la Universidad para la Paz, tenemos la oportunidad histórica, en esta trigésima primera Asamblea General de la OEA, de materializar un proceso nuevo, un proceso para la vivencia plena de los derechos humanos y para la defensa de la democracia.
Enriquecer la discusión sobre el tema ha sido el propósito de Costa Rica desde la celebración del Trigésimo Aniversario de la Convención y del Vigésimo aniversario de la Corte en noviembre de 1999, pues desde entonces solicitamos a la Secretaría General de la OEA que el tema central de esta Asamblea fuera la reforma al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Con ese mismo objetivo, presentamos nuestras propuestas y promovimos la conformación del Grupo de Trabajo Ad Hoc, que logró presentar una serie de recomendaciones a la Asamblea General del 2000 en Windsor, Canadá, y que son la base de las reformas que hoy nos convocan.
Los países americanos marcamos un hito en la historia cuando aprobamos el primer documento internacional de derechos humanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y luego edificamos el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Esto llena de legítimo orgullo a todos nuestros países, pero no podemos vivir de glorias pasadas. Así como en su momento fuimos pioneros y nos atrevimos al cambio, hoy debemos atrevernos nuevamente a avanzar hacia el sistema de protección de los derechos humanos que todos deseamos, un sistema más ágil y eficiente y acorde con las nuevas exigencias, para que desde Alaska hasta la Tierra del Fuego pueda cobijar y beneficiar a cada mujer y cada hombre de América.
Señoras y Señores:
América y el mundo entero nos observan. Hoy, a fin de proteger los derechos del más humilde e indefenso de los habitantes de este continente, somos responsables de aprobar cambios para mejorar al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y para promover y proteger la democracia, convirtiéndola en requisito fundamental para participar en nuestras organizaciones políticas y económicas.
Para ser consecuentes con nuestras pretensiones de justicia, protección y promoción de los derechos humanos, perfeccionando a tal efecto el Sistema Interamericano, es necesario asegurar un mínimo de recursos a la Corte y a la Comisión para que funcionen de modo permanente y aseguren así mayor y más efectiva protección a los derechos de todos; otorgar a las víctimas participación directa en todas las etapas de un proceso ante la Corte; garantizar un adecuado control del cumplimiento de las sentencias; y universalizar el sistema mediante la ratificación por parte de los Estados que aún no lo han hecho de la Convención Americana y sus instrumentos conexos y la aceptación generalizada de la jurisdicción contenciosa de la Corte.
Hoy existe consenso alrededor de esos objetivos y avances significativos en cada uno de ellos, a la vez que para seguir avanzando en estos campos se asignan responsabilidades específicas tanto a la Organización de Estados Americanos en su conjunto como a los Estados miembros, y en cuyo íntegro cumplimiento Costa Rica empeñará, junto a ustedes, todos los esfuerzos necesarios.
Para asegurar adecuado financiamiento a la Corte y a la Comisión, es de gran relevancia el acuerdo para crear un Fondo Específico para el Fortalecimiento del Sistema, así como el mandato para que se elabore un plan para incrementar sustancialmente el presupuesto de ambos órganos, tarea a la que debe abocarse el Consejo Permanente con la prioridad que esto requiere. Pero a los Estados también nos queda la responsabilidad de incrementar nuestros aportes al Sistema, para que pueda atender la creciente cantidad de casos y sin que para ello sean obstáculos ni la ínfima cantidad que ello representa en el presupuesto total de cada país, ni la necesidad de mejorar, paralelamente, la estructura de gastos. Este aumento de las contribuciones estatales debe contemplar también la necesidad de sufragar los gastos para dar cumplimiento a los acuerdos de Québec y para que la OEA actúe como Secretaría de ALCA.
Esto, a su vez, es la base indispensable para el funcionamiento permanente de la Corte y la Comisión, posibilidad que por primera vez se encomienda expresamente al Consejo Permanente para su estudio, en estrecha coordinación con ambos órganos.
Mucho nos satisface que mediante la reforma a los reglamentos de la Comisión y de la Corte se garantice a las víctimas la participación en los procesos, tal y como ha venido propugnando Costa Rica. Para complementar este gran avance es de capital importancia el mandato girado al Consejo Permanente para emprender acciones concretas que hagan aún más amplio ese acceso, que en nuestra opinión y la del Presidente de la Corte debe contemplar incluso el acceso directo ante la Corte –ius standi-, para lo cual es necesario dictar el instrumento jurídico adecuado.
Para garantizar la efectiva protección de los derechos fundamentales y un adecuado seguimiento y control de las recomendaciones, decisiones o sentencias, es fundamental el acuerdo para que la Asamblea General conozca los informes de la Corte y la Comisión que examinen ese aspecto. En este sentido, el Consejo Permanente deberá tomar acciones para mejorar aún más ese control y reiteramos nuestro llamado a los países aquí presentes, que aún no lo han hecho, para que ratifiquen la Convención Americana y sus instrumentos conexos y para que reconozcan la jurisdicción contenciosa de la Corte.
Costa Rica se congratula por los avances que se han podido construir y confía en que tanto la Organización de Estados Americanos y sus órganos como los Estados, sabrán cumplir con las responsabilidades específicas que se derivan de los acuerdos alcanzados, porque ello es fundamental para el bienestar de todas y cada una de las personas del continente.
Señoras y señores:
Es una característica distintiva de nuestra época, el universal reconocimiento de que la vivencia plena de los derechos humanos, entendidos en su más amplia expresión, solo puede lograrse en el marco institucional que provee la democracia y que, en conjunción con el funcionamiento de mercados libres, éstos son los elementos fundamentales del desarrollo humano.
De ahí que resulte imperativo, como lo señalaron los Presidentes y Jefes de Estados en la Tercera Cumbre de las Américas, en Québec, adoptar medidas para promover y proteger activamente el sistema democrático, incluso entendiéndolo como requisito sine qua non para la participación en los mecanismos de libre comercio.
Adoptar acciones concretas para defender, proteger y promover la democracia no es solo un deber moral, sino que también es un elemento crucial para tener éxito en su preservación. Hoy tenemos el legítimo orgullo de que esta Asamblea General coincida con la celebración de elecciones libres y transparentes en la hermana República de Perú, en gran parte gracias a la acción decidida que hace un año no dudamos en adoptar en el seno de la OEA, esfuerzo en el que nos enorgullece haber trabajado intensamente junto con Argentina, Canadá y Estados Unidos.
El caso peruano prueba, elocuentemente, que resulta esencial aprobar en esta Asamblea General la Carta Democrática Interamericana, elaborada a partir de la iniciativa de Perú. En este sentido, es un importante avance la inclusión del concepto de "alteración inconstitucional", pero es necesario complementarlo con la cláusula democrática que hemos impulsado con ahínco, a fin de que se excluya de los mecanismos de integración comercial a los países que no respeten el sistema democrático, tal como se ha contemplado por parte de la Unión Europea y del Mercosur -que incluso la aplicó exitosamente-, entre otros mecanismos multilaterales.
Con la cláusula democrática, se invierten los incentivos que muchas veces han hecho que sectores poderosos entren en colusión con grupos antidemocráticos para romper el orden constitucional, puesto que de existir esa cláusula pagarían un elevado costo por su accionar y, en consecuencia, dichos sectores más bien tendrían un incentivo adicional para actuar a favor del mantenimiento del sistema democrático.
Avanzar en democracia, en protección a los derechos humanos, es el sustento político del proceso hemisférico de integración que llevamos adelante con el ALCA y los demás procesos bilaterales, regionales y multilaterales en que participamos. Es trabajar por una visión integral y de conjunto para el desarrollo humano de los pueblos de América, de nuestras familias, reconociendo que es una tarea universal; imposible de alcanzar mediante el esfuerzo aislado de una persona, un gobierno o un país.
Señoras y Señores:
Para los costarricenses la democracia y los derechos humanos son una forma de vida, forman parte de nuestras raíces y de nuestra identidad. Por ello consideramos un privilegio haber participado en la creación y fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y un honor servir a la defensa de la democracia. Nos honra que tales sean los temas centrales de esta trigésimo primera Asamblea General de la Organización de Estados Americanos.
Porque la democracia y los derechos humanos son sistemas perfectibles, porque se encuentran en constante ajuste y modernización, porque de su futuro depende en gran parte el bienestar de la gran familia americana, nos hemos reunido en Costa Rica para reafirmar nuestro compromiso de seguir trabajando para fortalecerlos.
Avanzar en democracia, en protección a los derechos humanos, unidos, bajo el amparo de la OEA, es contribuir al entorno estable y competitivo que requieren nuestras economías pobres y en desarrollo para aprovechar las oportunidades de la integración comercial, para crecer a tasas mayores, para generar más y mejores empleos y reducir la pobreza que tanto nos afecta.
La vivencia democrática, la plena vigencia de los derechos humanos y la libertad de mercado, que potencie lo mejor de las capacidades y la creatividad de las personas, son aspectos fundamentales para impulsar los elevados niveles de desarrollo humano en el continente que constituyen nuestra común aspiración.
Somos un continente que empieza un milenio construyendo un orden nuevo para los derechos humanos, para la paz duradera, para la democracia y el crecimiento económico solidario y en libertad. No cabe duda que América será muy pronto "el continente del porvenir" que todos soñamos.
Para que cada hombre y cada mujer de América puedan disfrutar de ese sueño de libertad, justicia, dignidad, paz y bienestar, para que en todo el continente prime la esperanza, debemos actuar ya para fortalecer el sistema de protección y promoción de los derechos humanos y para proteger y promover la democracia. Hagámoslo por ellos. Hagámoslo ya. América espera que actuemos. Carpe diem...
Dios permita que esta Asamblea General sea de provecho para todos los pueblos americanos. Muchas gracias.