Discurso del Presidente de la República de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, durante la Inauguración del XIX Curso Interdisciplinario en Derechos Humanos, Auditorio del Poder Judicial
Lunes 18 de junio de 2001.
Muy buenas noches tengan todos ustedes.
"Uno de los recuerdos más vivos de mi niñez, cita Fernando Savater a Gabriel Jakson en Política para Amador, es el de haber escuchado en la radio el segundo combate de boxeo entre el norteamericano negro Joe Louis y el peso pesado alemán Max Schmeling. Schmeling había dejado fuera de combate a Louis en el primer asalto y la prensa nazi habló con elocuencia de la superioridad innata de la raza blanca. En el combate de vuelta, Louis dejó fuera de combate a Schmeling en el primer asalto, si no me falla la memoria. El árbitro puso el micrófono ante el vencedor y le preguntó emocionado: "Bueno, Joe, ¿te sientes orgulloso de tu raza esta noche?", y Louis contestó con su deje sureño: "Sí, estoy orgulloso de mi raza, la raza humana, claro".
Con base en esas reveladoras palabras, Savater sostiene que "lo que importa no es nuestra pertenencia a tal nación, a tal cultura, a tal contexto social o ideológico (…) sino nuestra pertenencia a la especie humana, que compartimos necesariamente todos lo hombres de todas las naciones, culturas o estratos sociales. De ahí proviene la idea de unos derechos humanos, una serie de reglas universales para tratarnos los hombres unos a otros, cualquiera que sea nuestra posición histórica accidental. Defender los derechos humanos universales supone admitir que los hombres nos reconocemos derechos iguales entre nosotros, a pesar de las diferencias entre los grupos a los que pertenecemos: supone admitir, que es más importante ser individuo humano que pertenecer a tal o cual raza, nación o cultura".
Precisamente, eso es lo que están confirmando ustedes, representantes y miembros de gobiernos, organismos internacionales, organizaciones de la sociedad civil e instituciones educativas, con su participación en este Curso Interdisciplinario en Derechos Humanos. Porque su presencia aquí habla elocuentemente de su compromiso con esa causa, que es la de todos los seres humanos.
Arriban ustedes a nuestro país a pocas semanas de haberse celebrado aquí, en San José, la XXXI Asamblea General de la Organización de Estados Americanos. Ocasión en la que discutimos las reformas necesarias para el fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos; para que éste sea más ágil, eficiente, congruente con las nuevas demandas y situaciones de todos los americanos.
Costa Rica, como país comprometido con esta causa, ha venido expresando que para ello es necesario actuar en cuatro áreas fundamentales: a) asegurar un mínimo de recursos a la Corte y a la Comisión para que funcionen de modo permanente y puedan garantizar una mayor y más efectiva protección a los derechos humanos. B) Otorgar a las víctimas participación directa en todas las etapas de un proceso ante la Corte. C) Garantizar un adecuado control del cumplimiento de las sentencias; y d) universalizar el sistema mediante la ratificación por parte de los Estados que aún no lo han hecho de la Convención Americana y sus instrumentos conexos y la aceptación generalizada de la jurisdicción contenciosa de la Corte
Nos complace que en la Asamblea General se girara una disposición para que el Consejo Permanente de la OEA tome acciones que permitan, en un plazo cercano, aumentar sustancialmente los recursos que reciben estos órganos, y que se aprobara la creación del Fondo Especial Voluntario para fortalecer el Sistema mediante contribuciones. En este sentido, el Consejo Permanente de la OEA debe darle prioridad al plan para incrementar sustancialmente el presupuesto de la Corte y la Comisión. En tanto los Estados Miembros, debemos incrementar nuestros aportes al Sistema, para que éste pueda atender la creciente cantidad de casos.
Otro logro fue el mandato al Consejo Permanente para que éste emprenda acciones concretas que hagan aún más amplio el acceso de la víctima a la Corte, contemplando para ello la posibilidad de dictar el instrumento jurídico adecuado que habilite la figura del IUS STANDI.
Se le encomendó, además, al Consejo Permanente tomar acciones con el fin de mejorar aún más el control de las sentencias, recomendaciones o decisiones, a lo cual contribuirá la Asamblea General examinando los informes de la Corte y de la Comisión que se refieran a acatamiento por parte de los Estados. Para ello, es también fundamental que los países que aún no lo han hecho, ratifiquen la Convención Americana y sus instrumentos conexos y reconozcan la jurisdicción contenciosa de la Corte.
A esta lista tenemos que aunar otro logro: la Resolución de San José, aprobada por consenso en la Asamblea General. La Resolución de San José recoge los principios y mecanismos para proteger la democracia en el hemisferio. Su texto final, como Carta Democrática, deberá estar lista para su conocimiento en la Asamblea General Extraordinaria a celebrarse en Lima, Perú, a más tardar el 30 de setiembre de este año.
La Carta Democrática es un mandato de la Declaración de Quebec y cinco países, entre ellos Costa Rica, se dieron a la tarea de redactarla. Es un complemento a la Cláusula Democrática que Costa Rica impulsó y logró aprobar en la Tercera Cumbre de las Américas.
Lo esencial de la Cláusula Democrática es la posibilidad de excluir de los mecanismos de integración comercial a los países que no respetan el sistema democrático, tal y como ya lo han hecho la Unión Europea y el MERCOSUR. Y tal como estamos dispuestos a hacerlo todos los países miembros del Grupo de Mecanismo de Diálogo y Concertación Tuxtla, que la suscribimos el pasado viernes 15 de junio en El Salvador.
Con ambos instrumentos, la Cláusula y la Carta Democrática, ligamos la democracia y los derechos humanos con el progreso económico y social del continente.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos se ha edificado durante décadas, consolidándose poco a poco, mientras naciones y gobiernos van cayendo en razón acerca de la necesidad de proteger y resguardar los derechos de cada ser humano. Su mejoría demanda compromiso y perserverancia, particularmente de quienes estamos comprometidos con esta causa. Ya lo ha dicho Savater: "Tuvieron que pasar casi dos mil años para que se aboliera la esclavitud, para que las mujeres pudieran votar y ser elegidas para cargos gubernamentales, para que una asamblea mundial de naciones aprobara una declaración universal de derechos humanos."
Sólo para darnos una idea del lapso que puede transcurrir entre una propuesta y su concreción, permítanme darles un par de ejemplos. En 1965, Costa Rica revivió ante la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas la propuesta de creación del Alto Comisionado de los Derechos Humanos. Sin embargo, se requirieron 28 años, 28 años, para que esta iniciativa se convirtiera en realidad al ser aprobada en 1993 por la Cuadragésimo Octava Asamblea General de la ONU.
La Convención Americana de Derechos Humanos, suscrita en San José en 1969, todavía está en el proceso de ser ratificada por todos los Estados del hemisferio. ¡Treinta y dos años!
El Sistema Interamericano lo debemos mejorar continuamente, y la Asamblea General que acabamos de celebrar fue un paso en firme en el camino hacia su perfeccionamiento, que tuvo sus avances pero más importante aún, fue el hecho de que sentó responsabilidades claras para cada nación, para cada Estado y para la OEA que debemos afrontar por el ideal de los derechos humanos que nunca abandonaremos.
Al asumir cada uno su responsabilidad, al honrar cada país su compromiso, su parte en este proceso de perfeccionamiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, los más beneficiados son aquellos que hasta hora no tienen voz, son aquellos que claman justicia y desean alcanzarla. Ellas y ellos, son los que nos impulsan a llevar a cabo estas reformas. Ellos y ellas, son los que demandan que el respeto de los derechos humanos vaya de la mano con la democracia, pues saben que sin una no puede darse la otra.
Por ellos y ellas, Costa Rica, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y todos ustedes, debemos comprometernos con este proceso; convertirnos en educadores, pues estamos llamados a desempeñar un papel primordial en estas lides como miembros de una colectividad social, sensibles, formados y comprometidos con la causa de los derechos humanos, que es la de la todos.
En todo esto, la perseverancia es la clave del éxito. Para ello, los gobiernos, la sociedad civil y entidades como el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, así como todos los que creen en los derechos humanos, necesitamos aunar voluntades y esfuerzos para concretar las tareas que aún se gestan.
De ahí que la participación de todos, tema de este curso, sea decisiva. Tan decisiva, que por iniciativa de Costa Rica, la XXXI Asamblea General de la OEA, abrió y consolidó nuevos espacios de participación a otros actores en el Sistema Interamericano.
Alrededor de 58 ONGs participaron en calidad de Invitados Especiales. Temas de su interés se incorporaron a las propuestas costarricenses, participaron en un encuentro de trabajo previo a la Asamblea General con representantes de estas organizaciones y delegados gubernamentales, incluyendo varios Cancilleres y el Secretario General Adjunto, y su posición formal fue trasmitida a la Asamblea General.
Lo que buscamos, en síntesis, es alcanzar una visión integral, de conjunto en este tema que es vital para los pueblos de América, para nuestras familias. El perfeccionamiento de nuestro sistema de protección a los derechos humanos debe constituirse en un quehacer de todos. Un proyecto común que no puede materializarse mediante el esfuerzo aislado de una persona, de una organización, de una nación o un gobierno. De ahí la necesidad de que todos nos convirtamos en impulsores y garantes de este proceso.
Soñar con un hemisferio de mujeres y hombres libres y dignos, unidos en democracia, con plena vigencia de los derechos humanos y con economías eficientes, abiertas, integradas, justas y solidarias, no tiene nada de utopía. Hacia esa meta nos dirigimos todos cada jornada. Vivimos un proceso que llevará a América a convertirse en el "continente del porvenir". Un continente en el que sus habitantes están orgullosos de pertenecer a una raza, la humana, en las esclarecedoras palabras de Joe Louis.
Permitámoslo imaginarlo así. John Dewey, en Una Fe Común, nos dijo que "las metas e ideales que nos mueven se generan a partir de la imaginación. Pero no están hechos de sustancias imaginarias. Se forman con la dura sustancia del mundo de la experiencia física y social". Y nosotros estamos llenos de sustancia, de experiencia. Y esa experiencia, debe llevarnos a concretar en obras los esquemas de la imaginación.
Mis felicitaciones a don Pedro Nikken, por la exitosa labor que realizó en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y a doña Sonia Picado, por su nombramiento el día de hoy como Presidenta del Consejo Directivo de esta institución. Y mi más calurosa bienvenida a ustedes a nuestro país, al iniciarse este XIX Curso Interdisciplinario de Derechos Humanos. Un curso para defender los derechos de una sola raza, la humana, claro.
Muchas gracias.