Proclama del Presidente de la República de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, en la celebración del 145 aniversario de la Batalla de Santa Rosa

Martes 20 de marzo de 2001.

Veinte de marzo de 1856. Se respira en el aire la agitación y la ansiedad de nuestros soldados por enfrentar y acabar con el enemigo filibustero que está desde el 16 en nuestro suelo patrio. Estamos bien organizados. Los hemos seguido; sabemos que están aquí, en la Hacienda Santa Rosa. Estamos listos para iniciar la batalla. La primera bala es nuestra. La victoria será nuestra.

Hace 145 años así pensaban nuestros humildes pero heroicos soldados. Teníamos que empuñar las armas para defender nuestras familias, nuestra soberanía, nuestra libertad, nuestros valores.

Podría verse como una escaramuza, pues la batalla no duró más de veinte minutos. Pero Santa Rosa fue más que eso. Fue confianza, ánimo, aliento. Fue el primer paso para la victoria. Así nos lo confirma el recordado y admirado historiador, Carlos Meléndez, en el más completo y fidedigno relato de este suceso. Sentencia el historiador que:

"Santa Rosa dio a los costarricenses la confianza en la victoria final y fue émulo para seguir adelante y llegar a Rivas. Santa Rosa brilló siempre como una antorcha de libertad. El nombre de Santa Rosa señala hoy la decisión inquebrantable de Costa Rica de derrotar y vencer a todo poder extranjero que pretenda mancillar nuestra soberanía y nuestra independencia."

Por eso, hoy, aquí, ciento cuarenta y cinco años después de que se tiñera con sangre esta tierra, celebramos el inicio de la victoria. Estamos arrinconando a nuestros enemigos. Los estamos llevando adonde queremos. No nos pueden vencer. Estamos haciendo prisioneros al miedo, a la desesperanza, a la ignorancia y a la enfermedad; a la corrupción, al narcotráfico y a la violencia familiar. Somos más, somos más fuertes que ellos… Y ellos lo saben.

Nos inunda hoy como ayer un furor por la lucha. Por doquiera las familias costarricenses realizan actos heroicos. Miles y miles de costarricenses empuñan las armas de hoy: el afán de ser siempre mejores, la responsabilidad personal y la solidaridad social, la disciplina individual y la consagración a la excelencia y al conocimiento.

Estamos henchidos de orgullo patrio. Nos sentimos capaces de cualquier cosa. Y lo somos. Somos capaces de convertir los más grandes, los más ambiciosos retos en conquistas. Los niños, niñas y jóvenes que han emulado durante este mes a los soldados de aquella gesta, portando desde el Parque Central hasta aquí el Pabellón Nacional, quieren escribir una nueva historia, quieren gestar una nueva victoria. Por eso, precisamente por eso, tenemos que seguir adelante en nuestras luchas y no claudicar jamás. No hemos sido ni seremos nunca un pueblo que se conforma con poco. Siempre, en todo momento, los costarricenses nos sentiremos capaces de enfrentar y vencer a nuestros enemigos.

Lo hicimos antes, lo haremos ahora; porque sabemos que todavía nos falta mucho, muchísimo por hacer.

Mientras haya un solo padre que no sea responsable por su hijo; mientras hayan menores de 15 años que tengan que trabajar y no puedan prepararse para la Nueva Economía. Mientras haya una jovencita o un niño siendo explotado sexualmente. Mientras una persona con discapacidad viva sin oportunidades para enfrentar su entorno. Mientras una sola familia costarricense sea pobre y no tenga oportunidades de superación ni asistencia. Mientras haya mujeres, niños, niñas y adultos mayores que sufran de violencia intrafamiliar. Mientras los accidentes viales sigan asolando nuestras carreteras y los delitos menores queden en la impunidad. Mientras los enfermos de cáncer no cuenten con la prevención y los tratamientos adecuados…no nos podemos detener.

¡Adelante pues, costarricenses, que la lucha apenas empieza!


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