Discurso del Presidente de la República, Miguel Ángel Rodríguez, durante la entrega de la restauración del Monumento Nacional, Parque Nacional
Viernes 1 de marzo, 2002.
Muy buenos días, señores Ministros, Viceministros, directores, profesoras, queridos jóvenes estudiantes.
Ciento cuarenta y seis años atrás, en la Campaña del cincuenta y seis, miles de hombres y mujeres, anónimos e inmortales, lucharon contra la horda filibustera y defendieron con cada gota de su sangre la libertad y la soberanía de la tierra que los vio nacer.
A ellos, a quienes con valentía nos legaron a nosotros, a nuestros hijos y nietos esta Patria libre y solidaria; a ellos que se convirtieron en héroes e inspiración para todos nosotros, a ellos se les erigió este Monumento de bronce. Un Monumento con valor espiritual permanente, al que acudimos, como nos advertía el maestro García Monge, "en horas solemnes como la presente, a renovar la fe en los destinos de la Patria, a buscar inspiración y luces, enseñanzas y estímulos para continuar la ruta emprendida, en alto la cabeza y regocijado el corazón."
En sus 106 años hemos visitado muchas veces este lugar sagrado. Y lo hemos hecho siempre conscientes de su valor emblemático. Sin embargo, dejamos que el tiempo pasara y que la estructura se erosionara por el paso implacable del tiempo y por la torpeza de las reparaciones anteriores. Teníamos, más que nunca, que socorrerlo. Teníamos que aliviar la corrosión, cerrar las grietas, limpiar y consolidar el pedestal y asegurarnos que el Monumento Nacional pudiera continuar con la misión que le fue encomendada por nuestros ancestros.
Y así lo hicimos. Nos abocamos a la restauración. Y gracias al trabajo escrupuloso de especialistas, nuestro Monumento Nacional verá otra vez imponente el amanecer de una nueva era.
Vivimos en efecto una nueva era, en la que marcha un ejército de estudiantes, niños y niñas y jóvenes que con el saber edifican su futuro. Una nueva era en la que nuestros infantes menores de cinco años son tempranamente estimulados, gracias al Programa De la Mano. Una nueva era en la que son más y más los niños y jóvenes que se mantienen en las aulas, porque reciben becas y bonos para no renunciar a la posibilidad de educarse.
Vivimos una nueva era en la que nuestros estudiantes se integran a la economía del conocimiento, gracias a los laboratorios de informática. Una nueva era en la que los costarricenses más jóvenes aprenden a amar a su Patria y, por eso, Cívica es ahora una prueba para aprobar el bachillerato.
Una nueva era en la que nos preparamos para continuar luchando y venciendo a los filibusteros que nos ataquen. A los filibusteros del miedo, del terrorismo, de los fanatismos y la arrogancia; de la pobreza, la miseria y la desesperanza. A los de la contaminación, el narcotráfico, la inequidad, la violencia familiar y la ignorancia.
Para luchar contra ellos, como lo hicieron nuestros antepasados en el 56, tenemos que ser valientes. Nuestra causa es santa: "el triunfo es seguro", nos indicó Mora. Y para alcanzarlo, sumemos ilusiones, voluntades y realizaciones. Sumemos trabajo, pero también sumemos nuestros corazones. Sumemos nuestras ilusiones y también la voluntad para echar adelante proyectos. Sumemos nuestras esperanzas. Sumemos un pragmatismo de responsabilidad y trabajo.
Hagámoslo por las generaciones del presente, por los niños y niñas que aún no han nacido, y por respeto y honor a nuestros antepasados.
Costarricenses, nuestro destino es la victoria, es la esperanza, es el progreso, es el bienestar y la justicia.
La esperanza es nuestro futuro.
El progreso es nuestra bandera.
Costa Rica nuestra es y será misión. Muchas gracias.