Discurso del Presidente de la República, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, durante la inauguración del Seminario Mujeres, Pobreza y Derechos Humanos: CON VOZ PROPIA.
Miércoles 22 de agosto de 2001.
En el corazón de la Zona de los Santos y desde antes de que salga el sol, Elsa trabaja como recolectora de café, al igual que lo hizo su madre y su abuela. Cuando la cosecha termina, labora -por horas- como empleada doméstica en Aserrí. Tiene 39 años; es madre de seis hijos, el mayor de los cuales tiene 22 años y el menor tan sólo 3. A duras penas, ha enviado a sus hijas menores al Colegio de San Gabriel de Aserrí. Sabe que si terminan el colegio contarán con más opciones de vida. Elsa no quiere que sus hijos compartan su misma suerte.
Ligia, por su parte, vive con sus padres en Desamparados. Su madre, es ama de casa y su padre no labora por un problema cardíaco. Ligia no terminó la secundaria y trabaja en una tienda como dependiente. Tiene 20 años. A pesar de lo poco que gana, contribuye con su salario a solventar las más básicas necesidades de su familia. Quiere terminar el colegio, pero por el momento no puede costeárselo. En un par de meses se convertirá en madre de una pequeña. Aún cuando su compañero no la apoyó durante el embarazo, está muy ilusionada con su bebé. Dice que ahora tiene una razón más para luchar.
Historias como las de Elsa y Ligia se repiten todos los días. Todas son historias de mujeres que aman, ríen y sueñan con un futuro mejor para ellas mismas y sus familias. Todas son historias de mujeres que viven en la pobreza y que quieren salir de ella.
Señoras y señores:
Durante muchos años hemos visto crecer el número de hogares cuya cabeza es una mujer, como el de Elsa y escuchado de las necesidades que ellas enfrentan en lo que se refiere a préstamos u oportunidades de educación y capacitación, como en el caso de Ligia. Hemos hablado con muchas de ellas y compartimos su determinación por cambiar sus vidas y cumplir sus sueños; su deseo de alcanzar la igualdad y la equidad de género y el pleno goce de sus derechos humanos.
Lamentablemente, la pobreza en Costa Rica tiene rostro de mujer y de niños. Según la Encuesta de Hogares la edad promedio en la población pobre es menor que en la no pobre y es más frecuente la jefatura femenina entre las familias más pobres que entre las que viven en mejores condiciones. Uno de cada tres hogares pobres tenía una mujer como jefe en 1999, contra uno de cada 5 en los no pobres.
Esta ha sido una amarga realidad que hemos venido cambiando. Creemos que la pobreza puede erradicarse. Y que esto sólo se logra cuando hay oportunidades mediante una política social transparente, focalizada que potencie las capacidades de las personas, y brinde una mano solidaria a quienes por causas ajenas a su voluntad, no han podido forjarse un mayor bienestar.
Para ayudar a nuestras mujeres, a las familias pobres a superar su situación, cambiamos significativamente la forma en que se venían haciendo las cosas. Estábamos acostumbrados a los programas sociales no focalizados, que absorbían una gran cantidad de recursos en gastos administrativos, que pretendían solucionar la pobreza otorgando a diestra y siniestra un bono o dinero para comprar un diario.
Esto no resolvió la pobreza, y prueba de ello es que una de cada cinco familias continúa en esa situación. Por eso, realizamos un esfuerzo extraordinario para hacer más eficientes los programas sociales, y con el Sistema de Información de Población Objetivo (SIPO) lo estamos logrando. Nos hemos fijado metas claras; especializado y coordinado programas; creado mecanismos para garantizar que los beneficiarios realmente necesitan y reciban la ayuda, y nos hemos preocupado por institucionalizar la evaluación del cumplimiento y la rendición de cuentas.
Esto es, precisamente, lo que estamos haciendo en el caso de nuestras mujeres en condiciones de pobreza. Permítanme darle unos ejemplos. En el caso de las becas para primaria y secundaria, este año el 60% de las 41 mil becas a entregar serán para niñas y jóvenes, lo que demuestra nuestra firme intención de favorecer la educación femenina. Este compromiso también es evidente en el caso de los bonos de vivienda. De mayo del 98 al junio del 2001, de un total de 41.244, entregamos 19.459 bonos a mujeres jefas de hogar, lo que corresponde a un 47% de las soluciones totales de vivienda.
En el campo de la salud, cuando llegamos al Gobierno nos encontramos con que nuestro país contaba con un altísimo índice de muerte por cáncer de mama y cérvico uterino. Ante esta alarmante situación, Lorena, inició programas masivos que facilitaron la detección temprana de estas enfermedades; al punto que hemos pasado de un 17 a un 85% en la cobertura de la población en el caso del cáncer cérvico uterino.
Es más, si comparamos la mortalidad por cáncer cérvico uterino en 1997 y el año pasado, nos damos cuenta que ésta disminuyó en un 15%, lo que significa que 22 mujeres lograron sobrevivir a esta pesadilla.
Con el mismo grado de compromiso, Lorena se ha identificado con nuestras madres adolescentes. A ellas, las estamos ayudando proporcionándoles leche durante la época de embarazo y los primeros meses de lactancia mediante los CEN-CINAI. Les brindamos capacitación a través del Programa Construyendo Oportunidades, así como un subsidio temporal para cubrir sus gastos y asistencia profesional en lo que respecta a su autoestima, para que pronto puedan velar por sí mismas y por sus criaturas.
Igualmente valiosa es la ayuda que han recibido las jefas de hogar con el programa Creciendo Juntas, que ha capacitado desde mayo de 1998 a mayo del 2000 a 16.500 mujeres en condiciones de pobreza. Con este programa interinstitucional, estas mujeres se capacitan en fortalecimiento personal y en algún oficio o carrera no tradicional con gran demanda en el mercado, lo que les permite obtener mayores ingresos y bienestar para sus familias.
En cuanto a la atención de nuestras y nuestros adultos mayores pobres, avanzamos hacia la universalización de las pensiones del Régimen No Contributivo. Y lo estamos haciendo, con pensiones con montos mayores y entregando nuevas pensiones a beneficiarios que viven en muy difíciles situaciones, como debió de haber sido siempre.
Este es el caso de doña María Julia Araya Zumbado, vecina de Desamparados y que a sus 68 años de edad tiene que velar por su hija de 25, quien padece parálisis cerebral. El dinero que recibe doña María Julia le sirve para comprar la comida y pagar los recibos; cosa que no podría hacer sin esa ayuda.
No dudamos que la meta de entregar 85 mil pensiones en el 2001 se cumplirá y que más adultos mayores como doña María Julia vivirán un poco mejor gracias a la solidaridad del pueblo costarricense.
Y quiero recalcar algo. Hemos visto que las causas de la pobreza difieren de un caso a otro. Es preciso entonces llegar a cada persona, a cada mujer y su familia con las ayudas que requieren. Es preciso brindar la combinación correcta de asistencia social, capacitación, salud, vivienda, pensiones, becas, bonos y otros instrumentos, que nos permitan producir un cambio permanente y sostenible en el bienestar de esas mujeres y sus familias.
Pero esto no es todo. Les dije en principio que no sólo queremos –permanentemente- resolverle a la mujer pobre su difícil situación, sino incrementar sus capacidades para que salgan adelante por sí mismas. Y esto lo logramos con préstamos que les ayuden a emprender. Mediante un convenio, hemos elevado de manera significativa la cartera crediticia del Banco Nacional destinada a mujer. Actualmente el crédito para nuestras mujeres representa el 38% del total de la cartera destinada a la micro y pequeña empresa.
Estamos decididos a atacar a la pobreza desde una perspectiva integral, porque la pobreza puede erradicarse. La vemos como la expresión más grave de marginalidad y discriminación, que no sólo requiere de oportunidades, subsidios, capacitación y préstamos para superarse; sino la suscripción de leyes, protocolos y convenios internacionales para asegurar los derechos de quienes la padecen.
Recientemente aprobamos una Ley de Paternidad Responsable, la que hace honor a nuestro compromiso de generar justicia social y hacer realidad el derecho constitucional de todo niño o niña al apellido paterno. Esta ley es fundamental para prevenir la pobreza desde los primeros años de vida. La Ley de Paternidad Responsable obliga a los hombres a hacerse responsable de sus actos y contribuir a la manutención de sus hijos, con lo que esperamos que estos niños y niñas y sus madres vean satisfechas sus necesidades básicas y sus derechos no sean conculcados.
Además, desde el 9 de marzo de este año suscribimos el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer. Y estamos impulsando una novísima legislación para penalizar todas las formas de violencia contra las mujeres que se producen en el ámbito doméstico, en situaciones de poder o confianza; así como estamos educando a miles de niños y niñas en la cultura de la igualdad, del respeto mutuo a las diferencias y de la tolerancia recíproca.
Programas sociales eficientes, focalizados, especializados y coordinados, que trabajan con transparencia y rendición de cuentas. Capacitación para nuestras mujeres. Becas, bonos y pensiones para ellas. Generación de nuevas fuentes de trabajo. Nuevas oportunidades de formación para la madre adolescente y nuevas oportunidades de emprender para la mujer pobre que quiere ser empresaria. Nueva legislación con enfoque de género y contra la violencia intrafamiliar. Todas estas acciones, y muchas más, resumen nuestro sólido compromiso con nuestras mujeres y niñas, quienes libran cada día una lucha en pro de la igualdad, las oportunidades y las condiciones que promuevan su desarrollo humano.
Mis respetos a todas ellas, porque durante gran parte de nuestra historia han tenido que conquistar, por sí mismas y con gran esfuerzo y sacrificio, el derecho al reconocimiento de su propia identidad; el derecho a educarse; el derecho a ejercer su profesión; el derecho a la igualdad laboral, el derecho al sufragio y el derecho a ser elegida. Porque durante la mayor parte de sus vidas tienen que luchar para que sus derechos humanos se respeten. Derechos que nunca han sido "otorgados", sino que han sido reconocidos como resultado de la acción política constante y veraz de muchas y muchos de ustedes.
Durante años, he sido testigo de las luchas que las mujeres han librado por incorporar el enfoque de género en las políticas y acciones gubernamentales, y por hacer de nuestro país, un país más democrático, más equitativo, y con más oportunidades y condiciones reales para el desarrollo y la participación de las mujeres en el proceso de toma de decisiones.
Todas esas luchas no han sido en vano. Hemos avanzado mucho en cuanto al reconocimiento del papel fundamental que las mujeres desempeñan en todos y cada uno de los sectores de este país. Pero aún sabemos que queda mucho camino por recorrer.
Y para eso estamos reunidos hoy en este taller. Para encontrar las soluciones que nos faltan, para encontrar la forma de pasar de las palabras a la acción y lograr así entretejer una estrategia que nos permita llevar a cabo acciones con perspectiva de futuro, compartir experiencias y sueños e involucrar plenamente a los gobiernos nacionales en el combate a la pobreza y en prestarle a las mujeres los mecanismos de fortalecimiento personal, educación y capacitación profesional para que superen esa condición de vida.
La pobreza se puede superar. Y quién más que las mujeres para dar ese salto.
Muchas gracias por su participación en este encuentro.