Discurso del Presidente de la República, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, durante la firma de la Ley de Paternidad Responsable

Lunes 16 de abril de 2001.

Amigas y amigos:

Hoy es un gran día para la niñez costarricense y la defensa efectiva de sus derechos. Por años y años una cruel realidad ha asolado la vida de miles de mujeres y de sus hijos e hijas que venían a este mundo sin un padre declarado. Pero hoy le estamos poniendo un punto final a los días en los que los hombres podían eludir su deber de reconocer a sus hijos.

Hoy estamos dejando atrás los procesos de tres años de duración para lograr la declaratoria de paternidad y la pensión alimentaria. Hoy dejamos atrás la espera de 3 a 6 meses para realizar las pruebas de marcadores genéticos para determinar la paternidad. Hoy dejamos atrás la práctica en la que todos los costos debían ser asumidos por madres pobres y, peor aún, por madres adolescentes que no cuentan con los recursos para seguir adelante con tal engorroso proceso.

Por todo esto, hoy es un gran día. Un gran día para reivindicar los derechos de las niñas y los niños costarricenses, pero también para la integración familiar y para contar con incentivos que nos lleven a recuperar la responsabilidad de la paternidad. Porque con la Ley de Paternidad Responsable, que firmamos hoy, las cosas van a cambiar. Contaremos ya con un instrumento que es una llamada de atención a todos costarricenses para que, en el ejercicio de nuestra libertad, seamos responsables. Porque todos tenemos muy claro que somos libres. Pero muchas, demasiadas veces, a los costarricenses se nos olvida que el ejercicio de nuestra libertad conlleva responsabilidad.

Y lo más grave de esa "laguna", es que son niños y niñas, pequeños e indefensos, los que más sufren. Al dejar un hombre de lado su responsabilidad de velar por el bienestar de sus hijos e hijas, los está privando de su afecto, de su apoyo para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales y de ese maravilloso sentimiento de filiación que todos debemos tener con nuestros progenitores.

Por eso, a los miles de niños y niñas que nacen cada año sin un padre declarado nosotros teníamos que hacerles justicia. Teníamos que hacer valer la responsabilidad de sus progenitores, porque son muchas y muy duras las experiencias de aquellos que crecieron sin conocer el amor y el apoyo de sus padres biológicos. Ellos, todos ellos, han sufrido penurias y carencias, como nos lo hizo saber con su conmovedor relato Ambar Quesada.

A ellos, a todos ellos, teníamos que darles esa respuesta que tanto han esperado. De ahí nuestro enorme e inclaudicable esfuerzo para que el proyecto de Paternidad Responsable se convirtiera en Ley de la República, y pudiéramos así agilizar los procesos de filiación, fomentar la paternidad responsable y garantizar el resarcimiento de los gastos alimentarios de la hija o hijo, incurridos por la madre desde el embarazo y por un plazo de doce meses.

Al alcanzar este logro, permítanme agradecerle a los señores y a las señoras diputados por su apoyo a esta iniciativa; a las empresas Canal 6 y Canal 7, quienes duplicaron los espacios de pauta, en forma gratuita, para que pudiéramos trasmitir en forma más constante este mensaje a todos los costarricenses. Y, muy, pero muy especialmente, permítanme agradecerle a Lorena, por su compromiso personal, por su entusiasmo y férrea convicción en la necesidad de llevar adelante esta cruzada.

Fue Lorena quien presentó el tema de la filiación al Consejo de Gobierno y propuso la conformación de una Comisión para preparar la Ley. Fue Lorena, también, quien me apoyó en 1987, cuando empecé a hablar de la irresponsabilidad de la paternidad como la principal causa de violación de los derechos de los niños y niñas, de su incidencia en la reproducción de la pobreza y de muchas formas de delincuencia.

Junto a Lorena, doña Gloria Valerín y el Instituto Nacional de las Mujeres (IMANU), así como la Comisión redactora, merecen nuestra más sincera felicitación. Juntos, hemos librado una importante lucha y lo hemos hecho pensando en los derechos de los más pequeños, de los más frágiles, de nuestros niños y niñas.

Como les decía, esta iniciativa demuestra que en este país lo primero es la familia. Aquí viven mujeres y hombres libres, pero también responsables. Y la responsabilidad de los padres con los hijos, es una responsabilidad de primer orden. Todos queremos un país unido, solidario, que progresa en armonía con la naturaleza, y en el cual el desarrollo humano es el signo de nuestros tiempos. Para alcanzar estos propósitos, tenemos que empezar por lo básico, por lo esencial….y eso es la familia. Tenemos que rearfirmar nuestro compromiso con los niños y niñas costarricenses, porque ellos son el presente: porque ellos son semillas de esperanza en nuestras manos.

Ese compromiso con los costarricenses más jóvenes, nos ha llevado a proteger a la vida antes de nacer; a llevar a cabo programas para disminuir la mortalidad infantil y llevarla a la cifra más baja de América Latina continental, un 10.2 por mil.

Un compromiso que nos ha hecho formar a los jóvenes en sexualidad y valores morales y de familia, como lo hace el programa que impulsa Lorena, Amor Joven. Un compromiso que nos llevado a ayudar a la madre adolescente con Construyendo Oportunidades, para que ésta pueda ayudarse a sí misma y ofrecerle un mejor futuro a su hijo.

Nuestro compromiso con la niñez y la juventud, con sus necesidades, derechos y oportunidades, no es un enunciado de principios…es una larga lista de acciones y logros.

Este compromiso nos ha llevado a abrir programas; a ofrecer alternativas que no existían, como AULA ABIERTA, dirigido a los niños y niñas y jóvenes desertores y trabajadores de la calle, y "Nuevas Oportunidades Educativas", dirigido a los jóvenes que por una u otra razón no han terminado la secundaria, para que se reintegren al ciclo educativo y solventen su situación de vulnerabilidad y riesgo social. Con "Aula Abierta" y "Nuevas Oportunidades Educativas" estos niños y niñas y jóvenes podrán educarse, superarse y progresar y disfrutar también de los frutos del desarrollo.

Para ello, hemos recurrido a la solidaridad del pueblo costarricense, para financiar esos programas, para llevar a nuestras instituciones mayores recursos para ejecutarlos, para que sean una realidad en el campo de la salud, de la educación, de su protección física, de su desarrollo integral.

Durante el año 2000, los programas de la niñez y la adolescencia recibieron 20.763 millones de colones, un 54% más que en 1997, y en este año los recursos presupuestados se incrementaron en un 32%, para alcanzar 27.358 millones, esto es más del doble de los asignados en 1997. Esos recursos se asignan a programas que dirigen o coordinan el Patronato Nacional de la Infancia, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud y el Instituto Mixto de Ayuda Social.

En el caso del PANI, los programas se orientan a la recuperación de los menores que han sido víctimas de la explotación sexual y a brindar auxilio inmediato a niños y adolescentes en situaciones de peligro inminente para su bienestar físico y emocional.

Los programas del Ministerio de Educación mantienen a los menores en riesgo en las escuelas y los colegios mediante más becas, más bonos y alimentación en comedores escolares. Este importante esfuerzo lo vemos cuando comparamos los recursos que estamos destinando a estos programas con los que se presupuestaban hace tan sólo unos años. Así, los recursos que estaremos destinando este año en becas para escuela y colegio, son 9.5 veces la ayuda brindada en 1997. En el caso de los bonos, mientras que en 1997 esta ayuda no existía para nuestros niños, entregamos el año pasado cien mil bonos escolares y cien mil este año.

Por su parte, los programas de atención integral de la infancia y de la adolescencia del Ministerio de Salud, están recibiendo también más recursos, que se utilizan para ofrecer servicios de guardería, alimentación y estimulación temprana a los menores de los CEN-CINAI.

Y, por último, también se están apoyando con más fondos los programas del Instituto Mixto de Ayuda Social, que comprenden la atención de nuestros niños y jóvenes a través de hogares comunitarios, becas y la instrucción a padres de familia. De ellos se encuentra el Programa De la Mano, el que ofrece cuidado espacio y estimulación temprana a nuestros chiquitos y chiquitas de cero a cinco años de vida; estimulación que les permitirá romper desde la cuna el círculo de la pobreza.

Vemos también la solidez de nuestro compromiso con la niñez costarricense en muchos otras iniciativas, como los son la suscripción y aprobación de leyes y convenios internacionales. Leyes como la Ley contra la Explotación Sexual de Menores, aprobada en agosto del 99 y convenios como la Convención Interamericana sobre el Tráfico Internacional de Menores, para proteger sus derechos fundamentales y combatir ese delito y el Protocolo Facultativo a la Convención de los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la explotación sexual de menores y la utilización de niños para producir pornografía, para convertir todas estas infamias en delitos internaciones, perseguibles en todos los países del mundo.

A pesar de estos logros en materia de legislación y suscripción de convenios, nos falta mucho por hacer. Nos falta extender las intervenciones telefónicas a delitos de explotación sexual infantil, para así luchar contra la corrupción, el proxenetismo y la pornografía. Para evitar que estos crímenes queden impunes, y muchos sigan saliéndose con las suyas, hago un llamado vehemente a los señores y las señoras diputadas para que aprueben este proyecto.

Protegiendo a la vida antes de nacer; con programas especiales para disminuir la mortalidad infantil, para asegurar el bienestar de nuestros niños y jóvenes con estimulación temprana, hogares comunitarios, programas de salud, más becas y bonos; educando a nuestros jóvenes en valores, otorgando más recursos y alternativas para que los infantes trabajadores puedan estudiar y las madres adolescentes sacar adelante a sus niños; con leyes y la suscripción de convenios internacionales para proteger sus derechos y su dignidad, es cómo se construye el bienestar de las familias.

El bienestar de nuestras familias se construye cuando velamos por los derechos y generamos oportunidades de superación para nuestros niños y jóvenes. Cuando ponemos a nuestras familias en primer lugar. El bienestar de nuestras familias se construye cuando actuamos con solidaridad y determinación para cambiar conductas y patrones sociales, que promueven la irresponsabilidad y causan graves perjuicios para nuestros niños y niñas.

Señoras y señores:

Hoy Costa Rica, los costarricenses, estamos dando un paso crucial. Estamos contribuyendo con legislación de avanzada al derecho de familia en el mundo entero. Y lo hacemos porque son miles los chiquitos y las chiquitas que nacen cada año sin un padre declarado. Ellos y ellas merecen todos nuestros esfuerzos. Ellos y ellas no tienen por qué sufrir ni pasar necesidades, ni vergüenzas, ni congojas. Ellos y ellas, sabrán quién es su padre y serán reconocidos por él. Esta es una lección de responsabilidad para todos. Los hombres y las mujeres costarricenses, en el ejercicio de su libertad, deben asumir su responsabilidad. Ya no hay vuelta de hoja. Ya no podemos volver atrás. Las cosas han cambiado…y lo han hecho para bien. Para bien de nuestras niñas y nuestros niños.

No cabe duda, hoy es un gran día.


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