Discurso Del Presidente De La República, Miguel Ángel Rodríguez, durante el Encuentro Latinoamericano Contra La Violencia Intrafamiliar: Porque La Prevención es Tarea de Toda la Sociedad

Jueves 15 De Marzo, 2001.

 Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.

Para Lorena y para mí es un gusto compartir la mesa con Aurora Marina y con Gloria, y compartir esta reunión con todas ustedes y con todos ustedes. La señora Presidenta de la Asamblea Legislativa, la señora Magistrada, Ministros, vice Ministros, funcionarios, académicos, con nuestros amigos de Phillip Morris. Muy bienvenidos todos a Costa Rica y muchas gracias por su participación.

Amigas y amigos:

Todos los aquí presentes recordamos cuando hace muy poco la violencia intrafamiliar estaba equívocamente circunscrita a un asunto de familia, a un problema entre sus miembros. Nadie tenía por qué intervenir. Pero los golpes, las cicatrices, las repetidas ofensas y hasta la muerte de mujeres, niños y ancianos hicieron que ese "asunto de familia" se convirtiera gracias a Dios en un problema social y hasta en problema de las naciones. Y creo que una de las pruebas más fehacientes está aquí: son ustedes, representantes de América, Canadá y Estados Unidos, que se reúnen en torno a este tema que, repito, estaba vedado y se reducía a la esfera familiar, a la intimidad del hogar. Demuestran entonces, con este Encuentro, que la violencia intrafamiliar ha dejado de ser un secreto a voces. Y, que esas voces, han roto ya el cristal del silencio.

La violencia contra las mujeres en el seno de las familias, es una de las más crueles formas de discriminación de género, que viven miles de ellas en nuestros países y una de las más claras expresiones de violación a los derechos humanos. Por sus consecuencias, por el grave daño que produce, debe ser enfrentada con fuerza y determinación por los gobiernos de los diferentes países. Más aún, la intervención de los Estados por más que se de, es difícil que pueda llegar a la erradicación, sino es acompañada por una participación plena de todas las formas de la sociedad y de todas las personas. Este es un asunto cultural.

En nuestros países, por desgracia, miles de conciudadanas viven día a día las consecuencias psicológicas y físicas de una vida marcada por la violencia intrafamiliar.

El maltrato y la discriminación han acompañado históricamente la vida de las mujeres y, lamentablemente, sigue siendo, parte de su cotidianidad. Se estima que, en promedio mundial, las mujeres pierden 9.5 años de vida saludables a causa de la violencia doméstica y sexual.

En el caso costarricense, solo el año pasado, 25 mujeres fueron asesinadas a causa de la violencia contra la mujer y se estima que en 1 de cada 3 hogares las mujeres sufren maltrato físico reiterado. Las afectadas por la violencia no son mujeres desconocidas: son nuestra madre, nuestra hermana, nuestra hija, nuestra vecina o nuestra compañera de trabajo.

Para detener este tipo de situaciones hemos creado programas y servicios para nuestras mujeres, a fin de que puedan acudir a ellos a tiempo y evitar así tantas tragedias. Tan solo el año pasado alrededor de 12.000 personas afectadas por la violencia intrafamiliar acudieron a la línea "Rompamos el silencio" en busca de ayuda y durante los dos primeros meses de este año cerca de 4.500 personas, en su gran mayoría mujeres, hicieron uso de este servicio.

También, diariamente miles de mujeres acuden a los servicios de atención en salud, a las delegaciones policiales y a los despachos judiciales en busca de protección y apoyo para enfrentar la violencia en sus vidas.

Los resultados de estos programas hablan por sí mismos. Este es un fenómeno de grandes dimensiones, que se da entre personas que supuestamente se aman y conviven juntas.

Fíjense ustedes que en una reciente investigación sobre femicidio realizada en nuestro país, en que se analizaron los datos de la última década del siglo pasado se comprobó que, la mayoría de las mujeres asesinadas lo fueron violencia intrafamiliar y "problemas pasionales". Un 75% de estas mujeres murieron a manos de personas conocidas, en particular de compañeros, ex compañeros, novios, amigos, pretendientes y fueron asesinadas en sus casas.

Una particularidad de estos asesinatos fue el ensañamiento; existen casos en los que las mujeres han muerto de 67, 48 ó 37 puñaladas datos reales; estando embarazadas, seis de ellas; siendo decapitadas, dos, o bien, tres asesinadas mientras dormían.

Pero no solo las mujeres sufren. Niños y niñas y adultos mayores también son víctimas de la violencia intrafamiliar. En el caso de nuestros niños y niñas, el Comité de Estudio Integral del Niño Agredido del Hospital Nacional de Niños atendió el año pasado 502 casos, de los cuales una gran mayoría llegaron a través de la Unidad de Ciudados Intensivos. Hoy, un niño de siete meses se debate entre la vida y la muerte en la Unidad de Terapia Intensiva, quien está ahí por el síndrome de sacudida. Si este niño, como muchos otros, logra salvar la vida, tiene una gran posibilidad de sufrir una discapacidad.

Y ya que menciono a las personas con discapacidad, déjenme compartir con ustedes la angustia de que los estudios demuestran que esta población es tres veces más vulnerable al abuso y a la violencia.

En el caso de los adultos mayores, tomando sólo en cuenta los datos proporcionados por el Comité de Estudio Integral del Anciano Agredido y Abandonado del Hospital Blanco Cervantes, en el año 2000 se atendieron 178 casos de abuso, siendo mujeres la gran mayoría de las agredidas. Y, en promedio, ese centro atiende 15 casos de violencia contra nuestros adultos mayores por mes.

Mujeres, niños y niñas, adultos mayores, personas con discapacidad, todos víctimas de los golpes, la violencia y el terror. Todos ellos viven su vida con miedo. A ellos, para todos ellos, debemos dar una respuesta.

Por cierto, que violencia puede ser mayor que la que sufre un recién nacido, un infante, cuando su padre le niega el derecho a tener el cariño, el ejemplo, el apoyo del padre.

Por eso comparto con todos ustedes esa noticia que nos llena de alegría, de que una legislación con la que Costa Rica se pone a la cabeza del mundo, en el campo de obligar a que los padres tengan que ejercer la responsabilidad de la paternidad y a darle a la mujer, a la madre, el derecho de señalar administrativamente quien es el padre del hijo, sin contar necesariamente con la voluntad de este y obligándolo a someterse si lo decide así a una prueba de ADN, si quiere rechazar o impugnar esa decisión, haya sido ayer aprobada por la Sala Constitucional de Costa Rica.

Lo que permite espero que en pocos días, nuestra Asamblea Legislativa pueda darle su aprobación como Ley haciendo que una vez más en el campo de los derechos humanos, Costa Rica sea pionero.

Dada las magnitudes de este fenómeno de la violencia intrafamiliar, como les dije al principio, estamos ante un problema social, de salud pública y que tiene que ser abordado de manera integral y comprensiva. De ahí que sea una de nuestras prioridades la consolidación de un verdadero Sistema Nacional para la Atención y Prevención de la Violencia Intrafamiliar.

Para consolidarlo, una de nuestras primeras gestiones al asumir el Gobierno fue emitir una directriz presidencial dirigida a los jerarcas, en la que ratificamos el compromiso del Estado costarricense de dar una respuesta oportuna y eficaz a este problema. Esta directriz ratifica la obligación de todas las instituciones de integrarse al Sistema de Atención y Prevención de la Violencia Intrafamiliar y ejecutar las políticas emanadas de esa instancia.

Entre algunas de las acciones que hemos emprendido se encuentra un proceso sistemático de capacitación a los funcionarios policiales, con el apoyo de Phillip Morris en esta época, así como la puesta en marcha, dentro del Ministerio de Seguridad Pública, del Programa de Atención a la Mujer y a la Niñez, con el objeto de consolidar en cada una de las unidades policiales equipos especializados de atención a la violencia intrafamiliar, a fin de poder brindar una intervención policial eficaz, oportuna y especializada.

Esta acción policial está además apoyada por la conformación de una central operativa del 911 en el Instituto Nacional de las Mujeres; la que permite apoyar la función policial y al mismo tiempo ofrecer una mayor cobertura de la línea de atención telefónica, por cuanto se ofrece el servicio las 24 horas del día, los siete días de la semana.

Otro aspecto fundamental en el que avanzamos es la especialización de los funcionarios públicos encargados de la prestación de los servicios de atención en todos los niveles y en las diferentes instancias: salud, educación, Poder Judicial.

Hemos logrado también una estrecha coordinación con la instancia judicial que nos ha permitido conformar cuatro juzgados especializados en la materia, en San José, Alajuela, Heredia y Cartago, los cuales cuentan con espacios físicos idóneos para la atención y con un equipo interdisciplinario que permite una intervención integral de la situación.

Dentro de nuestro compromiso político en la consolidación del sistema de atención integral a esta problemática ha cobrado especial importancia el impulso de las políticas de salud. El sector salud de nuestro país ha logrado desarrollar un modelo de atención integral a la violencia que está siendo implementado en varias regiones. Otro adelanto importante en este sector fue la promulgación de las normas de atención a la población afectada por violencia, que permite a través de un protocolo, dibujar la ruta crítica que las personas afectadas deberán seguir y la forma en que su problema debe ser abordado en cada uno de los niveles de atención.

La necesidad de fortalecer los mecanismos de protección que garanticen los derechos de las mujeres y nuestra clara posición como sociedad y Estado en el repudio a la violencia intrafamiliar, nos llevó a presentar un proyecto de Ley a la Asamblea Legislativa de Penalización de la Violencia contra las mujeres, que en este momento se encuentra en discusión de este órgano y que esperamos muy pronto pueda ser Ley de la República. Este proyecto tiene como objetivos principales los siguientes:

  • Proteger los derechos de las mujeres adultas víctimas de la violencia.
  • Sancionar las formas de violencia física, psicológica, sexual y patrimonial.
  • Cumplir con la legislación internacional en materia de los derechos humanos de las mujeres con rango superior a la ley ordinaria.

Lo que se pretende con este proyecto es la aprobación de una ley penal especial, con la aplicación de la parte general del Código Penal vigente y un ámbito definido de aplicación, de los delitos establecidos en este proyecto de ley, cometidos contra las mujeres por relaciones de poder o de confianza. Se crean delitos nuevos sancionados con prisión y se convierten en delitos algunas contravenciones. Además, es una propuesta innovadora porque contempla penas alternativas a la prisión.

Cuando nos referimos a estos problemas no podemos dejar de mencionar el papel de los medios de comunicación en la generación y el sostenimiento de la violencia. El contexto social que favorece la violencia intrafamiliar está alimentado también por los contenidos que se exhiben en los medios de comunicación, especialmente la televisión. En nuestra época, este medio se ha convertido en un mecanismo más de socialización, que compite con las otras instancias como la iglesia, la familia y la comunidad, en la transmisión de los valores. Los medios en general y la televisión en particular se han convertido en una primera y preponderante escuela, tanto para la creación y la legitimización de formas de conducta, como en la visión que las personas tienen de sí mismos de la sociedad, de sus relaciones con los demás. La televisión orienta hacia una forma de vida, en nuestro caso, hacia una forma de vida violenta y discriminatoria.

En una investigación realizada en nuestro país en 1992 sobre violencia televisiva se pudo constatar que nuestros niños y niñas ven un promedio de un delito cada dos minutos en la programación televisiva, así llamada, infantil.

Algunos de los delitos más frecuentes son difamación, lesiones leves, amenazas, daños a la propiedad. Si consideramos que los niños costarricense ven más de una hora diaria de televisión y de ellos el 35% ve más de tres horas diarias, podemos comprender cómo están invadidas nuestras jóvenes generaciones, de contenidos que los orientan hacia relaciones violentas.

En el camino hacia la erradicación de la violencia intrafamiliar se hace necesario el diseño de estrategias para enfrentar el impacto que los medios de comunicación tienen en la formación de las personas y en el modelamiento de las relaciones interpersonales, así como en la construcción de los valores y antivalores.

Conscientes de ellos, una de nuestras primeras acciones fue aplicar a través de nuestra comisión de censura, la Ley de Espectáculos Públicos, estableciendo un horario tal para evitar que nuestros niños y niñas presenten actos de violencia y sexo.

Así definimos que desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, la programación debe ser para todo público. De seis de la tarde a diez de la noche, para los jóvenes; y de diez de la noche a seis de la mañana para los adultos.

Además, esta misma comisión coordinó con los canales de televisión nacional su propia autocensura y a ello debemos también agradecer el auspicio de la campaña televisiva "Tome el control", orientada a los padres de familia para que éstos controlen lo que ven sus hijos.

Por más que el Estado establezca límites sobre los contenidos de los programas de televisión que se presentan, la responsabilidad directa es de los padres de familia.

Además, hace ya cerca de dos años, el Gobierno de la República estableció una directriz a todas las instituciones públicas prohibiendo que se paute publicidad en programas televisivos que contengan elementos de violencia. con eso nos hemos reunido un selecto grupo de compañías en el mundo entero, que han tomado esa misma determinación de no pautar en programas violentos.

Nuestra experiencia en el desarrollo de esta estrategia de intervención integral a la violencia intrafamiliar, nos ha demostrado que es sólo con el compromiso político que realmente se pueden impulsar estrategias que permitan una profunda transformación en todos los sectores. El compromiso del Gobierno ha sido fundamental en la consolidación de la política pública que nuestro país ha venido desarrollando. También, ha sido invaluable el aporte de empresas, como la Phillip Morris, a la cual agradezco y a su Presidente, a quien personalmente le solicité su colaboración para este programa de capacitación para nuestra policía, convencido de que la capacitación de nuestra policía es la manera de difundir por todo el país de una manera más efectiva la capacidad de dar mejor respuesta a un problema tan difundido, como este de la violencia intrafamiliar.

Detener la violencia contra las mujeres, amigas y amigos que hoy nos acompañan, es tarea de todas y todos. Uno de los elementos más preocupantes de este problema es la característica intergeneracional, de tal manera que cuando estamos refiriéndonos a la violencia intrafamiliar no sólo hablamos de la necesidad de detener la violencia en la vida de nuestras abuelas, nuestras madres, sino que estamos hablando de forjar formas alternativas en la construcción de las relaciones de las nuevas generaciones, que están construyendo las sociedades de este nuevo milenio. Por esa razón cobran importancia los programas dirigidos a la población de niños, niñas y adolescentes. Orientar en forma adecuada la formación integral de estos sectores de la población es una inversión invaluable en la construcción de un milenio de mayor equidad entre hombres, mujeres, niños, mayores, personas con mayor o menor discapacidad.

Les deseo lo mejor en este encuentro. Reitero mi sincero agradecimiento a la empresa Phillip Morris, por su apoyo en la realización de este evento, les reitero mis felicitaciones al Instituto Nacional de las Mujeres, y a su directora, la señora Ministra Gloria Valerín, por su compromiso en la erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres, y a Lorena y a todo el personal de su oficina mi gratitud por su compromiso con este tema.

Gracias.


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