Discurso del Presidente de la República de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, en conmemoración del 180 aniversario de nuestra Independencia.
Sábado 15 de setiembre de 2001.
Hoy celebramos la independencia de un país fundado en los valores de la paz, la tolerancia, la solidaridad y el respeto absoluto a los derechos humanos. Por eso hoy, al celebrar nuestra independencia, necesariamente debemos reiterar nuestra condena a los salvajes atentados terroristas que hace cuatro días estremecieron a los Estados Unidos.
Le pedimos al Todopoderoso que dé fortaleza y aliento a las familias norteamericanas que perdieron a sus seres queridos. Y unimos nuestras oraciones a las de todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que nunca, nunca jamás, se repitan estos actos de sangre y odio.
La humanidad debe unirse contra el terrorismo y evitar, a toda costa, que se haga imposible consolidar la civilización de la paz y el amor que nos ha llamado Su Santidad Juan Pablo II a construir. Aquella civilización en la que la vida, la libertad, la dignidad y los derechos de cada persona, son supremos y donde el diálogo lleva a reconocer la riqueza de la diversidad y descubre la vocación a la unidad de toda la familia humana.
Por eso siempre hemos condenado los atentados terroristas que han enlutado a diversos países. Por eso hoy, en nuestro día patrio, los costarricenses rendimos desde lo más profundo de nuestro corazón, un sentido homenaje póstumo a las víctimas norteamericanas del terrorismo. Y les reiteramos a los habitantes de esa grande y muy querida y admirada nación nuestra solidaridad, que nuestro suelo no será jamás refugio para los terroristas, que el terrorismo es un delito internacional que todos los países debemos perseguir unidos, que los terroristas deben ser juzgados o extraditados y que debemos compartir entre las naciones civilizadas la información y la inteligencia para combatir sin cuartel a los terroristas y evitar sus siniestros designios. Actos como este no pueden repetirse.
Señoras y señores. Muchachas y muchachos:
Pongámonos, por un momento, en los pies descalzos o enfundados en alpargatas roídas de nuestros antepasados de hace 180 años al recibir la noticia de la independencia declarada en Guatemala. ¿Cuántos pensamientos y temores les asaltarían?
¿Podría aquella provincia, la más pobre, recóndita y olvidada del Imperio Español, hacerle frente al reto de asumir su independencia y construir con sus manos su propio destino? ¿Podría hacerlo?
¿Podrían ellos, nuestros antepasados, diseñar las instituciones que asegurarían el bienestar económico, la paz y la justicia social? ¿Podrían hacerlo?
Claro que sí pudieron. Costa Rica sí pudo.
Sí pudo emitir la primera Constitución: el Pacto de Concordia, en tan solo 48 días después de sabernos independientes.
Sí pudo ser pionera en exportar café y banano y traducir ese mayor crecimiento económico, en bienestar y oportunidades para sus familias al construir hospitales y escuelas a mediados del siglo XIX.
Sí pudo convertirse en República gracias a don José María Castro Madriz. Y ocho años después, sí pudo defenderse de la horda filibustera y librar de ella a toda Centroamérica.
Sí pudo luego poner en marcha la Reforma Social en los años cuarenta y abolir su ejército para invertir con mayor intensidad en salud y educación.
Y gracias a nuestra cultura de paz, hace poco más de una década, sí se pudo detener la amenaza de las guerras civiles centroamericanas y contribuir para que nuestros hermanos emprendieran, por la ruta de la democracia, sus exitosos procesos de pacificación y reconciliación nacionales.
Así, aquella "pobre provincia" del Imperio Español demostró que era capaz de constituir un Estado de Derecho fuerte, abrirse al comercio internacional, mejorar la salud de sus habitantes y combatir la pobreza y el analfabetismo. Aquella "recóndita provincia" demostró que podía convertirse en República; combatir unida la amenaza filibustera; realizar una Reforma Social y abolir el ejército para continuar invirtiendo en capital humano. Aquella otrora "olvidada provincia", demostró que podía convertirse en estandarte de la paz, de la protección del ambiente y del respeto a los derechos humanos.
Costa Rica demostró que sí se puede.
Herederos de ese precioso legado, los costarricenses del siglo XXI vamos a demostrar que también podemos. Vamos a demostrar que Costa Rica unida sí puede; que Costa Rica es un país grande por su gente y sus valores y que sí puede convertirse en el país del desarrollo humano.
Tenemos todas las condiciones para lograrlo. Y así lo estamos haciendo en muchos campos.
Nuestros jóvenes estudiantes pueden alcanzar la excelencia, como lo han demostrado en las Olimpíadas de Matemática y Geografía y en las mejores universidades adonde asisten y sobresalen.
Nuestros deportistas se entrenan con disciplina, con esfuerzo y perseverancia y por eso pueden clasificar a los campeonatos mundiales de fútbol -en todas sus categorías- y obtener medallas olímpicas que nos llenan a todos de orgullo.
Nuestros empresarios compiten con productos de alto valor agregado en conocimiento, como el software, demostrando que sí podemos ser competitivos e insertarnos, con éxito, en la nueva economía del conocimiento.
Nuestros profesionales son capaces de desarrollar grandes destrezas y por eso han podido hacer que la inversión extranjera llegue a nuestro suelo.
Los costarricenses sí pueden. Costa Rica sí puede.
Por sus logros, Costa Rica es un país grande. Ustedes lo saben. Todos los sabemos. Y así nos lo demostró el Censo Nacional de Población y Vivienda que este Gobierno realizó, con la ayuda de todos los costarricenses, el año pasado.
En todas las variables hemos mejorado grandemente: en educación, en número de viviendas y en cobertura de servicios básicos para mejorar la calidad de vida y la salud de las familias. Y esas mejorías nos señalan, contundentemente, que sí podemos concentrarnos en crecer y avanzar hacia mayores niveles de bienestar y desarrollo humano.
Para convertir ese sueño que todos compartimos en realidad, tenemos que ser mejores, basarnos en la excelencia, en el conocimiento y la capacidad de crear e innovar que está en las cabezas de cada uno y cada una de nosotros. Tenemos que ser previsores y tener visión de futuro.
Porque Costa Rica sí puede mejorar la educación, hemos querido que la totalidad de nuestros niños, niñas y jóvenes tengan una escuela o un colegio donde cultivarse; un lugar donde puedan florecer las ideas. Solo este año, estamos dotando de instalaciones apropiadas a 36 colegios, la mayoría de los cuales se habían creado hace muchos años y no contaban con su infraestructura. Ahora, en cambio, no solo tendrán sus aulas, sino que cada uno tendrá también su comedor, su biblioteca y su centro de informática.
Y, además, estamos eliminando el déficit de 5.000 aulas que nos encontramos a inicios de Gobierno. Quizás ustedes no hayan tenido que recibir lecciones en galerones o en salones comunales, pero otros estudiantes costarricenses sí. Por eso trabajamos y debemos seguir trabajando para construir colegios y escuelas y para que todas las aulas cuenten también con sus pupitres.
Los niños, niñas y jóvenes de nuestro país tienen muy claro que su futuro depende de cuán educados estén. Por eso, pasamos de 11.700 becas que se otorgaban en 1997 a 41 mil este año y triplicamos el monto de la ayuda. A la vez estamos dando 100 mil bonos de educación al año, en un programa que no existía en 1997. Y todo esto lo hacemos para que la falta de recursos no sea razón para que nuestros niños, niñas o jóvenes dejen de estudiar.
También hemos podido aumentar la cobertura en secundaria, que este año llegó a 73.6% contra 59.4% en 1997, sobrepasando holgadamente la tasa de 60% que teníamos en 1980 y que en dos décadas ni siquiera habíamos podido recuperar. Esto, muchachas y muchachos, significa que le estamos brindando la oportunidad de estudiar a 70.824 jóvenes más que hace cuatro años. Pero no podemos conformarnos con este gran logro. Uno de cada cuatro no va al colegio y los queremos a todos y a todas en las aulas. Por eso, debemos y seguiremos trabajando para elevar aún más la cobertura en secundaria, para que el país logre llevarla al 100% en los años venideros, como debe ser.
Pudimos también triplicar la cobertura del Programa de Informática Educativa, pues entre 1997 y el 2000 pasó de 148 mil a 411.195 estudiantes. Pero tenemos que seguir trabajando para cerrar la brecha digital, de modo que nuestras niñas, niños y jóvenes avancen velozmente por la super carretera de la información.
Porque Costa Rica sí puede mejorar la salud, logramos bajar la mortalidad infantil de 14.2 en 1997 a 10.2 el año pasado. Esto significa una reducción de 28% en tres años y demuestra que "sí podemos" salvar más vidas: 626 niños y niñas viven hoy gracias a ese esfuerzo. Pero tenemos que mejorar aún más. Por eso, crearemos un Centro de Prevención de Discapacidades en el Hospital Nacional de Niños, para ampliar el tamizaje neonatal y detectar y prevenir más de 40 enfermedades.
Y en todo el sector salud, priorizamos los recursos y, tras veinte o veinticinco años de espera, pudimos construir edificios hospitalarios, clínicas, salas de emergencias y EBAIS, y comprar equipo médico moderno que urgía en nuestros centros hospitalarios. Pero debemos y podemos hacer más. Por eso, tenemos que asegurar un combate más efectivo contra el cáncer, que nos permita ampliar el éxito que ha logrado Lorena en el caso del cáncer cérvico-uterino, y así salvar más vidas.
Porque Costa Rica sí puede, logramos acabar con la presa de bonos de vivienda de gobiernos anteriores e incrementamos la entrega de nuevos bonos, dirigiéndolos a los estratos más pobres de la población, así como a las mujeres jefas de hogar, indígenas, personas con discapacidad y adultos mayores. A la vez que ampliamos, como nunca antes, las oportunidades de vivienda para la clase media. Pero tenemos que continuar este esfuerzo en los próximos años, para que el gran techo de la Patria se convierta en un techo digno para todas nuestras familias.
Porque Costa Rica sí puede ayudar a las y los trabajadores y proteger a sus viejitas y viejitos, pudimos también reformar nuestro sistema de pensiones y el régimen de cesantía, para garantizar con la Ley de Protección al Trabajador, la reforma social de nuestro tiempo. Pero debemos seguir adelante en esta tarea y, en particular, ayudar a nuestros adultos mayores, como lo haremos el próximo sábado 29 con la Cadena Mayor que impulsa Lorena y poniendo en práctica la lotería electrónica para asegurarles a todos ellos una pensión.
Porque Costa Rica sí puede vincularse con la economía mundial, a fin de generar mercados para nuestros productores y más y mejores empleos para nuestros trabajadores y trabajadoras, logramos la ampliación de los beneficios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe por parte de Estados Unidos y del Tratado de Libre Comercio con México, así como negociar modernos tratados con República Dominicana, Chile y Canadá. Y estamos negociando con Panamá, Trinidad y Tobago y Jamaica.
Porque Costa Rica sí puede, la pequeñez de nuestro territorio no nos ha impedido convertirnos en líderes indiscutibles en democracia, derechos humanos y ambiente. Por eso, impulsamos la modernización y ampliación del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, la Cláusula y la Carta Democráticas y novedosas propuestas como el pago de servicios ambientales para asegurar el desarrollo sostenible.
Los costarricenses han logrado convertir a Costa Rica en un país grande, maravilloso. Un país que ha demostrado que no existen mitos ni limitaciones para nosotros. Así nos lo han hecho saber Claudia Poll, Laurens Molina, Franklin Chang, las empresas nacionales exportadoras de software, los jóvenes que participan en las Olimpíadas Iberoamericanas de Matemática y Geografía y, por supuesto, nuestra Selección al clasificarse –brillantemente- para el Mundial.
Nos quedan, sin embargo, muchas cosas pendientes para mejorar el accionar del Gobierno, para que éste sea capaz de responder efectivamente a las necesidades cotidianas de todas las personas.
Una vez más vamos a demostrar que sí podemos aprobar las reformas impostergables en la Administración Pública, para agilizar y hacer más eficiente al Estado, y descentralizar el Gobierno con las reformas aprobadas y una Ley de traslado de competencias que fortalecen los gobiernos locales.
Vamos a demostrar que sí podemos con la reforma política para avanzar en gobernabilidad democrática y eficiente, mediante un nuevo equilibrio entre el Gobierno y la Asamblea Legislativa, gracias a la propuesta que hemos entregado para su estudio y análisis a la opinión pública.
Vamos a demostrar que sí podemos llevar a cabo las reformas en el sistema financiero, para hacerlo más eficiente y darle mayor independencia al Banco Central en su vital tarea de controlar la inflación. Vamos a demostrar que sí podemos darle una solución definitiva y permanente a las finanzas públicas, en pro de la estabilidad, el crecimiento y la generación de empleos que todos anhelamos.
Vamos a demostrar que sí podemos superar los problemas que enfrentan nuestros agricultores, para lo cual hemos trabajado en una visión integral del desarrollo del agro, otorgando tierras y construyendo obras comunales como nunca antes, duplicando el crédito al sector en sólo tres años y luchando por sus intereses en los foros internacionales. Pero tenemos que hacer aún más. Por eso, vamos a seguir dando recursos para ayudar a nuestros caficultores e impulsamos la creación del fideicomiso para los pequeños y medianos productores agropecuarios que propusimos a la Asamblea Legislativa.
Vamos a demostrar que sí podemos solventar el problema de la seguridad ciudadana, para que volvamos a recobrar la tranquilidad de todos. Para ello, es fundamental que la Asamblea Legislativa siga haciendo su parte, aprobando leyes que acaben con la impunidad y le brinde a nuestras instituciones las herramientas que requieren. Y los señores jueces están llamados a actuar con energía para poner tras las rejas a quienes delinquen y crean violencia e inseguridad a los ciudadanos honestos.
Vamos a demostrar que sí podemos acabar con el dolor de la pobreza, que nuestros adultos mayores pueden vivir mejor y nuestras personas con discapacidad contar con más oportunidades. Vamos a demostrar que nuestros niños y jóvenes pueden cumplir todos sus sueños, para lo cual les hemos asegurado el apoyo de sus progenitores con la Ley de Paternidad Responsable.
Por todo esto, tenemos que tomar juntos decisiones oportunas en las que prevalezca siempre el bien común y nunca el interés sectorial o partidario.
Señoras y señores. Muchachas y muchachos:
Desde la génesis misma de nuestra nación, hemos deseado convertirnos en el país del desarrollo humano; un país que sintamos orgullo en heredar a las siguientes generaciones.
Este es el país que soñaron y fundaron nuestros antepasados. Ese es el mismo país que imaginaron aquellos hombres y mujeres –descalzos o en alpargatas roídas- que recibieron la noticia de la independencia 180 años atrás.
Un país que tiene ante sí nuevos retos, impresionantes y complejos, cuya dimensión nos embarga. Retos como el terrorismo, la globalización, la recesión de la economía internacional, los bajos precios del café, la delincuencia y la explotación sexual comercial de menores. Pero nuevamente, vamos a demostrar que sí podemos solventarlos. Que siempre podemos ser mejores.
Por eso, debemos ponernos una vez más en el lugar de nuestros antecesores. Tener su coraje y su visión de futuro. Volver a tener todos y cada uno de nosotros la mística necesaria para superar retos y alcanzar nuevas conquistas.
Hagámoslo por Costa Rica. Porque hoy como ayer, Costa Rica es un sentimiento que nos invade y embarga. Está en las canciones, en las poesías y en las obras de nuestros artistas. Está en el calor fraternal de su gente y en el abrazo tierno de una madre a sus hijos. Está en la capacidad de sus jóvenes y en la sonrisa de sus ancianos. Costa Rica es un himno a la excelencia y un tributo a la esperanza. Es la prueba viviente del sí se puede. En este día de la Independencia, digamos todos juntos: ¡Costa Rica sí puede!
Muchas, muchas gracias.