Discurso del Presidente de la República, Miguel Ángel Rodríguez, durante la convocatoria a las elecciones de febrero del 2002.

Lunes 1 de octubre de 2001.

La primera consideración que quiero hacer no es retrospectiva, sino hacia el futuro. Una vez más, el pueblo costarricense tiene en sus manos el poder para decidir su futuro, quién lo va a representar y el rumbo que vaya a tomar nuestra nación en los próximos años.

Y, esto, por su puesto, que nos llena a todos de mucha alegría, porque tenemos nuevamente la posibilidad de vivir la fiesta de la democracia y de profundizarla y perfeccionarla, como debe ser y como lo hemos hecho los costarricenses por muchos años.

Pero igualmente, este momento tan especial debe llamarnos, como lo hizo el Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, a la unidad nacional, por encima de cualquier partido político o interés particular. Tras los salvajes atentados terroristas en los Estados Unidos, sus secuelas están dañando nuestras economías y, en el caso costarricense, afecta el turismo, las exportaciones y la atracción de inversiones.

De ahí que debamos actuar unidos, con responsabilidad y con precaución. Este no es un momento para divisiones sino para la unidad nacional. Esto no es un momento para minucias, sino para lo que es realmente importante para las familias costarricenses. Y, esto es, por supuesto, el bienestar y el desarrollo humano.

Desde el Gobierno, estamos tomando medidas para apoyar a los sectores que han sido afectados por las secuelas del terrorismo, como es el caso de la promoción turística, la seguridad en los aeropuertos y en las zonas turísticas, la capacidad de atraer inversión extranjera y la de promover las exportaciones y la producción nacional.

Pero no podemos paliar estos problemas solos. Necesitamos el apoyo de todos los Poderes del Estado, de todos los grupos costarricenses y necesitamos, en especial, que una serie de proyectos vitales para nuestro bienestar, y que desde hace tiempo están en trámite, pueden ser atendidos con prontitud, como lo he venido solicitando a los señores diputados y las señoras diputadas, en el campo de la seguridad ciudadana, en el campo de la reforma administrativa, en el campo del sector agropecuario, en el campo de la reforma política, en el campo del equilibrio fiscal. En todos estos campos, igual que en el campo de la eficiencia y la ética en la función pública, debemos actuar unidos. Y es urgente que lo hagamos todos.

En este acto solemne, en el que se hace la convocatoria oficial a las elecciones nacionales y se da el traspaso de la Fuerza Pública, me siento sumamente orgulloso de poner en manos del Tribunal Supremo de Elecciones una policía más capacitada, mejor equipada y más profesional.

Desde el inicio de nuestro mandato luchamos contra el deterioro de los últimos años en la seguridad ciudadana. Contabilizamos ya 2094 policías graduados en la Academia Nacional de Policía, de los cuales un 80%, es decir, cuatro de cada cinco, se han graduado en lo que llevamos de Gobierno. Esto es, 1677 policías graduados al 8 de agosto de este año, más de cuatro veces lo que se recibió de la Administración anterior.

Hemos aumentado la policía en 1500 puestos, después de 25 años en que no se le daba a Costa Rica más personal para defender la seguridad ciudadana. Y nos proponemos contar 2500 policías graduados en el 2002. Todos estos policías se encuentran en las calles y no en los cuarteles, como era en el pasado. Y son policías civiles, sin rangos militares.

Funcionan también ya 1278 comunidades organizadas, mientras que al inicio, en 1998, sólo había una comunidad organizada para combatir la inseguridad. Esto es un gran logro de todas y todos los costarricenses. Lo es, porque promueve una cultura de prevención en nuestros barrios. Una nueva cultura en la que, entre nuestras familias, entre vecinos, velamos por la seguridad de nuestras comunidades. Y esperamos duplicar lo que hemos logrado para que al finalizar mi Gobierno, en mayo del 2002, haya dos mil comunidades en el Programa de Policía Comunitaria.

Recibe usted, Señor Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, don Oscar Fonseca, una policía que velará, cabalmente, por la paz, la tranquilidad y el orden, bajo la sabia conducción del Tribunal.

Permítanme, antes de terminar, reflexionar sobre la democracia y el proceso electoral. Primero, quiero unir mi voz a la del señor Presidente del Tribunal y pedirle a los ciudadanos que haya mucha participación. La participación ciudadana es la savia de la democracia, es la que la tonifica y le da fuerza. Entre más ciudadanos quieran participar en las distintas facetas de la acción política, mayor importancia tendrá esta acción política y más rica será nuestra sociedad.

En segundo lugar, quiero expresar mi solicitud y el deseo de todos los costarricenses, que la campaña electoral sea limpia y sensata y que esté llena de contenidos. Las elecciones sirven para comparar las ideas y los proyectos en una sociedad plural. Entramos al siglo XXI con clara conciencia de nuestras limitaciones, de nuestra ignorancia, de nuestra incapacidad para imponer soluciones completas. Dejamos atrás el siglo XX de las ideologías globalizadas, totalizantes, que pretendían responder de manera exclusiva y monopólica a todas las necesidades de las sociedades y los seres humanos. Atrás quedó la arrogancia de hombres y mujeres, que enviaron a miles de personas a la muerte, por tratar de imponer una visión única de toda la realidad y desde el escritorio diseñar una solución completa.

Hoy sabemos que eso no es posible, que no contamos con los conocimientos, ni las capacidades para lograrlo. Que vivimos en una sociedad en que existe el mal, la ignorancia, la enfermedad, el tiempo, la escasez. En una sociedad en la cual lo que podemos lograr son avances parciales, a través de un intercambio permanente de ideas, y construir así esa visión de futuro, en lo que yo he llamado en el pasado la Solución Costarricense, con base en el intercambio de ideas y de la confrontación de opiniones y de conocimientos.

Solo en esa fragua permanente, de intercambio abierto, público, transparente, bien intencionado, de posiciones diversas y de aceptar la diversidad y tolerar las diferencias, solo por ese medio, es posible buscar esas pequeñas soluciones parciales que nos permiten avances sustantivos, comprobados en el tanteo y error de la experiencia diaria con personas, comunidades y nuestra nación. Solo así, construiremos la nueva forma de ser de la sociedad y encontraremos el camino para convertir a Costa Rica en lo que todos deseamos: en el país del desarrollo humano.

Es difícil la acción política en el siglo XXI. Era mucho más fácil cuando teníamos banderas absolutas y solo los que estábamos detrás de la propia teníamos la razón y los demás estaban equivocados. Es mucho más difícil la acción política, cuando sabemos que tenemos que escuchar más de lo que hablamos, y que tenemos que hablar en voz baja para poder escuchar a los demás. Porque ninguno puede tener la arrogancia del conocimiento pleno de la verdad.

En este mundo mucho más complicado, donde se nos exige a los gobernantes y a los políticos acciones eficientes, concretas, pragmáticas, que permitan de verdad resolver los problemas de la gente, nos es mucho más difícil comunicarnos con los conciudadanos. Nos es mucho más difícil porque tenemos que hablar de cosas mucho más complejas, mucho más separadas de los problemas cotidianos de la gente, porque las consecuencias de esas acciones más complejas tienen que ver con su diario vivir. No sólo de una manera inmediata o aparente, sino de una manera real, profunda. Y eso obliga a un diálogo mucho más difícil entre el político, entre el gobernante y los conciudadanos.

También esta es una tarea mucho más difícil para los medios de comunicación. No es sólo la confrontación, no es sólo el hecho heroico, no es sólo la gran diferencia lo que es importante. Es la evaluación de los resultados. Es el seguimiento de los programas. Es el análisis de la eficiencia. Y eso no es atractivo ni para los periodistas, ni para los medios. Tampoco es fácil para los ciudadanos, que en la noche llegan a su casa y quieren descansar y entretenerse con la novela, con el partido de fútbol o la competencia política dramática, y no quieren dedicarle, con razón, el tiempo a escuchar los pormenores de los asuntos públicos. Además dicen: "mi voto es sólo uno más de dos millones trescientos mil, ¿para qué le voy a dedicar tanto tiempo a formar una opinión?"

De manera que entramos a un siglo XXI en el que es difícil comunicarse con el político y el funcionario, y es difícil para el medio tener interés en lo que se está comunicando y es difícil para el ciudadano estar interesado y dedicarle el tiempo a buscar la información. Pero es en esa realidad en la que tenemos que conducir el proceso democrático. Y la campaña es el gran momento que le permite a los ciudadanos poner una atención especial, que le permite a los medios dedicar un espacio especial y a quienes queremos ser dirigentes políticos tener un espacio especial para plantear nuestros temas.

Si los planteamos con humildad, con transparencia, refiriéndonos a los temas que de verdad son atinentes y tratando de hacerlo con respeto a las opiniones de los demás, la democracia se fortalece. Estoy seguro que este va a ser el resultado de este proceso electoral en Costa Rica.

Que en este inicio del siglo XXI, en este primer proceso electoral del tercer milenio, la democracia de Costa Rica salga fortalecida por la participación de dirigentes y candidatos y con la participación de ciudadanos y ciudadanas.

Después del día de las elecciones, cuando el Tribunal Supremo de Elecciones dé a conocer los resultados, el Gobierno de la República, como lo adelanté el primero de mayo pasado, se pone desde ya a la orden de quienes resulten electos, para colaborar en ese período tan productivo, tan potencial, que va entre las elecciones y el cambio de mando. Para facilitar la tarea de los nuevos gobernantes, sea quienes sean los que queden electos, para ayudarlos a que sus programas y sus compromisos con los ciudadanos, puedan empezar a conformarse en realidades en ese período de transición, de manera que pueda ser más eficiente la tarea del nuevo Gobierno.

Felicitaciones Costa Rica. Iniciamos un nuevo proceso de fortalecimiento de nuestra democracia. Gracias Tribunal Supremo de Elecciones; confiamos profundamente en ustedes, para la sabia conducción del proceso. Gracias candidatas y candidatos de todos los partidos políticos, por ponerse al servicio de los ciudadanos.

Como decía Pío XXII, "la acción política es, después del sacerdocio, la más noble de todas las acciones humanas". Muchísimas gracias.

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