Discurso del Presidente de la República de Costa Rica, Miguel Angel Rodríguez E., durante la inauguración del Foro Regional sobre Comercio Global. Centro de Investigación y Adiestramiento Político-Administrativo y Universidad de Tulane
Lunes 12 de Junio de 2000.
Permítanme, en primer lugar, adherirme a la felicidad que todos sentimos y el reconocimiento que expresamos por la Bodas de Plata de CIAPA. Una institución que durante 25 años ha representado en Costa Rica un ejemplo de excelencia en la discusión, el análisis, la presentación de políticas públicas que, sin duda, ha contribuido de manera muy importante a mejorar la calidad de la toma de decisiones no solo en Costa Rica, sino en América Central.
Samuel, es un honor, una vez más, participar en una actividad de CIAPA para expresar el reconocimiento de los costarricenses a la gran tarea que ustedes han llevado adelante. Y agradezco al señor Presidente de la Universidad de Tulane su presencia en esta ocasión con la cual se le da brillo de manera muy especial a esta celebración de CIAPA. Nos honramos, señor Presidente, de la presencia suya, de la presencia de su señora y de todos los amigos y amigas de Tulane que comparten este pequeñito lugar del mundo con nosotros durante estos días.
Buenas tardes…
Amigos y Amigas. Hoy se reconoce ampliamente la liberalización del comercio internacional, por su capacidad para impulsar el crecimiento económico y el bienestar social de los pueblos.
"Es probable que el desarrollo industrial se vea gravemente impedido si se priva a la industria de la posibilidad de comerciar ampliamente. El tamaño del mercado limita la división del trabajo y esta división es la clave del aumento de la productividad"
Esas palabras que pronunció hace más de dos siglos el padre de la economía moderna, Adam Smith, adquieren cada vez mayor vigencia. La apertura comercial por la que casi todos los pueblos han optado, es un acto voluntario por la productividad, decía Smith, a lo que agregamos que es un acto voluntario por las oportunidades, por el intercambio que incrementa las posibilidades de producción y de consumo, y para encontrar mejores formas de generar y distribuir riqueza.
En la última década presenciamos la conclusión de la Ronda Uruguay del GATT, la creación de la Organización Mundial del Comercio, los avances de Europa para llegar a la Unión Monetaria, la firma del Tratado de Libre Comercio entre los países de América del Norte, el desarrollo acelerado de MercoSur, el compromiso de los países de la Cuenca Asia Pacifico para garantizar el libre comercio entre sus miembros, la participación de los países del continente en la Cumbre de las Américas y el trabajo en equipo que se ha venido realizando para concretar el proyecto comercial más ambicioso del hemisferio.
En América, el comercio intra-hemisférico se ha más que duplicado en estos diez años, gracias a iniciativas regionales como el NAFTA, el CARICOM, el PACTO ANDINO, el MERCOSUR, la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, el Mercado Común Centroamericano, y a los acuerdos bilaterales en que participamos una gran mayoría de los países.
Todo esto nos demuestra que somos parte de la construcción de un nuevo orden, más libre y de mayores oportunidades, pero que al mismo tiempo enfrentamos una economía globalizada que es más competitiva, unida por lazos del comercio y la inversión, y que exige de nosotros eficiencia, productividad e innovación para superar los nuevos retos del desarrollo humano.
Los costarricenses, en nuestra historia, ya superamos desafíos que posiblemente causaron temor e incertidumbre a productores de épocas pasadas. Con capacidad y mucho trabajo, esos hombres se lanzaron a la aventura del comercio internacional, con las primeras exportaciones de café en la tercera década del siglo XIX. Desde entonces, reconocemos los beneficios del intercambio comercial entre las naciones, que en buena medida, explican el exitoso proceso de desarrollo económico y social por el que hemos transitado.
Hoy, buscamos una inserción a la economía mundial mediante la negociación de acuerdos comerciales y de inversión, la integración regional y la participación en el sistema multilateral de comercio. Y en esta tarea, ha sido vital el trabajo de los jerarcas del Ministerio de Comercio Exterior, la conformación de un equipo joven y muy profesional de especialistas y negociadores, y la participación de las organizaciones del sector privado que, con sus aportes, han dado mayor claridad y eficacia a nuestra política comercial y han permitido que Costa Rica logre acuerdos transcendentales.
Es muy reconfortante experimentar el aprecio y reconocimiento profesional y técnico que países grandes y desarrollados expresan por nuestro equipo humano en comercio internacional.
En 1984 nuestro país inició un proceso de negociaciones para adherirse al GATT. Ser miembro de ese acuerdo y más reciente de la OMC, nos ha permitido contar con un régimen de derecho internacional que nos defiende de medidas arbitrarias, y para ello hemos utilizado con éxito los mecanismos de solución de diferencias.
Además, el sistema multilateral nos ha abierto un espacio de discusión y negociación esencial para participar activamente en la formulación de medidas que perfeccionen esos instrumentos, y poder así contar con la seguridad en el largo plazo de un sistema justo y eficiente que proteja y apoye nuestra inserción en la economía mundial.
Los países pequeños y en desarrollo, como nosotros, dependemos de la existencia de un sistema multilateral de comercio con reglas claras y eficientes. Por eso, tenemos una participación muy activa y decidida en la Organización Mundial de Comercio, a favor de la apertura y de los intereses de los países pobres.
A los latinoamericanos nos interesa impulsar una ronda de negociaciones que perfeccione el mecanismo de solución de controversias y de protección de las inversiones, y que fomente la liberalización de las relaciones comerciales, especialmente con la apertura de los mercados agrícolas, con la eliminación de subsidios agrícolas en los países ricos, y evitando las cláusulas laborales o ambientales empleadas para el proteccionismo en países desarrollados.
Esta es una lucha que debemos dar todos, para tener oportunidades de crecimiento y progreso social en una apertura ordenada y verdaderamente justa.
Los Tratados de Libre Comercio que hemos venido firmando también nos ofrecen mejores condiciones de acceso a mercados con regímenes arancelarios preferenciales. Nos brindan reglas claras y mecanismos de solución de controversias, protección de inversiones, estímulos para el mejoramiento de la competitividad de nuestros empresarios y, por último, todos estos acuerdos generan un efecto "sicológico" positivo (momentum especial) en la inversión y el comercio.
Desde hace seis años contamos con un Tratado de Libre Comercio con México, que ha operado adecuadamente y brindado oportunidades valiosas para ambos países. Gracias a la revisión que recientemente concretamos, se logró ampliar las oportunidades para que los empresarios nacionales vendan sus productos en ese importante mercado, el segundo más grande de Latinoamérica, con beneficios notables especialmente para nuestro sector agropecuario.
En 1998 suscribimos un Tratado con República Dominicana, que vendrá a ser una alternativa muy interesante para nuestro sector productivo, pues da libre acceso para la mayoría de productos a un mercado de 8 millones de habitantes, una vez que el congreso dominicano lo apruebe.
Además, en noviembre pasado Costa Rica firmó otro Tratado de Libre Comercio con Chile, un mercado muy atractivo por el tamaño de su población y el nivel de ingreso. Con éste también mejoramos las condiciones de acceso de los productos costarricenses, y se promueve la competitividad del sector productivo y las inversiones en nuestro territorio. Esta experiencia es una preparación importante para el país con miras al proceso de establecer el Area de Libre Comercio de las Américas, por lo cual, esperamos que entre en vigor este mismo año.
Me complace, además, compartir con los países de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe la ampliación de los beneficios a esta región por la resolución reciente del Congreso de los Estados Unidos.
Este es un logro de todos los países y muy pronto todos también recibiremos los beneficios, gracias al acceso libre de impuestos al mercado de Estados Unidos para la ropa confeccionada con insumos estadounidenses con cuotas de tela local, para los productos de cuero y para el atún, recuperando así las ventajas que perdimos con la entrada en vigencia del NAFTA.
Además, la estabilidad que requiere la inversión en estos campos se fortalecerá con la certeza que brinda este iniciativa en cuanto a condiciones de acceso y plazo de los beneficios. Estados Unidos es el país del cual proviene la mayor parte de la inversión extranjera directa que llega a nuestro país, y esta nueva ley, vendría a dar un mayor impulso a esas inversiones productivas.
Dentro de esos esfuerzos comerciales, suscribimos con Trinidad y Tobago un acuerdo marco para iniciar negociaciones. Este mercado es una puerta de entrada al caribe para las empresas costarricenses, por lo cual, esperamos reanudar negociaciones muy pronto.
Con Panamá venimos trabajando en reanudar las negociaciones para lograr un acuerdo moderno. Es un mercado interesante para Costa Rica por su cercanía, por la posibilidad de desarrollar marcas nacionales y por ser una economía que se complementa con la nuestra.
Con Canadá acordamos los costarricenses explorar posibilidades para un Tratado de Libre Comercio, lo cual se ha venido haciendo, y en el mes de julio, iniciaremos ya las negociaciones para llegar a un acuerdo comercial.
Canadá nos interesa sobremanera porque genera mayores y mejores oportunidades de exportación para una gran variedad de productos, por la inversión extranjera directa que podríamos atraer de ese país, y por el potencial que representa para el turismo nacional.
Además, esta sería la primera vinculación bilateral de Costa Rica con un país desarrollado, el de mayor desarrollo humano en el mundo para ser exactos. Y por ello, además de las relaciones económicas que podamos establecer, para nosotros es de especial ayuda la cooperación y aprendizaje que podamos recibir en otros campos, como son los temas de género, ambiente, educación, seguridad social y vivienda.
También, por supuesto, estamos fortaleciendo la integración comercial de Centroamérica con la lucha contra la corrupción en las aduanas y trabajando en su modernización, lo mismo que con los programas de desgravación y armonización arancelaria. Es importante, además, que nos comprometamos a fortalecer este proceso con mecanismos modernos de solución de controversias y de protección de inversiones, y a no perjudicarlo con medidas de represalias en el campo comercial por problemas políticos.
Por otro lado, participamos activamente en el proceso del Area de Libre Comercio de las Américas, y se nos ha reconocido ese trabajo al otorgarnos la presidencia del grupo de negociación sobre inversión, y luego la del grupo de negociación de solución de controversias. Estamos comprometidos de lleno con este proceso y es satisfactorio constatar que avanza por el apoyo de la gran mayoría de naciones.
Es vital mantener el ritmo en las negociaciones y acuerdos para que tengamos acceso a este mercado de 800 millones de personas en el 2005. La integración al ALCA será determinante en el desarrollo futuro de todos los países de nuestra región, y los acuerdos comerciales que alcancemos nos preparan de cara a lo que será esta zona de libre comercio hemisférica.
Las políticas que impulsan el crecimiento económico, como son la apertura al comercio internacional, la educación básica, un marco legal seguro para el clima de negocios, la disciplina fiscal y la estabilidad macroeconómica, tienen la capacidad de aumentar el ingreso de los pobres en el mismo grado que incrementan el ingreso de todos los sectores de la sociedad, según un estudio del Banco Mundial titulado "GROWTH IS GOOD FOR THE POOR", y realizado por David Dollar y Aart Kraay.
Los resultados demuestran que más de un 80% del incremento en el ingreso de los más pobres se explica por el crecimiento del ingreso percapita de la economía, y sólo un 20% se debe a políticas redistributivas.
La razón está en que esos elementos crean un ambiente de oportunidades apropiado para que más familias pobres mejoren su productividad y nivel de ingreso, y esto, dista mucho del conocido proceso de "trickle down", en el que se enriquecen primero los ricos y eventualmente, mediante el goteo, se benefician los grupos de menores ingresos.
Por otra parte, del análisis del proceso de ajuste que emprendió Costa Rica entre 1987 y 1995, dirigido por el economista Juan Diego Trejos, se derivan resultados que concuerdan con lo que les he comentado. En nuestro país, no se produjo una concentración del ingreso durante ese proceso de ajuste estructural, debido entre otros factores, a las bases educativas de la mayoría de la población, y a la oferta de mano de obra calificada.
Con las reformas que introducen a los países a esquemas más abiertos y competitivos, se aumenta las posibilidades máximas de producción, principalmente en actividades intensivas en conocimientos, siendo los grupos más educados los que pueden aprovechar las nuevas oportunidades.
Un ejemplo de esto lo tenemos nosotros, pues en nuestro país fue posible incentivar el crecimiento económico con reformas estructurales, y mantener la participación de todos los grupos sociales en la distribución del ingreso, o más bien, en la distribución de un mayor ingreso nacional, lo que permitió pasar de un nivel de pobreza del 30% cuando se iniciaron las reformas a un 20% en la actualidad.
La disminución en los niveles de pobreza en el periodo analizado por Trejos, se debió principalmente al crecimiento económico, probablemente en más de un 90%, y que se complementó con la capacidad de una mayor proporción de la sociedad para aprovechar las nuevas y mejores oportunidades que se fueron presentando. Mientras que las políticas redistributivas no lograron aportar más de un 10% a esta reducción de la pobreza.
Y déjenme decirles, amigos y amigas, que de esas reformas estructurales que emprendió nuestro país en los ochenta, la apertura comercial es de las áreas que presenta los mayores avances.
Por ello, la construcción de un orden económico que promueva la liberalización del comercio es responsabilidad de todos. Es un compromiso con el desarrollo humano, especialmente de aquellos países pequeños que requieren de las oportunidades para incrementar su competitividad y para mejorar las condiciones de vida de sus poblaciones. Porque como dice Ricardo Ffrench-Davis, las exportaciones son nuestro ojo afuera, y la idea es que ellas vean y recojan las innovaciones en el mundo, y las transmitan no sólo a sí mismas, sino que al resto de la economía nacional, a través de los bienes intermedios, los servicios, la tecnología y los canales de capacitación.
Costa Rica confía en su potencial para seguir avanzando en la integración con el mundo de forma inteligente, para perfeccionar un modelo de desarrollo que tiene como base la apertura y la inversión en capital humano. Por el crecimiento económico y las oportunidades de más y mejores empleos que requerimos para reducir la pobreza, continuaremos sobre esa senda, todos los países trabajando en conjunto, por un mayor desarrollo humano para nuestras familias.
Muchas gracias a todos.