Discurso del Presidente de la República, Miguel Ángel Rodríguez, durante la inauguración del Congreso de la Cámara de Comercio

Hotel Marriot. Jueves 25 octubre, 2001.

Querido amigo, señor Expresidente de la República de Panamá, don Nicolás Ardito Varleta, señor Presidente de la Cámara de Comercio, señor Presidente de la Unión de Cámaras, empresarios de Costa Rica, señor Ministro de Economía, Industria y Comercio, señoras y señores.

Permítanme dos palabras con anticipación al tema de fondo que quería presentarles. Una para felicitarlos por el éxito de este Congreso y por la sabia decisión de invitar al distinguido señor Expresidente, economista, don Nicolás Ardito Varleta, a que venga a dictar la conferencia de prensa en este Congreso.

La segunda para recordar con emoción a mi padre, comerciante, quien salió a los 12 años de los estudios primarios, para entrar a trabajar en una ferretería y trabajó en el comercio hasta que se retiró a los 76 años de edad, con 64 años de trabajo cumplido en la tarea comercial y quien siempre se sintió orgulloso de ser comerciante.

"De siglo en siglo los hombres hemos venido ascendiendo por una interminable rampa de progreso", estas palabras del poeta, nuestro querido poeta turrialbeño, Jorge Debravo, resaltan la historia de superación de los pueblos como una jornada interminable, que se renueva con los retos y desafíos de cada época y que en definitiva, cada generación debe asumir y continuar.

A nosotros nos ha correspondido vivir años especialmente complicados, procesos de cambio acelerados en lo económico, político, social, ambiental, y por supuesto, en el desarrollo científico y tecnológico. Cambios que generan incertidumbre y hacen más difícil cualquier decisión.

A diferencia nuestra, los hombres y mujeres del siglo XIX, a quienes admiro de gran manera, concibieron un proyecto de país que se fue desarrollando por espacio de 120 años, con avances que se iban dando poco a poco, con cambios lentos, por lo que muchas generaciones fueron parte de aquel modelo agroexportador que abrió mercados para el café y para el banano, promovió el comercio, la industria, la banca y la afluencia de capital extranjero.

Luego, Costa Rica optó por el modelo proteccionista de sustitución de importaciones, que se agotó al cabo de tres décadas, por lo que tuvimos que cambiar al modelo de promoción de exportaciones para revertir el sesgo anti exportador, y estabilizar y reactivar la economía.

A mediados de los noventa, sólo una década después, esa estrategia cumplió su período y enfrentamos nuevamente la necesidad de cambiar, de implementar un nuevo modelo de desarrollo que nos permita satisfacer las expectativas de progreso y bienestar de las familias.

De nuestra historia aprendemos que adaptarse a un proceso que se prolonga por generaciones resulta relativamente fácil, aunque se requiere mucha visión y mucha perseverancia, porque la vida transcurre siendo parte del cambio. Ir haciendo la transición en un proceso que toma una generación, como en el caso del modelo proteccionista, es manejable, pero es realmente complicado cuando la transición se debe lograr en períodos cada vez más cortos, de una década o menos, porque la gente es quien debe cambiar, vivir y generar el cambio.

Por eso ha sido difícil avanzar a una velocidad acorde con nuestras necesidades. Se nos ha dificultado entender y asimilar el cambio para progresar.

En este contexto, Costa Rica empezó un proceso de adaptación a las recomendaciones de política del Consenso de Washington, que se ampliaron con el Consenso de Santiago, para agregar a la disciplina macroeconómica y la promoción de mercados competitivos, la utilización de más instrumentos y la definición de objetivos más amplios para el proceso de desarrollo humano.

Lo fuimos haciendo con cierta tranquilidad, pausados, incluso posponiendo importantes reformas que todavía hoy, requieren de mayor unidad nacional para concretarlas. Pero este panorama se complicó en los últimos dos años, con la escalada de precios de los hidrocarburos, con el proceso de desaceleración de la economía estadounidense, después de una década de alto crecimiento, con la recesión de Japón, que impactaron las exportaciones y los términos de intercambio del país.

Sólo en el año 2000, nuestros términos de intercambio cayeron un 12%. El precio de venta de nuestro café bajó 15% ese año, y la caída en el precio del banano no fue tan severa, aunque si lo fue en el volumen de cajas exportadas que significó una pérdida de divisas de 100 millones de dólares. A esto se unió un incremento del 55% en los precios internacionales del petróleo, y por consiguiente, una factura petrolera que creció un 47%, 150 millones de dólares más, que significaron que nuestra economía dejara de crecer tres puntos porcentuales.

Cuando estábamos reaccionando de manera satisfactoria a estas circunstancias, gracias a una economía que se ha diversificado y al compromiso de este Gobierno con la estabilidad, cuando enfrentábamos además de esos elementos a los que me he referido, la caída en el mercado de los artículos de alta tecnología, que significó un 30% de pérdida de nuestras principales exportaciones el año pasado y significa este año una caída de más del 50% de los productos de Intel, cuando todo eso ocurría, el mundo entero se conmocionó con los atentados terroristas que nos han empobrecido a todos, sin excepción.

Nos han empobrecido, porque ahora recordando a Paul Samuelson, en los cursos introductorios de economía, más recursos se designan a cañones y menos a mantequilla, recordándonos que la mayor seguridad en los aeropuertos, en las oficinas de correos, en las empresas, tienen un costo de oportunidad que entre todos asumimos.

Y nos hemos empobrecido porque en un mundo en el que seamos más cerrados, menos tolerantes, más temerosos de los demás, se reducen los grados de libertad; libertad que nos da la posibilidad de crear, de innovar, de intercambiar y de imitar las nuevas formas, eficientes de hacer las cosas que van haciendo posible el progreso de la humanidad.

Entonces, lo que ha pasado es un retroceso que nos coloca en un mundo más pobre, ante lo cual Costa Rica tiene que reaccionar trabajando más, haciendo mejor las cosas, y no cambiando lo que veníamos haciendo como parte del nuevo modelo de desarrollo, sino profundizarlo.

Precisamente, la semana pasada, en la Feria Nacional de Artesanía, un micro empresario artesano, me decía "que vaína ahora tenemos que trabajar más y mejor". Y esa es la única respuesta que podemos dar.

Costa Rica como país pequeño, no tiene las dimensiones para ejecutar con éxito una política expansionista que impulse la economía internacional, sólo conseguiríamos poner presión sobre la balanza de pagos y una mayor inflación, cargando con el costo de esta medida por supuesto y tristemente las familias más pobres.

En cambio, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, España, Japón y Corea, son países que podrían empujar el sistema económico mundial gastando más, y por eso el Fondo Monetario Internacional les dice que lo hagan, y a países como el nuestro recomienda la prudencia, manejarse con cuidado, evitar crisis financieras porque precisamente los niveles de riesgo se han incrementado, y son los más vulnerables a procesos de empobrecimiento.

Por eso debemos trabajar más y mejorar lo que venimos haciendo a favor de la estabilidad macroeconómica, con el manejo responsable de la política monetaria y fiscal. Eso requiere que en la Asamblea Legislativa se apruebe la reforma a la Ley de Aduanas que disminuirá la evasión fiscal, se derogue la ley con destino específico de gasto que dificultan el manejo de las finanzas públicas, se apruebe la reforma al Sector Financiero que fortalece la independencia del Banco Central y profundiza nuestro sistema financiero, y se adopten las medidas que en muestra de unidad nacional, propondrá la Comisión de Exministros de Hacienda para reducir la deuda interna.

El momento actual exige que actuemos con patriotismo para sacar adelante esas reformas.

Debemos trabajar aún más fuerte en el mejoramiento de las aduanas, en llegar a más productores con iniciativas del Programa Impulso que incrementan su productividad. Y sobre todo, debemos seguir adelante con los tratados de libre comercio para que entren en vigencia lo más pronto posible.

Con República Dominicana, estamos en conversaciones para solventar las dudas que tienen sobre posibles conflictos con el tratado, entre el tratado y las normas que ellos tienen con la Organización Mundial del Comercio. Eso se resolverá pronto y estamos trabajando para que así sea. Las negociaciones con Trinidad y Tobago avanzan satisfactoriamente, pues tenemos casi lista la parte normativa.

Por su parte, Panamá decidió empezar primero las negociaciones con El Salvador y Nicaragua. La semana recién anterior conversé con la Presidenta Moscoso para asegurar que este proceso continuará desarrollándose satisfactoriamente. Estamos confiados en que pronto estaremos haciendo más negocios con Panamá.

El acuerdo con Chile está en las etapas finales de publicación del proceso y en pocas semanas lo tendremos en vigencia. Y hemos querido que todos los sectores tengan clara conciencia de lo que significa el Tratado con Canadá, para que se apruebe con seguridad y claridad. Estamos avanzando lo más rápido posible, dando ese tiempo prudente antes de enviarlo al Congreso.

También, apoyamos al productor que por razones conocidas está en problemas, como son los cafetaleros a quienes este año les hemos canalizado recursos por 73 millones de dólares y estamos diseñando un programa de ayuda adicional por 150 millones de dólares más, para financiar la recolección de la próxima cosecha y reestructurar a largo plazo sus deudas. Y llevamos a feliz término la ley que crea un fideicomiso agrícola para que los agricultores puedan readecuar sus deudas, sean nuevamente sujetos de crédito en los bancos y superen las crisis que enfrentan.

En ese sentido, el tratado con Canadá es muy importante por la apertura que da para caña, un sector en la Meseta Central de pequeños agricultores. Debemos comprender que dadas las limitaciones del café, el tratado abre la posibilidad de diversificar cultivos en algunas zonas, a la vez que defiende la posibilidad de subsistir a los pequeños cañeros de esta querida meseta central.

La respuesta que debemos dar, incluye medidas que amplíen la capacidad de atraer inversión a nichos especializados, contando para ello con las zonas francas y la propuesta de Costa Rica de ampliar al 2007, el plazo para que se eliminen los incentivos fiscales de esos regímenes. Este es un acuerdo al que llegaron por consenso las economías más importantes del mundo, para proponerlo en la próxima reunión ministerial que incluye la aplicación de medidas que igualen los esquemas impositivos para todas las empresas en los dos últimos años de este período de extensión.

El Gobierno seguirá trabajando más y mejor, continuará mejorando las condiciones y estableciendo las reglas del juego. Pero al final, nosotros lo tenemos claro, son ustedes quienes determinan si estas acciones dan los frutos esperados.

Estamos en capacidad para convertir los desafíos en oportunidades, los retos en resultados positivos para los costarricenses es lo que ya se está reflejando aquí

, lo vimos la semana pasada con la incursión por ejemplo de Sardimar al mercado estadounidense, una empresa que reactivó la exportación de atún después de más de 10 años, a un mercado que ahora puede accesar con plenitud, gracias a que maduró y aprovechó la oportunidad que abrió este Gobierno con la ampliación de los beneficios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe.

Pero necesitamos que más empresas, mucho más empresas, vendan productos de alta calidad y buenos precios en los mercados que vamos abriendo. Necesitamos que el esfuerzo de un Gobierno que consolida la estabilidad, trabaja por un entorno de obras y servicios competitivos para la producción, negocia acuerdos comerciales con liderazgo, promueve la creatividad, el desarrollo del capital humano y la generación de empresas con el Programa Impulso, se complemente con la capacidad de muchos, de muchísimos empresarios para llevar adelante proyectos nuevos, con excelencia, sin miedo a la competencia.

Ese es el reto que hoy nos exige dar lo mejor, a actuar, cambiar e innovar a la velocidad y en la magnitud con que suceden los acontecimientos internacionales, que van determinando las posibilidades reales de progreso y bienestar.

Mucho éxito queridas y queridos amigos en este Congreso de Comercio.


Para copiar un artículo de este sitio a un archivo de Word, primero copie y pegue el título, y luego el cuerpo del artículo, con el fin de que conserven los formatos y márgenes adecuados.