OPINION
Noviembre 14, 2022 2:23 pm
El año que rápido se nos termina se despide entre luces y sombras.
Luces
Mientras en la generalidad de regiones y países las predicciones sobre el comportamiento de las economías en este año han venido disminuyendo el crecimiento esperado de su producción, en nuestro caso más bien el BCCR y antes la misión del FMI que nos visitó para analizar nuestros resultados, señalan que creceremos más. Así, a pesar de esas circunstancias de la economía mundial, el Informe de Política Monetaria del BCCR de octubre recién pasado aumenta a 4,3% el crecimiento esperado del PIB en 2022. A principios de año el BCCR lo había estimado en 3,9 y a mediados de año había bajado su estimación a 3,4%. Esta nueva previsión de un crecimiento 0,9 puntos porcentuales (p.p.) más alto que el estimado hace tres meses es una previsión muy positiva. Este aumento en el crecimiento esperado se da a pesar de que las estimaciones de octubre del FMI implican una disminución del crecimiento de nuestros principales socios comerciales de 0,2 p.p. con relación a las estimaciones de julio.
Sobre este incremento en el crecimiento esperado el BCCR expresa: “La revisión al alza en el crecimiento del PIB en el 2022 se explica por un mayor crecimiento de la demanda externa de bienes manufacturados por el régimen especial de comercio y de servicios relacionados con el ingreso de turistas, así como de servicios empresariales y de informática, que producen para el mercado externo.”
A setiembre pasado las exportaciones crecieron interanualmente un 10,7%. Crecieron tanto las del régimen especial como las del definitivo, pero las primeras más aceleradamente, un 15,6%.
Mientras la producción del régimen definitivo disminuyó en 2020-2021, el incremento en las exportaciones de bienes y servicios de las zonas francas y de perfeccionamiento activo ha sido tan alto en los últimos años, que de un 10% del PIB que representaba la producción de ese régimen especial antes de la pandemia, ahora significa un 15%.
En los últimos años la negativa situación fiscal con su resultado de alto endeudamiento público ha sido un freno a la acción que podría efectuar el gobierno para reactivar la economía con inversión en infraestructura, en capacitación laboral y con mayores recursos para atender el empobrecimiento causado por sucesivas olas externas que nos han afectado (pandemia, quiebre de las cadenas de producción internacionales, crisis de contenedores y alza de fletes, invasión a Ucrania con su impacto en crecimiento exorbitante de precios de combustibles, alimentos y fertilizantes, inflación y alzas en tasas de interés).
En 2018 se tomaron medidas de cambios impositivos con la creación del IVA y modificaciones en impuesto de renta, y con control del gasto mediante el establecimiento de la regla fiscal que yo había propuesto 30 años antes.
Los resultados han sido incluso mucho mejores a los previstos y a las metas que se habían establecido con el FMI, como lo confirmó la misión de ese organismo que recientemente nos evaluó.
Los datos del Ministerio de Hacienda a setiembre de este año nos indican que el superávit primario alcanzado fue de 2,2% del PIB que se compara con 0,2% el año anterior. En colones se alcanzó un resultado de ₡1.003 millones frente a una meta estimativa con el FMI de ₡215 millones.
Los resultados de la hacienda pública se generan por un importante aumento en ingresos de 0,9 p.p. del PIB y una variación en el gasto total y el gasto corriente ambos sin intereses que por aplicación de la regla fiscal solo crecieron 0,2% respecto a setiembre de 2021, y por crecimiento del PIB disminuyeron 1,1 p.p. del PIB.
Con esos resultados de ingresos y gastos y el efecto inflacionario sobre el valor real de la deuda, a setiembre pasado la relación Deuda Pública a PIB cayó en 4,9 p.p. del PIB respecto a su saldo a inicios de este año, quedando en 63,1% del PIB.
El conjunto de todas estas medidas y realizaciones es una mejora muy importante en el aprecio en los mercados internacionales por los bonos de Costa Rica. El EMBI es una medida del riesgo de un país mediante el diferencial de intereses que debe pagar por colocar sus bonos a 10 años en los mercados internacionales, en comparación con el interés se carga a los del Tesoro de EEUU con ese plazo. Por muchos años Costa Rica vino teniendo un EMBI más alto que el global para países en desarrollo y el promedio para los países de América Latina.
Por ejemplo, a fines de febrero de 2020, antes de la pandemia, Costa Rica pagaba un interés con un costo sobre los de EEUU de 1,07 p.p. más que el promedio de América Latina. Ya desde abril de este año esa situación se reversó y el pasado 10 de noviembre el EMI de Costa Rica es menor al de América Latina en 0,81 p.p. También respecto al EMBI global de países en desarrollo pagábamos más, pero desde mediados de setiembre pagamos menos y ahora al 10 de noviembre nuestro EMBI es menora al Global en 0,45 p.p.
En pobreza, la Encuesta de Hogares de este año nos dio una favorable sorpresa al indicar que la pobreza por ingreso no aumentó manteniendo el nivel del año anterior de 23%, claro que lamentablemente es el mayor nivel desde 2010, pero significó el año pasado una importante reducción respecto al impacto de la pandemia en 2020 que lo había elevado a 26,2%. Por el aumento tan elevado en el costo de los bienes esenciales que se ha dado este año, era esperable un aumento en ese indicador. No se dio respecto a la pobreza por hogares, por el aumento producido en los ingresos de los hogares con menos recursos especialmente por ingreso autónomo y de imputación por valores no declarados. Respecto al ingreso per cápita el aumento es aún mayor porque de 2021 a 2022 se produce una reducción de 4.6% en el tamaño promedio de los hogares del 20% más pobre de la población.
En empleo a setiembre pasado el índice de desempleo mantiene un nivel muy elevado de 12%, pero similar al de agosto anterior y ligeramente inferior al ya muy alto que se daba antes de la pandemia: 12,5%.
Sombras
Para 2023 el BCCR disminuyó su expectativa de crecimiento de 3,2% a 2,7% que sin embargo en conjunto con el incremento en el crecimiento para este año significa una producción de bienes y servicios a finales de ese año, mayor al antes estimado.
Sin embargo, en términos de bienestar las cifras no son tan favorables. Por el gran incremento en el precio de los bienes que importamos (combustibles, alimentos, fertilizantes, metales) y por el alza en los intereses que generan las políticas antiinflacionarias de los bancos centrales y su impacto en lo que pagamos sobre nuestras deudas con el exterior, el poder de compra de nuestras exportaciones ha disminuido y eso afecta negativamente el ingreso y el consumo nacionales. Así, aunque el PIB de este año se espera que crezca un 4,3%, el Ingreso Nacional Disponible solo lo hará en 1,2%.
En el campo fiscal, aunque los resultados financieros han sido muy favorables, la falta de cambios estructurales en la organización del estado ha causado que el ajuste en el gasto haya caído desproporcionadamente en la infraestructura y el gasto social, y que el deterioro en servicio tan esencial como la educación sea de enorme gravedad. En cuanto al gasto social según datos de la Contraloría General de la República ha disminuido de 12,76% del PIB en 2019 antes de la pandemia a 11,36 y 10,57 en los presupuestos para 2022 y 2023. El gasto para protección social también ha disminuido. Era 4.44 antes de la pandemia y ahora es 3,87 y 3,69% del PIB en los presupuestos del año pasado y del actual.
En cuanto a empleo, no solo se mantienen los muy altos niveles de desempleo anteriores a la pandemia, sino que el número de ocupados es menor en 39.356 personas. Si se toma en cuenta el crecimiento de la población de 2019 al presente, el numero menor de puestos ocupados para mantener la proporción de ocupados anterior a la covid es de 93.080.
Previsiones
Para el año entrante las previsiones para la economía mundial son que vuelva a bajar el crecimiento del PIB a solo 2,7% e incluso que economías desarrolladas y en desarrollo que representan una tercera parte de la producción mundial contraigan su PIB.
Para Costa Rica el BCCR en su Informe de Política Monetaria de octubre espera un crecimiento de solo 2,7% coincidentemente igual al de la economía mundial que proyecta el FMI, y que para nuestro país sería uno de los seis más bajos de los últimos 30 años.
El sector público volvería a mejorar sus resultados fiscales, pero a costa de seguir comprimiendo el gasto social, en infraestructura y los salarios reales de sus trabajadores, por lo que considero urgentes medidas adicionales como la venta de activos para bajar más rápido la deuda pública respecto al PIB, así como medidas para mejorar la colocación de nuestra deuda de forma que podamos disminuir la carga de intereses, como la colocación de eurobonos en lugar de deuda interna.
El sector externo se vería fortalecido por el aumento en la llegada de turistas que se esperaría recuperaría los niveles anteriores a la pandemia, de no agravarse situaciones como la guerra en Ucrania y es de esperar que los regímenes especiales de comercio mantengan su dinamismo y se recupere la producción y las exportaciones agrícolas. Estas dos mejoras es de esperar que permitan recuperar el nivel de ocupación previo a la covid-19.
Por otra parte, se espera una mejora de 1,1% en los términos de intercambio, lo que haría que en 2023 el Ingreso Nacional aumenté en 3%. Ese aumento podría mejorar la situación de pobreza, siempre que no disminuyan las transferencias bien focalizadas del sector público, que tomen en cuanta los cambios de cuales familias se encuentran en esa situación. Esto último se ve amenazado por la lentitud del IMAS en los últimos años en atender las demandas y estudiar y resolver las solicitudes de nuevos beneficiarios potenciales.
La inflación para este año el BCCR la proyecta 8,5% y en 6% para 2023. Claro que por su incidencia en el precio de los bienes de la canasta básica esa alta inflación tendría potenciales efectos negativos en las duras situaciones de pobreza.
Además, la lucha de los bancos centrales de nuestros principales socios comerciales significa que posiblemente sigan aumentando la tasa de interés, lo que nos afecta negativamente por la disminución potencial en demanda por nuestros bienes y servicios de exportación, y por el encarecimiento del servicio de nuestra deuda externa.
Todas esas condiciones hacen más urgente la mejora en la colocación de nuestra deuda pública para abrir campo al gasto en otros bienes públicos, especialmente infraestructura y atención a las familias en condición de pobreza.
PhD. Miguel Angel Rodríguez
Socio Consultor de Ecoanálisis
Fuente: CR Hoy