POR Miguel ?ngel Rodr?guez - Actualizado el 13 de septiembre de 2015 a: 12:00 a.m.

En Costa Rica, hemos seguido el camino cristiano para construir justicia para las mujeres

Podemos actuar de formas antag?nicas frente a un conflicto social, en la familia, en una naci?n o en el mundo. Podemos enfrentarlo con amor o con odio. Y los resultados son muy diferentes.

Claro que cuando el conflicto significa peligro a la vida o la integridad de una o varias personas, no hay m?s remedio ?si es posible hacerlo con ?xito? que el uso de la fuerza por la autoridad constituida para proteger a las v?ctimas.

Si recurrimos al odio y a la violencia y tenemos poder suficiente, la soluci?n se puede imponer, pero dif?cilmente es estable y duradera.

Pensemos en el ?macho? que avasalla a ?su? mujer, en el chavismo que se apodera de Venezuela o en George W Bush y el ahorcamiento de Sadam Husein.

La pareja vive sufriendo el maltrato o se desintegra, los venezolanos soportan las limitaciones a sus derechos y el desabastecimiento e Irak cae en la cruel guerra que hoy vive.

No tengo duda en preferir a Mahatma Gandhi frente a Mao. Pero, claro, surge la pregunta v?lida: ?Cu?nto y hasta cu?ndo se debe soportar sin recurrir a la fuerza?

El mundo occidental ha encontrado dos conceptualizaciones de estas antag?nicas maneras de enfrentar los conflictos sociales: el cristianismo y el marxismo.

El primero predica la conversi?n personal al amor al pr?jimo, incluido amar a los enemigos. En su versi?n del catolicismo posterior a Le?n XIII, elabora la doctrina social de la Iglesia que predica no solo la responsabilidad moral personal de ayudar en especial a los necesitados, sino que convierte las bienaventuranzas en una obligaci?n que ata?e a todos, una obligaci?n personal de participar en la vida de la sociedad para colaborar en la construcci?n del bien com?n.

O sea que todos estamos llamados a ser constructores de ?el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir m?s plena y f?cilmente su propia perfecci?n? ( Gaudium et spes Concilio Vaticano II ).

Discriminaci?n contra las mujeres. El marxismo pretende resolver el conflicto venciendo a los opresores. Por eso llama a la lucha de clases, a la confrontaci?n violenta, a la dictadura del proletariado.

Per, ?cu?ntas veces se debe poner la otra mejilla? Jes?s nos dice que setenta veces siete, pero tambi?n ech? a los mercaderes del templo.

No pretendo contestar en t?rminos generales esa pregunta. Pero me atrevo a tratar de dar una respuesta limitada al problema de la discriminaci?n contra las mujeres en las sociedades occidentales.

?Es mejor enfrentar y resolver esa milenaria injusticia por la v?a del amor o por la vida del odio y la confrontaci?n? ?Es preferible recurrir a la soluci?n cristiana o a la marxista? Y ?cu?l camino ha transitado Costa Rica?

Me atrevo a contestar porque tuve la suerte de ser convertido por Lorena y muchas mujeres socialcristianas a la causa de la reivindicaci?n de los derechos de las mujeres, y me siento orgulloso de los aportes que ?como las cuotas m?nimas de participaci?n? pude colaborar con ellas a establecer.

Las medidas inclusivas por la v?a del amor toman su fuerza de la participaci?n de los opresores en la construcci?n del cambio. Se basan en la persuasi?n y el convencimiento, no en la imposici?n. Por el camino del odio y la violencia, el resultado puede ser m?s r?pido, pero deja una huella de resentimiento y odio en los opresores vencidos, que generalmente impide la sostenibilidad pac?fica del cambio.

Nuestra ruta. En Costa Rica, hemos seguido el camino cristiano para construir justicia para las mujeres. Escogimos convencer a los hombres de que nuestra felicidad depende del respeto a la dignidad de las mujeres; de aprender de ellas la dulzura de cuidar a nuestros ni?os; de trabajar con ellas para lograr el disfrute pleno e igualitario de sus derechos pol?ticos, laborales, sociales; de compartir las tareas del hogar y disfrutar de su creatividad.

Dejamos de lado la confrontaci?n y la lucha de la mujer contra el marido en el seno de la familia, y escogimos la unidad en el amor de la pareja y los hijos.

Es tambi?n el camino que hemos transitado para resolver los conflictos entre empresarios y trabajadores desde monse?or Thiel y el padre Volio; desde el presidente Calder?n Guardia y el arzobispo Sanabria; e incluso desde la solidaridad social de muchos de los liberales decimon?nicos y de don Ricardo y don Cleto.

La construcci?n de nuestro Estado social de derecho no se basa en el marxismo ni es cosa de la segunda mitad del siglo XX. Sus ra?ces son mucho m?s antiguas, m?s fuertes y se nutren del amor y el entendimiento, no del odio y la confrontaci?n.

Miguel ?ngel Rodr?guez fue presidente de Costa Rica.

Fuente: nacion.com


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