ALTERNATIVAS

Miguel Ángel Rodríguez E.

Miguel Angel Rodriguez Echeverria

Pronto votaremos para elegir un nuevo gobierno. Hace meses vivimos en campaña electoral y eso no es malo. La campaña es, en la democracia, la más clara lucha por el ejercicio del poder, es por lo tanto el más vivo ejercicio de la política como aspiración a participar del poder o a influir en su distribución. En democracia, la disputa por quien detenta el poder se resuelve mediante el sufragio y a éste se llega por la campaña electoral.

El político puede motivarse por políticas públicas. Idealmente los partidos políticos actúan para integrar en su seno diversos grupos de interés y de opinión, y conformar una coalición con miras a gobernar como mayoría o, al menos, a contribuir con sus puntos de vista y defensa de preferencias en la determinación de las políticas públicas.

El debate electoral es entonces discusión sobre propuestas alternativas en cuanto a los fines y la operación del estado. Pero ni siquiera en este caso se garantiza la bondad de las propuestas ni la pureza de las intenciones de los políticos.

 

La intención del político puede ser el triunfo de una agenda oculta e incluso el simple erotismo del poder (el poder por el poder mismo). Por eso los partidos con una cierta permanencia constituyen el mejor medio para conocer los objetivos reales de los aspirantes y para garantizar su lealtad con el electorado. La experiencia permite conocer las tareas cumplidas por cada partido, sus preferencias y estilos: por sus frutos los conoceréis. El futuro del partido, por su parte, depende de la satisfacción de sus electores y ello promueve congruencia entre el planteamiento electoral y las realizaciones del gobierno.

La contienda electoral permite a los partidos exponer sus propuestas de políticas públicas. Si lo hacen los electores, saben lo que pueden exigir. Pero si solo se presentan propuestas vagas, principios generales o declaraciones triviales, el elector que los vota les da un cheque en blanco a los candidatos.

Es evidente que los partidos no pueden actuar al margen de las personas que los representan, lo que obliga a analizar, además de las propuestas de gobierno, las calidades de los candidatos. Y no se trata solo de la muy importante trayectoria ética de sus vidas, sino también de sus condiciones y conocimientos pues no bastan las buenas intenciones de las cuales está empedrado el camino de los infiernos.

Los electores necesitamos de los partidos para construir coaliciones de intereses y valores que permitan llevar adelante una opción de gobierno. Los partidos necesitan a los electores para detentar el poder. Esa dependencia mutua se erosiona con la desconfianza y solo se reconstruye con hechos que demuestren lealtad de los partidos con sus valores y propuestas y de los electores con sus partidos.

Esta campaña se lleva adelante en medio de una fuerte disminución de estas lealtades mutuas. ¿Cuáles han sido los cambios institucionales que nos han llevado en esa dirección? ¿Qué leyes, reglas del juego, tradiciones debemos cambiar para incentivar qué partidos y políticos se interesen y comprometan con programas específicos de gobierno y con su cumplimiento? ¿Cómo reconstruir las lealtades mutuas?

Estas preguntas merecen respuesta en esta campaña y a ellas me referiré en estas Alternativas.


Fecha de publicación: 27-May-2013

Fuente: diarioextra.com


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