ALTERNATIVAS

Miguel Angel Rodriguez EcheverriaLa relación entre distintas monedas se regula según el régimen cambiario que se adopte. En Costa Rica por muchos años tuvimos un tipo de cambio fijo con el dólar, y como en diferentes periodos tuvimos tasas de inflación mayores a las de nuestros principales socios comerciales, (casi siempre en razón de la magnitud del déficit fiscal), cada tantos años debíamos devaluar nuestra moneda con alto costo por el ajuste acumulado.

Después de la enorme crisis que sufrimos a principios de los años ochenta y cuando se pudo volver a un tipo de cambio único, se adoptó el sistema de minidevaluaciones pues no se habían arreglado totalmente los problemas fiscales y de endeudamiento externo, nuestra inflación era muy alta y no era posible mantener un valor fijo para el colón sin un alto costo en la producción.

En 2006 el Banco Central -para eliminar la inercia inflacionaria de las minidevaluaciones- cambió ese sistema por un tipo de cambio libre pero entre bandas que el ente emisor se compromete a mantener señalando montos máximos permitidos de apreciación y de depreciación. Desde entonces el tipo de cambio estuvo inicialmente pegado al techo y al piso cambiario y ya desde setiembre de 2010 es prácticamente igual a ese límite inferior que dejó de ampliarse. Dados los diferenciales de inflación, desde entonces el tipo de cambio real del colón se ha apreciado entre un 8 y un 9%. Ya para 2010 se había dado una apreciación del colón de más de un 20% con respecto a cada año de 1997 a 2007. Difícilmente podría concebirse que los cambios en nuestra economía respecto a la mundial puedan justificar una apreciación aún mayor a la ya vivida.

El paso siguiente para llegar a un sistema de metas inflacionarias -que fue el propuesto desde 2006- sería eliminar las bandas y permitir una flotación administrada con medidas previamente establecidas para determinar las circunstancias en las que el Banco Central intervendría en el mercado cambiario para evitar especulación depredadora contra el colón.

El ingreso del capital golondrina atraído por un diferencial de intereses que hace atractivo invertir en colones con un tipo de cambio prácticamente fijo aumenta la oferta monetaria por las compras de esas divisas por el Banco Central, lo que bajaría el tipo de interés. Pero si el ente emisor para impedir con el mayor circulante un aumento de la inflación lo esteriliza vendiendo bonos, esto vuelve a aumentar la tasa de interés y se pierde el efecto de desestimulo inicial. Además, las perdidas futuras del Banco Central por el aumento en su pago de intereses aumentarán la inflación futura y sus expectativas presentes. Si el tipo de cambio fuese libremente fluctuante, el ingreso de dólares disminuiría su valor en colones y se daría una mayor apreciación. En el caso de mantener el tipo de cambio fijo se afecta la rentabilidad de las exportaciones por el aumento de costos internos creado por la mayor inflación. Si se deja fluctuar la moneda, su apreciación tendrá similares efectos sobre las exportaciones. Y esos efectos significan o menos empleos o menos salarios o ambos.

¿Cuál alternativa debemos escoger? ¿Puede enfrentar la política monetaria por si misma estas circunstancias?


Fecha de publicación: 4-Mar-2013

Fuente: diarioextra.com

 


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