Alternativas

No puede dejar de espantarnos la maldad. Pasan los a?os y los siglos. Se predica la solidaridad, el amor y el respeto a la vida y a los derechos humanos. Y Ca?n sigue levantando su vil pu?o contra Abel y cada d?a con medios m?s poderosos para matar.

Nos causa justa indignaci?n y rabia ver c?mo seres humanos matan a inocentes, siegan vidas de gente indefensa y an?nima, acuden a la crueldad para llamar la atenci?n y usan como su arma el terror.

El Institute for Economics and Peace reporta que el a?o pasado murieron v?ctimas del terrorismo 32.658 personas, principalmente en Afganist?n, Irak, Nigeria, Pakist?n y Siria siendo los principales victimarios el Estado Isl?mico y Boko Haram.

Este a?o sufren Par?s, Ankara, Nigeria, Kenia, Kuwait, T?nez, Bangkok, Somalia, Beirut, el avi?n de pasajeros ruso y por supuesto Afganist?n, Irak y Siria.

En los vastos territorios conquistados en Irak y Siria por el Estado Isl?mico millones de civiles son desplazados, las familias pierden sus terru?os, cristianos y yazid?es son martirizados.

No podemos evitar la ira ante tanta atrocidad. Pero la ira no construye. Imitar al terrorismo de grupos sociales y ahora el del Estado Isl?mico, solo lograr?a el triunfo de la barbarie.

Debemos evitar caricaturas injustas y generalizaciones crueles. La gran mayor?a de los musulmanes no es yihadista ni pretende imponer una sharia o ley basada en costumbres isl?micas primitivas. Debemos honrar nuestra cultura y valores cristianos, no caer en el vac?o de un pragmatismo sin valores, y respetar la religi?n de Mahoma.

Al interior de cada persona la ?nica respuesta constructiva es el amor y la tolerancia. El odio y la violencia personal que surgen del miedo fortalecen los objetivos de los terroristas. Nuestra conducta debe basarse en los mejores principios de las distintas religiones: el respeto a la dignidad humana y la regla de oro, ser con los dem?s como deseamos que los dem?s sean con nosotros. Nunca debe ser el terrorismo excusa para que no se ejerza la solidaridad y el apoyo a los refugiados desplazados por los conflictos.

Como sociedades y como estados la respuesta debe basarse en el derecho, en el uso de la tecnolog?a y la inteligencia, en la negociaci?n de alianzas, en las fuerzas y las instituciones internacionales. No en la venganza ni tampoco en la violencia desproporcionada. De todos modos contra la maldad no hay prevenci?n infalible.

Claro que no puede la comunidad internacional permitir la existencia de un cuasi-estado con poblaci?n, territorio, recursos (uno o dos billones de d?lares de ingresos petroleros y otro tanto de cobros a las poblaciones dominadas) y dedicado al terrorismo y la conquista. Pero la destrucci?n del pretendido califato no puede ser a costa del odio y el resentimiento de cientos de millones de musulmanes moderados.

La fuerza utilizada debe ser la estrictamente necesaria, contar con el mayor respaldo musulm?n posible y que no pueda ser considerada como una renovaci?n del colonialismo occidental o de los intereses petroleros.

Con visi?n de largo plazo, esta no debe ser ocasi?n para reivindicar la arbitrariedad ni la mera fuerza de los ej?rcitos nacionales. Debe ser una oportunidad para fortalecer el derecho internacional y las Naciones Unidas.