ALTERNATIVAS

Miguel Ángel Rodríguez E.

Dr. Miguel Angel Rodriguez Echeverria

Por encima de ideologías e intereses, a todos nos preocupa la pobreza, el alto desempleo, el crecimiento de la desigualdad y el poco crecimiento económico.

Para enfrentar estos problemas requerimos que cada día una mayor proporción de la población encuentre un trabajo formal, que le permita tener al menos un salario mínimo y los beneficios de nuestra seguridad social. Requerimos que los jóvenes -en especial- se puedan incorporar a una vida laboral satisfactoria, de modo que quienes deseen emprender por su cuenta lo puedan hacer con conocimientos y posibilidades reales de éxito y superación, y no sea el autoempleo una alternativa forzada para seguir en la pobreza, frente a la desocupación y una miseria aún mayor.

Para ello -como lo sabemos- es indispensable el desarrollo de habilidades por parte de nuestros jóvenes, que les puedan dar oportunidades productivas para crecer personalmente, y esa es una de las más importantes maneras de que también la economía pueda ser más eficiente y crecer con mayor rapidez.

El INA surgió durante la administración del presidente don Francisco Orlich de la mano de su ministro de Trabajo, don Alfonso Carro, que de Dios goce. Y surgió para capacitar a los jóvenes que se iniciarían en la vida de trabajo, en especial en la creciente industria de los sesenta y setenta del siglo XX, y para permitir que la incipiente industrialización pudiera contar con una oferta de mano de obra calificada.

Era una Costa Rica muy diferente a la actual, en la cual menos de un 20% de los jóvenes asistía a secundaria, y era indispensable preparar a los jóvenes para las nuevas actividades en las ciudades que sustituían las faenas agrícolas.

Tuve el privilegio de disfrutar las excelentes clases que don Alfonso con esmero preparaba para su cátedra de teoría del estado en la Escuela de Derecho en barrio González Lahmann.

Después el Lic. Carro fue diputado cuando tuve el honor de servir en la administración de don José Joaquín Trejos. La mayoría liberacionista -que era la oposición en el Congreso- había aprobado en comisión unas normas generales al presupuesto que impedirían al Ejecutivo poder operar normalmente, lo que obligaría a vetarlas, y no había entonces Sala Constitucional que dirimiera semejante controversia.

Como Ministro de Planificación -que entonces preparaba el presupuesto- yo estaba reunido en la Presidencia de la Asamblea con algunos diputados liberacionistas tratando de evitar la confrontación. Llegó don Pepe Figueres y con el apoyo de don Alfonso y otros compañeros suyos se logró eliminar esas normas generales.

Luego tuve el placer de compartir con don Alfonso en los primeros años de la Universidad La Salle cuando pude colaborar en su Consejo Universitario.

Los costarricenses deberíamos encontrar en don Alfonso inspiración y ejemplo para superar prejuicios y pragmáticamente abocarnos a convertir nuestra educación secundaria y en especial la técnica y la formación para el trabajo en mecanismos pertinentes para los jóvenes, que nos lleven a universalizar su formación y a generar en ellos las habilidades literarias en español y otros idiomas, en matemáticas y ciencias que les permitan incorporarse a la producción, aumentado su eficiencia.

Ese sería el mejor homenaje en memoria de don Alfonso Carro.


Fecha de publicación: 10-Ago-2015

Fuente: diarioextra.com


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