ALTERNATIVAS
Miguel Ángel Rodríguez E.
El martes pasado la UACA y el Instituto de Políticas y Estudios Familiares (IPEF) bajo la dirección de Jesús Rosales y con motivo del vigésimo aniversario del Año Internacional de la Familia, organizaron un foro al que vino como conferencista el Dr. Ignacio Socías, abogado y periodista, Director General del Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia.
Para los católicos, la familia alrededor del matrimonio goza de las gracias especiales de ese sacramento, que Dios nos da a los cónyuges para que tengamos fuerza y nos dediquemos a cumplir con las obligaciones de nuestro estado. Yo le pido a Jesús que todos tengan la dicha de la fe, que hace más feliz la vida y facilita, aunque no garantiza, que podamos cumplir con nuestras obligaciones. Pero la fe y la religión ni se deben ni se pueden imponer.
En sociedad debemos acudir a reglas que apelan a las concepciones generalizadas de las normas del buen vivir en comunidad. Esas reglas generales de buena conducta van señalando las maneras de actuar exitosas en el devenir de la humanidad.
Las enormes transformaciones vividas en el último siglo en cuanto al rol de la mujer, al trabajo disciplinado fuera del hogar de padres y madres, a los derechos y libertades de niños y jóvenes y a la larga expectativa de vida de los ancianos han dado origen a cambios igualmente grandes en el comportamiento de las familias. Por ejemplo, la mayor dificultad de educar en valores y en respeto a la autoridad en una sociedad permisiva que, con justicia, demanda más diálogo y explicación y menor imposición. Por ejemplo, tener tasas de natalidad que no permiten ni siquiera mantener el tamaño de la población y que imponen cargas insostenibles por el peso alto y creciente de las pensiones. Por ejemplo, la dificultad de los padres por sus compromisos laborales de atender a los hijos adecuadamente en sus primeros años, cuando la formación en valores y en capacidades cognitivas es tan importante. Por ejemplo, la necesidad de educar en responsabilidad ante las laxas costumbres sexuales.
Por eso me impacto tan favorablemente el Dr. Socías cuando afirmó que la familia que importa es la familia eficiente, y que para ser eficiente debe basarse en el compromiso. Por supuesto, en el compromiso de los padres que libremente asumen sus obligaciones y deben ser responsables de ellas. ¡Qué inconveniente es que tantas parejas se unan bajo la ilusión de un romance y no bajo la convicción de un compromiso que exige entrega a la construcción de la familia!
En consecuencia, las políticas públicas de impuestos, salud, atención social, vivienda, mujer, niñez, ancianidad deben ser estables y propiciar familias basadas en el compromiso de sus integrantes con los fines de la familia, que constitucionalmente es “elemento natural y fundamento de la sociedad”.
Qué bueno sería que los jóvenes leyeran “El arte de amar” de Erich Fromm para construir su familia sobre un compromiso serio y que bueno es que en mi gobierno hayamos podido -con la guía de Lorena- aprobar la Ley de Paternidad Responsable para que la madre pueda con mayor facilidad exigir al padre que cumpla con sus deberes.
Este es un camino en el que no podemos desmayar. Se debe retomar una política de paternidad responsable especialmente para que los efectos de esa ley se den entre las personas más pobres de las zonas rurales adonde su impacto positivo ha sido menor.