ALTERNATIVAS
Miguel Ángel Rodríguez E.
Esa fue la primera vez que se introdujo un sistema de acciones afirmativas para promover la participación política de las mujeres. Se hizo con cuotas mínimas de participación femenina en todos los órganos partidarios y en las papeletas electorales, para lo cual se aprobó la reforma estatutaria que obligó a un mínimo de 40% de mujeres en esas posiciones.
La lucha no fue fácil. Las cuotas fueron un cambio radical. Recuerdo con incredulidad que en la campaña de 1986 en uno de los cantones hasta el Comité Femenino era presidido por un hombre. Con igual asombro recuerdo que en la campaña de 1994, cuando Lorena promovía la participación de mujeres en los comités cantonales de campaña, un compañero de partido le dijo que ahí no habían mujeres, a lo que sagazmente Lorena replicó: "Que, ¿entonces aquí los bebés nacen de huevos?"
Rápidamente el trabajo realizado por Lorena y un amplio y muy valioso grupo de mujeres del PUSC fue dando fruto. Durante los congresos electos en 1986 y 1990 el porcentaje de diputadas se mantuvo en un 12% que era lo más alto alcanzado. Para 1994 ya se aumentó la participación femenina a un 16%. En las elecciones de 1998 las diputadas alcanzaron a ser por primera un 20% de la Asamblea Legislativa.
Durante ese gobierno -cuando se tuvo por primera vez una Ministra de la Condición de la Mujer- con su ayuda y el liderazgo de Lorena, se logró una interpretación del Tribunal Supremo de Elecciones de que la reforma de 1996 que obligaba a un 40% de participación de mujeres en las listas para la elección de diputados, se debería ubicar en los puestos elegibles de cada partido, según el resultado de la elección anterior. De esta manera, en la elección de 2002 llegó a un 35% la participación de diputadas en el congreso.
A la par de las cuotas para la Asamblea Legislativa se propició desde el PUSC acciones afirmativas para promover la integración de mujeres a los consejos municipales, lo cual ha resultado aún más exitoso, pues en las dos últimas elecciones han resultado electas para integrarlos casi un 50% de mujeres.
Ahora con las elecciones de febrero pasado lamentamos una disminución de la participación de mujeres en la Asamblea Legislativa pues los resultados provisionales implican solo un 33%. Esto se da a pesar de que se reformó la legislación electoral para este proceso, estableciendo la obligación de paridad en las papeletas entre hombres y mujeres, y su alternancia en el orden de la lista.
El fenómeno se produce por el aumento en el número de fracciones legislativas que llega a 9, el número más alto desde que nos rige la Constitución de 1949. Por ser las listas provinciales de la mayoría de los partidos encabezados por hombres, y ser muchos los casos en los cuales un partido solo elige un diputado por provincia, la alternancia no evitó que disminuya el número de mujeres electas a la Asamblea Legislativa.
Igual pasaría en los consejos municipales si la fragmentación política se mantiene.