ALTERNATIVAS

Dr. Miguel Angel Rodriguez Echeverria

Los cristianos conmemoramos y revivimos, en la Semana Santa que ayer concluyó en todo el mundo, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, nuestro Redentor. Este año coincidieron la Pascua de la liturgia romana y la de la liturgia ortodoxa.

El evangelista san Lucas, en su relato del misterio de la redención, cuenta que, mientras lo crucificaban, Jesús, Hijo de Dios y hombre verdadero, pidió a Dios Padre el perdón para sus verdugos y, por extensión, para todas nuestras ofensas a lo largo de la historia.

¡Qué extraordinaria enseñanza!

Vivimos tiempos de confrontación.

En nuestra amada Costa Rica imperan el antagonismo, la confrontación sin límites, la descalificación del otro y las diferencias convertidas en enemistades.

De manera similar ocurre en muchas naciones, tanto en aquellas herederas directas de la cultura cristiana como en las que han sido influenciadas indirectamente por nuestra fe y nuestra cultura.

También el enfrentamiento inmisericorde o la indiferencia se manifiestan en las relaciones entre países. Después de décadas de relativa paz, nunca total, pues la imperfección y los vicios humanos no han desaparecido, el mundo vive hoy la etapa de mayor derramamiento de sangre y muerte por causa de las guerras y la delincuencia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Ni qué decir de la violencia en el seno de las familias: feminicidios, intolerancia entre padres e hijos, abandono de los ancianos y hasta la sustitución de los bebés por mascotas.

Parece que el perdón ya no formara parte de nuestros ideales.

Perdonar, aceptar las razones del otro para pensar diferente, respetar sus conocimientos, tratar de entenderlo, debatir civilizadamente, tener cordialidad en el trato, y ni qué decir amarlo, ya no forman parte de nuestra vivencia cotidiana.

¿Es que ya no somos cristianos?

¿Es que la regla de oro de la civilización, tratar a los demás como queremos que nos traten, ya no es parte de la ética mínima universal?

¿Es que lo mejor de la filosofía, la ética y las enseñanzas de las más diversas religiones sobre la hermandad y la solidaridad ya no tiene vigencia?

No.

El llamado de Dios al amor, el mandamiento de Jesús: “Ámense unos a otros como yo los amo”, sigue apelando a nuestra conciencia.

Hoy, como ayer, permanece vigente el llamado de la ética natural a que, como seres libres y, por lo tanto, responsables, con capacidad de escoger, respetemos la libertad y la dignidad de los demás.

En nuestro tiempo, con el conocimiento acumulado por la ciencia y por la historia, es más evidente que nunca que el progreso y la felicidad se promueven si convivimos en libertad, bajo el imperio de las normas que, poco a poco, con avances y retrocesos, hemos ido construyendo. No bajo el capricho del autócrata de turno. Si somos solidarios y buscamos el bien común, y no el empoderamiento ni la riqueza de unos pocos, podremos construir un mundo más justo.

Vivir con amor, vivir en libertad y bajo el imperio de la ley, ser solidarios, implica perdonarnos unos a otros.

Si sabemos perdonarnos en la vida familiar, en la comunidad, en la nación y entre naciones, podremos aprender a amarnos. Y si nos amamos, podremos construir y ser felices.

Qué mensaje más claro nos trae la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Hagamos del perdón y del amor la base y la fuerza de nuestras relaciones en el hogar, en el país y en el mundo.

Expresidente de la República


Fecha de publicación: 21-Abril-2025

Fuente: diarioextra.com


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