ALTERNATIVAS

Miguel Ángel Rodríguez E.

Dr. Miguel Angel Rodriguez Echeverria

El gobierno y diversos grupos políticos han presentado iniciativas legislativas para prohibir que una persona pueda simultáneamente ser candidata a la presidencia de la República y a una diputación.

Creo que, al contrario, lo conveniente sería que el candidato presidencial de cualquier partido deba ser a la vez quien encabece la lista de candidatos a la Asamblea Legislativa en alguna de las provincias.

Así el candidato presidencial de un partido con suficiente apoyo ciudadano tendría que asumir de frente sus responsabilidades, ganando o perdiendo la elección presidencial.

Para prohibir la doble postulación se indica que se debe dar más oportunidades a diversas personas, para lo cual es inconveniente que el candidato a la presidencia sea a la vez candidato a un puesto legislativo.

¿Cuál es el objetivo de que una persona llegue a una posición gubernamental electiva?

A mi modo de ver, la respuesta en una democracia liberal debe ser muy contundente: es servir eficientemente a sus conciudadanos en el ejercicio del cargo al que aspira.

Los cargos públicos no son una prebenda que se debe repartir entre la mayor cantidad posible de ciudadanos, para que la mayoría la pueda disfrutar.

Son una oportunidad de servicio y por ello se debe escoger a las personas que mejor puedan servir. No se trata simplemente de distribuir las posiciones entre el mayor número posible.

Si se tratase de una prebenda para el disfrute de los ciudadanos que son electos, para que más personas disfruten de ese premio no sería conveniente la doble postulación, y más bien la presidencia y las diputaciones deberían ser por un día y no por cuatro años, y repartirse al azar y no mediante una costosa elección.

Si el objetivo es la selección de las personas más capaces de servir eficientemente a los ciudadanos, de conformidad con las preferencias de los electores, la institucionalidad debe ser diseñada de la manera que mejor conduzca a que se cumpla con ese objetivo.

En una república presidencialista el líder de un partido en una elección es el candidato a la presidencia.

Si su partido gana, ese líder debe asumir la conducción de la nación y con ese fin debe coordinar con todas las fuerzas políticas, sociales, económicas, comunales.

Si el candidato presidencial pierde, generalmente queda al margen de la institucionalidad gubernamental. Los candidatos a diputados que lo acompañaron en su campaña quedan desvinculados del líder que encabezó su movimiento.

Claro que el candidato derrotado puede actuar asesorando e incluso dirigiendo desde afuera a la fracción legislativa de su partido que ha resultado electa.

Pero eso significa una actuación opaca, sin transparencia, sin dar la cara, sin necesidad de asumir responsabilidades ante los ciudadanos por sus actuaciones. Eso dificulta los necesarios y convenientes acuerdos políticos entre gobierno y oposición. Facilita una oposición irresponsable.

Además deja a las fracciones legislativas sin lideratos claros que unan y coordinen las acciones de sus integrantes, con la necesidad de generalmente elegir cada año un diferente jefe de fracción para repartir las oportunidades. Lo que de nuevo no promueve la acción eficaz de las fracciones en el Congreso.

Como si lo anterior fuera poco, las luchas en la fracción por el poder facilitan su división, lo que es una nueva causa de ineficiencia legislativa y dificultad de acuerdos políticos.

Con respeto solicito a los proponentes de esta prohibición repensar sus propuestas.


Fecha de publicación: 18-Noviembre-2024

Fuente: diarioextra.com


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