ALTERNATIVAS
Miguel Ángel Rodríguez E.
Este pasado 9 de julio, el Padre Sergio Valverde, creador y director de Obras del Espíritu Santo, fue declarado Ciudadano Distinguido por la Asamblea Legislativa. La Comisión de Honores de nuestro Poder Legislativo había unánimemente recomendado esa designación el pasado 24 de abril.
Es un homenaje que honra a nuestros legisladores, pues la vida y las realizaciones del Padre Sergio realmente ameritan esa y muchas otras distinciones.
Lorena y yo tenemos la bendición de conocer al Padre Sergio Valverde desde sus días de seminarista cuando ya su amor al prójimo y su espíritu de servicio lo llevaron a buscar ayudas para personas que vivián en condiciones de grandes carencias y dificultades.
Cuando inició sus servicios pastorales en San Juan de Tibás y luego en la Parroquia de La Merced dedicó sus afanes de apoyar a las personas más necesitadas, a obtener víveres para alimentar y dar consuelo en las noches a los habitantes de las calles, en las zonas cercanas a los mercados del centro de San José.
Poco después fue trasladado a la Parroquia de Cristo Rey, el barrio en el cual había nacido y se había criado en una familia con muy pocos recursos materiales pero mucho amor y recursos espirituales, y en la cual se desarrolló su vocación sacerdotal.
Recuerdo con emoción cuando el Padre Valverde me narró su primera noche en ese difícil destino. Difícil por las muy duras condiciones de vida de la mayor parte de sus habitantes, por la delincuencia y la drogadicción que se daba en sus calles. Difícil por la violencia con la que se resolvían las diferencias entre sus pobladores.
Esa primera noche le robaron sus pertenencias personales y los pocos bienes con los que pensaba iniciar su labor.
En vez de descorazonarse, lleno de fe y amor en Dios y confiado como siempre lo es en la Divina Providencia, inició esa mañana su tarea para dar ayuda a los niños y a los jóvenes de su vecindario, y para sustraerlos de la delincuencia y la drogadicción.
Sus armas eran solo su amor a todas las personas y su fe en que Dios apoyaría sus afanes.
Siguió yendo a atender a sus amigos los abandonados habitantes de las calles de la zona roja capitalina, pero inició la tarea de dar alimento, consejo y apoyo a los niños y jóvenes de Cristo Rey.
Poco después ya estaba construyendo un albergue para niños y jóvenes, generando alimentación para cientos de ellos y para adultos mayores en condiciones de grave necesidad, y facilitando la educación y la formación de escolares y colegiales.
Se fueron levantando las actuales instalaciones para albergue y alimentación, las obras para la entretención de sus pequeños beneficiarios y de sus familias, y se fueron arrebatando las áreas a los delincuentes que se veían convertidas en campos para el deporte.
En los 24 años de su servicio en Cristo Rey su obra se propagó a muchas regiones del país, en las provincias de Puntarenas y Limón, en la Zona Norte del país, desde hace varios años hay dos comunidades en Guatemala con comedores para niños y jóvenes en zonas muy necesitadas, y sus multitudinarias fiestas de navidad para los niños no solo llenan el Estadio Nacional, sino que este año darán felicidad a los pequeños en otros cuatro países. Parte fundamental de este crecimiento es la tarea del Padre Valverde impulsando y preparando grupos de colaboradores locales que sigan con esas maravillosas tareas de dar amor a nuestros hermanos.
Todo fue surgiendo como por milagro. Pero detrás de ese milagro está la labor incansable del Padre Sergio pidiendo y obteniendo los alimentos, los recursos, los materiales de construcción, las medicinas, las ayudas profesionales que los miles de niños y personas atendidas requieren. Además, dando su apoyo personalmente a todos los beneficiarios, niños y grande, y dirigiendo con sabiduría a sus colaboradores. También dan soporte a esos milagros las manos, las capacidades y los corazones de las generosas personas que colaboran cotidianamente con las Obras del Espíritu Santo.
Pero estos increíbles resultados no tienen explicación si se deja de lado la fuerza maravillosa del amor. Amor de Dios. Amor a Dios. Amor a nuestros semejantes.
Ahora el Padre Sergio ha dado inicio a la construcción de dos torres de siete pisos, el Proyecto Albergues Juveniles de la Alegría “Torres Espíritu Santo” en los que se proveerá habitación, alimentación, apoyo espiritual y posibilidades de continuar estudios para insertarse productivamente en la sociedad, a 744 jóvenes que al llegar a los 18 años dejan de tener la protección de diversas instancias, que atienden a los menores de edad que requieren apoyo por las condiciones de abandono, pobreza extrema y riesgo social de sus familias.
Todos podemos contribuir a que esta extraordinaria labor encabezada por el Padre Sergio siga derramando amor y consuelo para tantas personas que lo necesitan y demandan nuestro apoyo.
Fecha de publicación: 22-Julio-2024
Fuente: diarioextra.com