ALTERNATIVAS
Miguel Ángel Rodríguez E.
La Superintendencia de Pensiones (Supen) convocó el pasado 16 de mayo a un foro para organizar un proceso que elabore acuerdos sobre las modificaciones de nuestro sistema de previsión social.
Es el inicio de un ejercicio muy importante para el bienestar de la familia costarricense. Agradezco profundamente que se me haya invitado para participar en ese evento junto con representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, Supen, la CCSS, sindicatos, empresarios y operadoras de pensiones, así como personeros de NN.UU., de la OCDE y del proceso de modernización del régimen de pensiones de Uruguay, que proveyeron muy importantes informaciones.
Se me pidió que compartiera sobre la experiencia del proceso de Concertación Nacional, como un antecedente para este necesario y urgente ejercicio, para ponernos de acuerdo en las transformaciones que requiere nuestro sistema de pensiones.
Debe ser evidente para los ciudadanos la necesidad de continuar poniendo al día nuestro régimen de pensiones para garantizar su solvencia y para mejorar su equidad para la justicia social, así como su eficiencia para la economía.
Vivimos una profunda y muy acelerada transformación demográfica que impone la necesidad de seguir ajustando nuestro sistema previsional.
En Costa Rica nos estamos envejeciendo antes de habernos enriquecido y nos envejecemos muy aceleradamente. Se envejece nuestra sociedad porque la tasa de fecundidad (la cantidad de hijos por mujeres en edad de concebir) ha caído vertiginosamente, de modo que la población va encaminándose a un punto en el que empezará a disminuir. A la vez, nuestra expectativa de vida es muy alta para sociedades con nuestro nivel de producción por habitante. Esto hace que la población trabajadora crezca muy lentamente y en solo una década empiece a disminuir, también a que el número de personas en edad de retiro aumente rápidamente.
Basta un solo dato para palpar la magnitud de estos cambios. En los ochenta del siglo pasado, por cada persona trabajadora pensionada había más de siete laborando activamente. Dentro de unos treinta años, la previsión es que nos estabilizaremos en poco más de un trabajador activo por cada uno en edad de recibir pensión.
Esto afecta profundamente a nuestras pensiones, a nuestro sistema de salud, a la organización del trabajo y tiene enormes efectos en los sistemas tributario, financiero, de organización social.
Es pues preciso volver a ajustar el sistema. No son suficientes los ajustes a los parámetros al régimen de IVM que entraron en vigor este año. Se requiere de nuevo -como hace tres décadas- algo estructural y de gran calado. Algo como el enorme avance que previsora, capaz y oportunamente se dio con la Ley de Protección al Trabajador. Es preciso equilibrar el interés de los futuros pensionados y el de los trabajadores activos, y hacerlo de manera que sea conveniente para generar empleo formal, que sea compatible con las finanzas públicas, que el sistema sea sostenible y que ayude en el proceso de disminuir la pobreza.
Lograr todo eso de manera oportuna y justa requiere recurrir a la solución costarricense. Requiere tener la capacidad de usar el conocimiento y la experiencia propia y ajena para prever el futuro y tener la capacidad de unirnos en una solución que tome en cuenta los diversos intereses y sea fruto del acuerdo.
Así surgió la Ley de Protección al Trabajador, gracias a la Concertación Nacional que permitió unir a las diversas instancias de la sociedad civil con las fuerzas políticas y el gobierno en procura de soluciones creativas para una realidad que hace 30 años ya se podía prever. Con sus luces y sombras, sus éxitos y fracasos, ese proceso, el más inclusivo en la historia de las últimas décadas, es un ejemplo del cual podemos obtener guías para la actuación ahora necesaria. Sobre ellas me permití hacer referencia en ese foro.
Pero también encontramos guías y ejemplo en otras realizaciones de nuestra historia llevadas a cabo en condiciones más difíciles.
¿Cómo no vamos a ser capaces de prever y negociar una buena solución para nuestro régimen de pensiones cuando fueron nuestros antepasados ignorantes, pobres y aislados capaces de darse la primera Constitución de Costa Rica solo un mes y medio después de recibir la noticia de que se había declarado la independencia? ¿Cómo no vamos a lograrlo si tres décadas después de ese evento los padres y abuelos de nuestros tatarabuelos pudieron armar un gran y capaz Ejército para liberar a Centroamérica del filibustero invasor? ¿Cómo no avanzar con nuestra seguridad social en pro de justicia, eficiencia y disminución de la pobreza si nuestros padres y abuelos fueron capaces de ponerse de acuerdo en medio de las limitaciones de la II Guerra Mundial para realizar la Gran Reforma Social?
¡Qué ejemplar resulta que Supen nos haya convocado para que trabajemos patriótica, inteligente y fraternalmente para construir modificaciones a nuestro sistema de pensiones que puedan ser objeto de debate en la campaña electoral para 2026!
Fecha de publicación: 03-Junio-2024
Fuente: diarioextra.com