ALTERNATIVAS
Miguel Ángel Rodríguez E.
Iniciamos un nuevo año y nuestra cultura nos incita a proponernos nuevas metas. El deseo de superación, de ser mejores, de vivir mejor es una importante característica de las personas que nos permite el progreso.
Ser mejores es sobre todo ser mejores personas, es superar nuestras condiciones espirituales, intelectuales, corporales, materiales, sociales. Y usualmente en muchas de esas áreas hacemos propósitos de cambio con motivo del inicio de un nuevo año.
Con los años que llevo a cuestas, muchos propósitos me he planteado. Unos perseguidos al menos con algún éxito. Otros que quedaron para una segunda ocasión. Incluso algunos que terminé por olvidar. Con esa experiencia, me atrevo a hacer dos recomendaciones.
Primero, propongamos cosas posibles y que dependan al menos en muy considerable medida de nuestro esfuerzo.
Plantearse imposibles puede ser maravilloso para la poesía, para lanzar al vuelo la imaginación, para la creación artística. Incluso para conmover a una comunidad, Unamuno sentenció: “Sólo el que ensaya lo absurdo, es capaz de conquistar lo imposible”. Pero difícilmente es conveniente para mejorarse a uno mismo.
Si nos proponemos metas posibles podremos poner todo nuestro razonable empeño en alcanzarlas. Ciertamente lo posible no tiene porque ser ni fácil ni trivial.
Podemos ponernos altas metas en desarrollo espiritual, en nuestras prácticas religiosas, en mejorar nuestras relaciones sociales empezando por las familiares, en dedicar más cuidado al ejercicio físico o a la lectura. Ninguna de esas es una meta vana. Y en cada una de ellas las mejoras posibles pueden ser muy exigentes.
Pero sí son posibles y podemos gradualmente progresar en nuestro afán, ese camino de progreso nos sirve de estímulo y motivación para seguirlo transitando.
Si la meta que nos proponemos es positiva pero muy difícilmente alcanzable, creo que las probabilidades de éxito e incluso de progreso parcial son muy limitadas.
Mi segunda recomendación es que persigamos con pasión las metas que nos hayamos impuesto.
La pasión en la persecución de nuestros objetivos de superación es instrumento fundamental para tener éxito.
Cuando actuamos con pasión motivamos un mayor esfuerzo de nuestra parte. La pasión en nuestras acciones nos entusiasma a seguir en el camino de superación que nos hayamos impuesto.
Además, buscar con pasión el cumplimiento de nuestros propósitos vuelve más placentero el propio esfuerzo que hacemos, e incluso lo torna más bello.
¡Qué diferente es escuchar la clase de una maestra apasionada en enseñar o la melodía de un cantante entusiasmado en su performance! ¡Cuánto mayor entusiasmo genera un equipo de fútbol que tiene ganas de jugar!
Posibilidad y pasión son también características beneficiosas para proyectos grupales, sean del grupo familiar, de una asociación o empresa, del gobierno municipal o del país.
Nosotros merecemos ponernos metas de superación posibles que persigamos apasionadamente. Nuestros cantones y nuestro país también lo merecen.
Fecha de publicación: 08-Enero-2024
Fuente: diarioextra.com