ALTERNATIVAS
Miguel Ángel Rodríguez E.
La democracia moderna es representativa. No es posible ejercerla directamente. Para ordenar la elección de los representantes surgen los partidos políticos de manera gradual y espontánea.
Los partidos permiten que en ellos diversos intereses se unan alrededor de unos valores, unos fines y unas propuestas de acción. Ello permite, con todas las imperfecciones y las diferencias circunstanciales propias de las acciones humanas, que se conformen diversas propuestas para enfrentar los problemas de la convivencia social y promover sus soluciones con una visión nacional.
Con la interacción de sus miembros y dirigentes se van formando equipos de trabajo para preparar las propuestas partidistas, y para ejercer las tareas de gobierno cuando son seleccionados por los ciudadanos.
En las últimas décadas se viene dando en las democracias occidentales un proceso de fragmentación y multiplicación de los partidos políticos. Se dividen los partidos porque se dificulta unir los diversos intereses en una visión común, y muchos buscan entonces construir sus propuestas partidarias específicas.
Además de ser este fenómeno resultado de varias transformaciones estructurales, entre nosotros también responde el desprestigio de políticos y partidos políticos al ataque continuo e indiscriminado de algunos medios de comunicación, así como a la acción de políticos que irrumpieron desde la última década del siglo XX con campañas antipolíticas: todos los políticos y partidos son corruptos, la política es corrupta, todos los males se deben a la maldad de esos actores. Quienes así acusan se declaran ser los únicos impolutos que sí defienden al pueblo de sus enemigos.
Cuando los políticos que lideran las cruzadas antipolíticas llegan al poder, se convierten poco después en políticos tradicionales y se ganan para ellos mismos todos los calificativos y el desprestigio que habían contribuido a crear para sus rivales.
Una posibilidad entonces es que los líderes que encarnan todo el bien y la capacidad, y que sí defienden al pueblo, usen los partidos políticos como simples instrumentos para la toma del poder. Se busca un partido taxi, ojalá muy nuevo y sin haber ejercido poder para que no tenga rabo que le majen. De todas formas, no importa su concepción ideológica, ni la carencia de cuadros técnicos. Todo lo suple el líder que encarna el bien, el conocimiento y los verdaderos intereses del pueblo.
Llegados a esta circunstancia la pregunta que surge es: ¿para que partidos políticos? Mejor que quienes se sientan predestinados y quieran asumir el reto presenten su nombre directamente a los ciudadanos. De todas formas, no se requiere ni visión partidaria, ni valores que amalgamen, ni propuestas construidas en las bregas políticas, ni equipos de trabajo pues todo lo aporta el caudillo.
¿Cómo organizar elecciones si cientos o miles de ciudadanos se inscriben para ser candidatos a la presidencia? ¿Cómo organizar un gobierno si se tiene que improvisar equipo para gobernar y soluciones para ejecutar? ¿Será que no se trata de poder para servir sino de poder para disfrutarlo?
No importa, los caudillos sabios y santos lo resolverán. ¡Cómo cambian las cosas!
Durante mi ejercicio de la Presidencia repetidamente di gracias a Dios de haber tardado desde 1987 hasta 1998 para lograrlo. Gracias a ello había podido aprender de miles de compatriotas en todos los rincones del país, pude ser diputado y convivir con dirigentes de otros partidos políticos, había tenido la suerte de trabajar con cientos y en ocasiones miles de personas analizando problemas y construyendo programas, y se habían consolidado grupos que integraron a costarricenses de las más variadas condiciones y habilidades en equipos de trabajo para poder gobernar.
Fecha de publicación: 14-Agosto-2023
Fuente: diarioextra.com