Opinión

Noviembre 16, 2020 4:34 am

Estancamiento secular o cíclico

Los datos sobre crecimiento del PIB y de empleo nos permitirían asumir que hemos llegado al fondo de la caída de nuestra economía, caída determinada por la desaceleración que ya veníamos viviendo y por el devastador efecto de covid-19.

En efecto, mientras en el primer trimestre de este año el PIB trimestral solo afectado en marzo por el inicio de la pandemia creció 0,6% respecto al año anterior, ya en el segundo trimestre se produjo la mayor caída interanual de la producción con una disminución de 8,6% y en el tercer trimestre la caída, aunque siempre muy considerable, fue menor pues el BCCR la calcula en 6,5%.

Para todo este año el ente emisor bajó su estimado de la caída del PIB de 5 a 4,5%, lo cual indicaría que en el cuarto trimestre la caída sería del orden de un 3,5%.

Por otra parte, el IMAE ha disminuido interanualmente cada vez menos, después de su mayor caída que se dio en mayo (-10,3): en julio (-9,2), en agosto (-8,2) y en setiembre (-5,8).

Las proyecciones de crecimiento de la economía mundial fueron revisadas en octubre en las reuniones anuales de los organismos financieros, y se estima para el mundo una menor disminución del PIB en este año de la calculada anteriormente. En junio estimaba el FMI una caía de 4,9% para el PIB mundial y de 9,4% para el de América Latina. Ahora los decrecimientos estimados son de 4,4 y 8,1% respectivamente. Esto nos favorece y se nota en las exportaciones de bienes que en el tercer trimestre crecen 2,84% respecto a 2019, mientras en el segundo trimestre habían caído un 8,25%.

Conclusión, parece que nuestra producción tocó fondo y empieza a disminuir cada vez menos.

También los datos de empleo confirman esta tendencia. La tasa de desempleo que en la última década había estado entre 9 y 10% subió en el IV trimestre de 2018 a 12 % y cerró 2019 y abrió 2020 (I trimestre) en 12,5. Con la pandemia empieza desdichadamente a crecer el desempleo y llega a su mayor nivel (24,4%) en el trimestre terminado en Julio con un pequeño aumento (0,4 puntos porcentuales) respecto al trimestre concluido el mes anterior. En los trimestres terminados en agosto y setiembre disminuye despaciosamente a 23,2 y 22.

El crecimiento del desempleo se da principalmente en empleo informal. Esta precaria condición de ocupación había crecido prácticamente 10 puntos porcentuales en la última década hasta llegar a representar un 47,1% del empleo total en el primer trimestre de este año. Mientras al final de I trimestre de este año el número de trabajadores informales es del orden de 1.040.050 para finales del II trimestre esa cantidad ha disminuido en 345.438 personas. Esa s cifra se compara con una disminución mucho menor en el empleo formal de solo 117.480. La recuperación de puestos de trabajo para el tercer trimestre se da exclusivamente en la informalidad que aumenta en 126.900 empleados, mientras el empleo formal más bien disminuye sus posiciones en 26.054

Esta aburrida recitación de números me parece que evidencia que se ha detenido la caída de la producción y empieza una débil recuperación, aunque siempre en terreno negativo respecto a 2019.

Eso nos debe dar optimismo para adoptar las medidas necesarias para la consolidación fiscal y la reactivación económica.
Pero las expectativas negativas de los agentes económicos han aumentado por no contarse aún con una propuesta del gobierno sustitutiva de la primera que elaboró para el FMI y retiró hace ya 6 semanas.

Urge contar con una hoja de ruta del gobierno ante la Asamblea Legislativa que señale una solución efectiva, para evitar que el leve inicio de recuperación de nuestra economía -desde los muy bajos niveles a que ha llegado- no se desplome y caigamos a un fondo aún más profundo.

Es de esperar que concluido el plazo para las mesas de diálogo el próximo día 21, el gobierno presente antes de fin de mes su propuesta a la Asamblea Legislativa, que esa propuesta sea real y que se puede constatar que conducirá a una eliminación del déficit primario y a la posterior reversión del crecimiento de la deuda pública respecto al PIB. Su discusión en la Asamblea Legislativa es el único camino que puede conducirnos a la adopción de un plan de consolidación fiscal que permita ejecutar un acuerdo con el FMI. El respaldo del FMI daría credibilidad a los planes del gobierno y permitiría que mejoren las expectativas de los agentes económicos y no echemos atrás en la recuperación de nuestra producción. Este es el mejor camino para reducir el desempleo y la pobreza.

Miguel Ángel Rodríguez
Ecoanálisis


Fuente: CRHoy


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